Revista Gente
El cine es un buen indicador de las preferencias sexuales en nuestra sociedad. En pasadas décadas los hombres muy masculinizados eran los galanes, llegando la tendencia a su pico en los años 80, cuando brutales y sudorosos Stallones y Schwarzeneggers pululaban por las pantallas. La situación cambió en los noventa y en la primera década de este siglo, y figuras más afeminadas como Johnny Depp o Leonardo DiCaprio suelen ser preferidos por las mujeres. La tendencia lógica nos hace pensar que un sexo prefiere a los exponentes más alejados de la media del dimorfismo sexual, lo que significa que a una mujer deberían gustarle los hombres con mandíbulas cuadradas, tórax anchos y labios finos. De hecho, esto ha sido la regla habitual, y los antropólogos creen que rasgos como estos son preferidos porque garantizan un éxito reproductivo y un esperma de calidad. Sin embargo, investigadores de la Universidad de Aberdeen han relevado los casos de unas 4.000 mujeres en 30 países diferentes, demostrando que hoy en día las preferencias se inclinan hacia estereotipos más afeminados y alejados del modelo del macho cabrío tradicional. ¿Por qué?