"Se plantó frente a nosotros, sin apuntes, libros ni nervios. El atril lo ocupó su bolso. Echó un vistazo alrededor, sonrió, en silencio, y comenzó:
- Habrán observado que el título de este curso es "Cultura y civilización". No se alarmen...".
Uno de los escritores con los que más me divierto del panorama actual es, sin duda alguna, Julian Barnes. Por eso hoy traigo a mi estantería virtual, Elizabeth Finch.
Conocemos a Neil como estudiante no demasiado brillante y enamorado de su profesora de Cultura y Civilización, la señorita Elizabeth Finch. Es de aspecto austero, casi severo, preclara a la hora de hablar... y la protagonista de las fantasías de seda de su alumno que, una vez finalizado el curso, decide invitar a quien hoy sería su crush a cenar y estos encuentros, que no pasan de ser dos o tres veces al año, se convierten en una costumbre que se dilata durante dos décadas. Que nadie vaya a pensar en algo sexual, porque no lo es. Esto termina cuando Neil recibe una notificación sobre la muerte de Finch, quien lo ha legado sus papeles y libros, algo que provoca el regreso del alumno, que se zambulle en ellos leyendo sobre, por ejemplo, El Apóstata sobre el que parece tener datos como para escribir un libro o estudio. Y entonces decide que si lo iba a hacer ella, él debería de hacerlo o al menos intentarlo. Y a partir de ahí, ahora sí como ponía en la sinopsis editorial, Neil comienza a buscar a Elizabeth, a intentar finalmente conocerla.
Esta es la novela de un hombre que adoraba a una profesora. A todos nos ha pasado, confesemos. Esta misma semana que acaba de pasar lo comentaba: guardamos recuerdos maravillosos de unos pocos de nuestros profesores. Y eso es lo que le pasa a Neil, un hombre mediocre y con una alarmante tendencia al fracaso (no hay más que ver su historial amoroso), que se ve absolutamente fascinado por una mujer que el autor nos presenta severa y rigurosa, incluso áspera, dando un punto que a mi me ha parecido de humor ante la "extraña pareja" que nunca llegó a producirse. Y entonces la novela entra en una suerte de bache ya que lo soso que es el protagonista se contagia al texto. Lo que empezaba como una admiración traspasa la barrera de la idolatría y Barnes parece querer aliarse con Neil para que logre su objetivo y retuerce el punto hasta que la protagonista se convierta en la Apostata del alumno.
Y en ese transitado camino, a mi me empezó a perder. Sentí que le faltaba ese punto de empuje habitual del autor, que se quedaba a medio camino a la hora de caracterizar y descubrir, como si durante la lectura todo fuera un "sí está bien, ¿pero por qué no me lo has hecho redondo?". Esa sensación acaba convirtiéndose en un desgaste para el lector, que no termina de tener claro el punto o el tono de la historia, como si Neil se fuera convirtiendo en alguien poco importante también para la novela, con una personalidad tan gris que logra que hasta su historia pase desapercibida para nosotros.
Elizabeth Finch no es la mejor novela de Barnes, está claro. O tal vez sea yo que esperaba algo más.
Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?
Gracias.