Atentos al título, volveremos a él en un rato.
Sería difícil saber a quién dar gracias. ¿A la visión de los productores? ¿A una campaña de décadas por la visibilidad de las mujeres? ¿A los políticos? Llámenme cínico pero hasta hace poco el papel de las mujeres en la pequeña o gran pantalla estaba reducido al de acompañantes, o la femme fatale o la princesa necesitada de un valiente príncipe convertida luego en fiel secundario y amante madre. Fuimos saliendo de eso y se debió principalmente al consumismo, hijo directo del capitalismo, nuestro nuevo amado dios a partir del XX. No voy a ponerme a hacer historia del cine y la televisión, quien quiera tiene la información en Internet.
Hoy la cosa ha cambiado. Mad Men trata sobre mujeres, hay que estar ciego para no verlo. Algunos críticos ya consideran The Good Wife una de las mejores series de la historia. En Downton Abbey ya manda una mujer. La recientemente cancelada Californication no iba sobre sexo y drogas, que también, sino sobre ellas. Mujeres, mujeres, mujeres. También si nos salimos del “drama” nos encontramos lo mismo, en The Big Bang Theory o Castle, por poner otros dos ejemplos. Están por todas partes y se han salido de esos dos roles a los que estuvieron relegadas durante demasiado tiempo.
Felicitémonos, parece que algo del feminismo ha calado hondo. ¿O no?
En Los Soprano o Breaking Bad junto con otras series ocurrió algo muy curioso.
Recordemos que ambas tratan sobre personajes masculinos en un viaje hacia regiones oscuras, por decirlo finamente, o hacia el mal, si se quiere. Bien, sus protagonistas femeninas Lorraine Braco y Anna Gunn respectivamente sufrieron constantes amenazas de espectadores descontentos. ¿Por qué? Porque no permitían a sus maridos ser libres en ese viaje suyo a los infiernos; el pecado de ellos era perfectamente comprendido por el público, pero no las acciones de ellas. ¿Por qué? Déjenme ser un poco polémico: puro machismo. Dicho esto no les sorprenderá de January Jones, que da vida a Betty, la esposa de Don Draper en Mad Men también haya recibido amenazas similares, algunas de ellas incluso muy graves. Por no salirnos de la serie de HBO, Christina Hendricks no ha recibido buenas críticas por el supuesto cambio de rumbo de su personaje Joan
Holloway. Da igual que el resto del equipo se meta en no importa qué cenagal, ella no puede, y si no me creen consulten cualquier foro.
Y aquí vuelvo al título, porque no es una referencia a Elles, la cinta de 2011 dirigida por Małgorzata Szumowska y protagonizada por Juliette Binoche. No quiero hablar de prostitución ni comentar las declaraciones que en 2013 François Ozon haría cuando estrenó Jeune & Jolie, película también sobre prostitución en mujeres jóvenes. Bueno, ustedes son inteligentes y ya se habrán dado cuenta que sin querer hablar de ello lo hago, y la razón es sencilla. En esas películas las protagonistas femeninas son el centro, no es un punto de vista externo sino interno, sin las mujeres y las problemáticas inseparables a su sexo no hay película, igual que sin los personajes femeninos de algunas de las series citadas no lo habría, pero el título de este artículo se debe sencillamente a que las mujeres son “ellas”, es decir, aún terceras personas. Sí, vamos en el camino correcto pero los ejemplos que he citado muestran un mundo donde ellas todavía lo tienen difícil, donde al espectador medio todavía le cuesta sentirse cercano a una mujer, prefiere a los hombres y prefiere que ellas sigan no muy lejos de esos dos polos con los que empezábamos, aún se las arrastra allí, al blanco o al negro, mientras que a los hombres se les permite toda la escala de grises. Parece un poco injusto ¿verdad? ¿Quieren hacer algo al respecto? Vean The Good Wife.