Revista Cultura y Ocio
"De chiquillo me encantaban las grosellas -dijo Kjell Bjarne-. Y ahora no las soporto.
Lo dijo de tal manera que yo comprendiera que, entre tanto, algo había sucedido. Entre otras cosas, había vivido la mitad de una vida y, por algún lugar del camino, le había perdido el gusto a aquellas ácidas bayas rojas."
Conocía de pasada el título de este libro, y sabía incluso de las adaptaciones que se habían realizado. Por eso no dudé en traérmelo a casa y por eso, hoy traigo a mi estantería virtual, Elling.
Conocemos a Elling a través de su propia voz, y también a su amigo Kjell. Este libro es un fragmento de su vida, la de dos personas socialmente disfuncionales que buscan su lugar en el mundo.
Empezaremos poniendo un poco de orden, ya que en el caso particular de este libro parecen haberse empeñado en complicarnos la vida a los lectores. Elling es el primero de los cuatro tomos que conforman la tetralogía escrita por Ingvar A. que se ha traducido al castellano. Pero eso no significa en absoluto que sea el primero, ya que cronológicamente es el tercero. Y es que, en ocasiones, nos llega el más conocido de una saga, en lugar de llegarnos el primero. Cuento esto porque uno puede tener una sensación de desapego por los personajes al comenzar, ya que nos faltan sus comienzos y también al finalizar, en caso de ser uno de esos lectores que esperan saber toda la vida de aquellos que están ante sus ojos. Sin embargo, justo es decir, que yo lo he leído como un volumen único y autoconclusivo sin problema alguno y como tal voy a dar mi opinión.
Elling relata un periodo de su vida muy particular, el del momento en que, junto a su amigo Kjell (y bajo la atenta mirada de Frank), comienza a abrirse al mundo. Juntos forman una pareja dispar: si uno es grande, el otro es menudo; si uno es impulsivo el otro reflexivo... pero ambos comparten su disfuncionalidad social, tienen una enfermedad mental que les provoca unas carencias, unas diferencias, y viven en una sociedad que, por mucho que nos hable de adaptación, soporta a veces no demasiado bien a las personas que son diferentes. Y esta es una de las grandes críticas que esconde el libro. Un libro, por demás, con situaciones francamente divertidas y en el que se incluyen algunas escenas, recuerdo ahora una con poetas, que son para recordar.
El autor parece haber encontrado el tono justo, con la ligereza adecuada, como para que pasados los dos primeros capítulos, la lectura se convierta en un placer ágil del que es difícil desprenderse. Tenemos curiosidad por saber si van a ser capaces de vencer sus miedos, de llevar una vida normal, de lo que les va a suceder... y también de que nos cuenten alguna de sus curiosas aventuras. Y, por otro lado, Ingvar ha sabido jugar sus cartas, ya que no victimiza a sus protagonistas, de hecho, podemos encontrar en el propio Elling, algunos rasgos comunes al famoso Ignatius Reilly, que convierten a este personaje en alguien muy alejado de los habituales "busca afectos sensibleros" de muchas de estas novelas. No siempre le vamos a entender, ni siquiera tiene que gustarnos demasiado, pero eso no significa que la novela no sea un trabajo estupendo de construcción de un personaje que se rige por sus propias, y a veces inflexibles, normas.
El resultado es un libro ligero y divertido a grandes ratos en el que nos muestran una realidad, con las diferencias propias entre los países (entiéndase, del país de lectura a aquel en el que transcurre la acción), cuya lectura es un placer. La evolución de los personajes hasta un final más que satisfactorio, es, sin ninguna duda, uno de los grandes puntos a destacar de este libro cuya lectura os recomiendo.
Y vosotros, ¿sois de los que necesitáis que los protagonistas de las novelas os caigan bien para disfrutar de una lectura?
Gracias.