Revista Opinión

Élites políticas y la ley de hierro de Robert Michels

Publicado el 11 marzo 2015 por Polikracia @polikracia

“El poder es siempre conservador” es una cita de Robert Michels que se lamentaba un siglo atrás al ver que las élites del SPD Alemán cambiaban sus objetivos originales por otro mucho más conservador: permanecer en el poder.

Hace dos semanas escribía sobre el fetichismo de la organización, cuando las siglas se convertían en un fin en vez de un medio para el cambio. Ahora bien, ¿qué ocurre con los dirigentes en estos casos?

Los partidos políticos están formados siempre por una dirección, militancia base, simpatizantes y afines. Según Robert Michels existe una ley inherente en los partidos políticos hacia la oligarquización, es decir, se va a concentrar el poder cada vez en menos manos huyendo de los métodos democráticos que usaban en el origen del partido. Esta concentración del poder surge por eficiencia: necesidades de orden técnico a la hora de que la organización necesite trabajadores y especialistas que vivan por y para el partido. La oligarquizacióntambién parte de motivos más psicológicos cuando el líder encarna la organización, y cualquier crítica hacia el líder se convierte en un ataque hacia el partido en conjunto.

El proceso viene desde la aparición del líder, su profesionalización y la generación de un aparato burocrático afín al dirigente. Esto, desde una perspectiva pragmática, puede resultar positivo para el partido. Aun así si hacemos un análisis más cualitativo podemos veruna separación de la militancia de base y los dirigentes: en tanto que la militancia se convierte en un obstáculo para la dirección del partido, como puede ocurrir en los partidos cártel, la organización es tan solo la dirección del partido y por ello la misma organización no necesita a la militancia. Otra consecuencia puede ser el desplazamiento de objetivos: el partido se vuelva auto-referencial tras haber abandonado sus ideales originarios.

“la organización es lo que da origen a la dominación de los elegidos sobre los electores, de los mandatarios sobre los mandados, de los delegados sobre los delegantes. Quien dice organización dice oligarquía”

Ahora bien, apuntando mi perspectiva personal, creo que la oligarquización no es infinita, cuando el partido se encuentra en crisis política y desafección ciudadana llega la hora de que la élite política de un paso atrás aunque sea por la propia supervivencia de la organización. Es aquí cuando aparece la nueva generación de élites políticas que supuestamente van a conectar mejor que las anteriores élites con la sociedad civil, las sustituyen, hacen el cambio en la organización y crean un nuevo proyecto de partido.

Se podría estudiar como un proceso cíclico de los partidos políticos, inherente a ellos. Aunque creo que no es positivo ser determinista en los planteamientos, pero si podemos establecer una generalidad del sentido común de los partidos: si valoramos el proceso del PSOE sustituyendo a Rubalcaba por Pedro Sánchez, en Izquierda Unida con el paso de Alberto Garzón y la retirada de Cayo Lara, etc.

Apuntaba al principio del artículo una cita de Robert Michels “el poder siempre es conservador”. Conservador en el sentido de que cuando la élite llega formalmente a su puesto utilizará los medios necesarios para mantenerse en él, aunque no sea lo más beneficioso para la organización. Creo que el político o dirigente debe ser audaz, conocer a la perfección el momento en el que alzarse o retirarse, adaptarse a la realidad concreta y evitar el amor a unas siglas o personificar el momento político.


Robert Michels, Political Parties: A Sociological Study of the Oligarchical Tendencies of Modern Democracy, trans, by Eden and Cedar Paul (New York, Dover Publications, 1959), p. 401


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