Esta semana pasada ha saltado a los medios la lamentable intervención del eurodiputado que esgrimía hirientemente y como una verdad escrita a fuego, la supuesta “debilidad” de las mujeres. Parece increíble que con todo lo que se haya avanzado en la sociedad, en el reconocimiento de los derechos de los trabajadores y en la responsabilidad social corporativa, aún salgan a la luz las miserias de comportamientos deplorables por parte de una sociedad con claros brotes machistas.
Camino de cambiar de década, echemos la vista hacia atrás y examinemos si realmente este es el punto donde queremos encontrarnos. Preguntémonos si realmente hemos equiparado los sueldos, los puestos con responsabilidad en las empresas o el trato que les ofrecemos a las mujeres trabajadoras.
Y es que los datos no engañan. En los tiempos de crisis, el paro femenino paso del 13,04% al 26,67%, casi el doble. Las mujeres ocupan menos puestos en los consejos de administración (sólo un 10% en el 31,4% de las empresas del IBEX), pese a tener una mayor preparación con respecto a la población masculina. También existe una clara brecha salarial, pues según los últimos datos las mujeres ganan un 17% menos que el otro sexo (fuente infolibre).
Ya en el siglo pasado, existieron grandes y pioneras mujeres. La gran actriz, Hedy Lamarr, además de la interpretación fue una brillante inventora, de hecho, creó un sistema que permitió desarrollar las comunicaciones inalámbricas (wifi, bluetooth) y el actual GPS. Curiosamente, sería más conocida por su faceta artística que por su brillante aportación a las telecomunicaciones.
Podríamos pensar que todas aquellas mujeres vieron recompensados todos sus esfuerzos, pues no. Stephanie Kwolek trabajo en la Dupont cuando inventó la fibra Kevlar, componente esencial para los chalecos antibalas. Este invento, que tantas vidas ha salvado desde su aparición, permitió que ganara la medalla Nacional de tecnología en 1996. Sin embargo Kwolek, nunca fue propuesta para un Nobel.
La nieta del que fuera el inventor del primer barco de vapor, Josephine Cochrane, diseñó el lavavajillas. Jocosamente ella sostenía que “ya que nadie inventa nada para lavar los platos, lo haré yo”
Beulah Louise Henry, conocida como la Sra. Edison, inventó la primera fotocopiadora, esta gran herramienta tan necesaria en las oficinas. Pero, no fue un caso aislado ya que patentó más de 50 inventos. Pese a la genialidad de esta gran mujer, su nombre no aparece en ningún libro de texto.
Y así, la lista podría extenderse hasta completar un libro de cientos de páginas. Mary Anderson (inventora del limpiaparabrisas en el año 1903), Elia Garci-Lara Català (patentó una bandeja mecánica que clasificaba la ropa por su lavado diferenciado). Angela Ruiz Robles (creadora de una enciclopedia mecánica, precursora e los atuales e-book), etc, etc, etc.
Pero si como hemos visto, la mujer tiene una valía más que manifiesta, ¿Qué es lo que ocurre aquí? ¿Quién o quienes está alterando lo que tan evidente se no presenta ante nuestros ojos?
Las grandes mujeres que han estudiado carreras técnicas, ingenierías, que tradicionalmente, eran puestos con predominio masculino, no ven las cosas nada sencillas para ellas. Muchas reconocen que es muy complicado gestionar las funciones de dirección con un horario “satisfactorio” para disfrutar de la maternidad natural en ellas.
Las cátedras de las universidades todavía tienen un claro predominio sexista. En muchas ocasiones, ejercer un puesto de profesora se les obliga a mantener un buen nivel de competitividad, sin desatender a las obligaciones familiares. La compatibilidad de horarios profesionales y personales, es en muchas ocasiones, el trabajo más complicado.
En empresas tecnológicas, con clara tendencia unisexual, pese a existir un buen ambiente profesional, se percibe que la trayectoria académica entre hombres y mujeres no siempre es una carrera en paralelo. La percepción que las mujeres pueden seguir carreras hasta ahora tan arraigadas en los hombres, la sociedad aún no ha asumido, como algo natural, la presencia de ellas en determinados escenarios. En las titulaciones más tecnológicas, menos paridad que otras salidas universitarias.
Hoy en día no tiene sentido hablar de “limitaciones de género”, ya que lo verdaderamente importante son las capacidades y habilidades del trabajador. Se exige una mayor seguridad y confianza para romper las fronteras en ciertos ámbitos profesionales, sobre todo en aquellos tradicionalmente sexistas. De hecho las mujeres en los ámbitos más tecnológicos, como ingeniería, robótica o programación, pueden beneficiarse de otro punto de vista más creativo, emocional y humano que tiene el lado femenino.
Estamos en una época difícil para todos en los que no sobran las oportunidades. Las mujeres que se dirigían a una entrevista podían sufrir de un sentimiento de rechazo pues desde la empresa podrían esgrimir que “el trabajo no es para una mujer”. No obstante, sepamos de una vez por todas que ellas ante cualquier trabajo se muestran muy eficientes, disfrutan con sus aportaciones y en poco tiempo se valoran como una pieza más en toda la organización.
Las mujeres tienen una relación más humana en el aspecto social. Son mediadoras y no priorizan la promoción a cualquier precio. Por ello se mejora las relaciones profesionales. Además de lo organizadas que se muestran, trabajan eficientemente por objetivos. Quizá tras el trabajo, no irán con los compañeros a ver el partido mientras se toman unas cervezas. Todas las obligaciones familiares las sostienen sobre sus hombros, pese a ello tienen unos grandes valores en lo profesional y por su puesto de inteligencia emocional.
Estamos de celebración, es el día internacional de la mujer trabajadora, pero me pregunto porque sólo un día. Ellas, son nuestra mitad, madres, mujeres, hijas, las necesitamos y son las piezas imprescindibles y muy necesarias. El mundo actual tal y como lo conocemos, no tendría sentido sin ellas, no lo concebiríamos. Hemos puesto una fecha (¿quizá lo hizo un hombre?), pero me pregunto si con ello acercamos más la igualdad de género. Dejo la pregunta en el aire.