“Ella seguía aquí” Ep. II

Hace unas semanas publicamos A. Irles (unaresacamas.wordpress.com) y yo una historia conjunta,  “Ella seguía aquí” y algunos de vosotros os quedásteis con las ganas de saber qué pensaba ella. Pues bien. Vuestros deseos son órdenes para mi inspiración:

El sonido de los vagones arañando las vías me distraía. Realmente era un libro difícil de leer, pero mis ganas no se rendían. Estaba en el lugar equivocado, en el momento equivocado. Pero al alzar la vista, comprendí que la compañía no podía ser más acertada. Acallando el rumor del metro, tan solo había una persona más allí sentada, compartiendo oxígeno y pensamientos conmigo. Extrañado, dirigió una rápida mirada a mis uñas, y apartó la vista para posarla sobre las puertas del vagón. “Puede que me haya pillado mirándole. O puede que haya sido yo la descubierta” Sentía curiosidad por la enigmática expresión del desconocido que se sentaba frente a mí, pero el tiempo iba en mi contra, y sé que acabaríamos antes de llegar a nuestro destino. 

Volví a posar la vista sobre las páginas de letras que se movían acompasadas por la voz mecánica que anunciaba cada parada. “Así no hay misterio. Qué poco interesante” pensé. Me permití el lujo de olvidarme del reloj, de aquel muchacho y de las prisas por vivir, y cerré momentáneamente los ojos para sumirme en un vagón completamente diferente. Era el mismo, pero en el pasado. Cuando los volví a abrir, me encontré con asientos de madera, la voz había desaparecido para mi deleite, y los sombreros de copa se peleaban por ver cuál estaba más cerca del cielo. El olor era diferente, a imprenta, a pisadas sin barrer, a maletín de cuero, a dudas e incertidumbre. A tabaco legal en ambientes controlados. Mi sorpresa no pudo ser mayor cuando, entre el gentío, volví a distinguir al chico que me acompañaba durante todo el trayecto. “¿Debería decirle algo?”

Aquel, quizás, habría sido el momento perfecto. Porque en el pasado, su destino y el mío aún no se habían escrito.

Fotografía: Deviantart