Revista Opinión

Ella…

Publicado el 17 septiembre 2019 por Carlosgu82

No creí que en medio de tanto estiércol que me rodeaba, pudiese encontrar la perfección hecha carne y hueso, jamás pensé que entre cada sorbo de licor, libros, comics y golosinas encontraría a la persona perfecta, o al menos para mí, pues perfección según yo al igual que belleza son subjetivos y dependen de los ojos que la miren, y allí estaba ella, dispuesta casi las veinticuatro horas del día, los siete días de la semana a escucharme y compartir conmigo.

Nunca encontré a una persona con la capacidad de escuchar tantas necedades juntas y sonreír a causa de ellas, pero ahí estaba para mí, se deleitaba con cada teoría de conspiración, por loca o absurda que pareciera, solo dejaba escapar una sonrisa, mientras que por algunos segundos dirigía su mirada hacia el suelo, con un tono de melancolía, quizás causada por el sin sabor de una soledad que por momentos le abrumaba, pero la cual sabia disimular muy bien con algún chascarrillo.

La primera vez que le descubrí era de mañana, bebía un café, observé que le gusta caliente, bajo de azúcar y algo cargado, me di cuenta de que se perdía en sus pensamientos y no quise acercarme solo decidí observarle.

La segunda vez fue en el transporte luego del trabajo, estaba con sus audífonos escuchando alguna canción de la radio, tal vez alguna de moda o solo era una copla antigua, pero significante, en ese momento notó que le observaba y para no hacerle sentir que la acechaba dirigí mi mirada hacía la señora que estaba a mi lado y solo pude decirle, hola.

Pasaron algunos días y en mi cabeza todo se revolvía, aquella misteriosa mujer me traía pensando, sentía algo familiar hacía ella, pero no lograba descubrir que era y fue curioso, cuando una mañana mientras me organizaba para disponerme a trabajar, ella, a través del espejo solo me sonríe y con tono burlón me dice:  Aquí estoy, soy yo a quien has estado viendo entre los sorbos del café, cuando hablas sola por las calles sobre comics, libros y algo más, y no te espantes, no está mal, no es locura y no soy producto de la soledad, pues, solo yo, estaré contigo a cada paso que des, escucharé tus delirios y certezas, penas y alegrías, solo yo puedo comprenderlas, pues somo una.


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