Revista Sociedad
Ellos, los inmigrantes, luchan por un bienestar mejor, abandonan sus países que están sumidos en la corrupción y en el dolor humano hacia sus ciudadanos, y buscan una luz, una esperanza. Nosotros, ciudadanos europeos luchamos por nuestro bienestar que nos han robado los políticos y el poder económico, buscamos un trabajo, una luz y un futuro. ¿Qué tenemos en común? ¿Qué nos hacen ser iguales? ¿Por qué se empeñan las autoridades en ponernos en contra cuando buscamos una misma finalidad, un futuro para nuestros hijos? ¿Quién es el responsable de nuestra situación? ¿La de ellos y la nuestra? ¿Por qué nos bombardean los políticos y gobernantes de que la inmigración nos va a quitar el trabajo cuando son ellos responsables de hacerlo? ¿Por qué no dicen la verdad a la sociedad y ocultan los desmanes que estamos ocasionando a un continente de por siglos hundido en la miseria a pesar de sus grandes riquezas? ¿Quién se beneficia de esta macabra burla contra los seres humanos y manipulan nuestras conciencias fríamente con un egoísmo sin medida? ¿Por qué les permitimos que cometan crímenes de lesa humanidad mientras dicen estar defendiendo nuestros intereses? Preguntas que contienen una dramática respuesta que se transforma en la falta de derechos y del bienestar humano en Europa o el desastre calamitoso en el que está sumido el continente africano.
Ponte en su lugar, supón que te han quitado las tierras, el trabajo, que donde estas hay grupos armados o intereses militares donde tu vida vale lo que una manzana podrida en una mesa de altos comensales, que tienes hijos que alimentar, que los ves sufriendo, que se mueren de hambre y no tienen sonrisa, ni juegos....¿qué harías tu? ¿no serías capaz de huir de tanta miseria y llegar a un mundo donde te dicen o al menos hay esa esperanza de poder soñar, de comer o encontrar un trabajo digno para alimentar a tu familia que se muere de hambre?. Ellos buscan la libertad desesperadamente y nosotros el bienestar..¿qué nos diferencia?. Ambos estamos destinados a ser carnaza de los poderosos, a que nos expriman nuestra libertad en una democracia absurda y sin sentido y bajo una constitución que solo sirve para que la corrupción siga pastando en el muro de la vergüenza de un país callado y con miedo.
Las multinacionales, bajo las alas de los gobiernos, roban la riqueza de un continente que llora bajo el sufrimiento de millones de muertos. Corrompen a los políticos de unos países inestables donde el servicio para el pueblo brilla por su ausencia y arrasan con los recursos naturales brutos, sin que esos gobiernos de poca monta lo impidan, dejando a cientos de miles de ciudadanos sumidos en la pobreza y el hambre.
Somos especialistas en acabar con nuestros caladeros de pesca y ahora vamos a los de ellos, arrasando y destruyendo la pesca tradicional, obligándoles abandonar su oficio y a convertirse en piratas que después son criminalizados y acusados de terroristas, mientras nosotros bajo el disfraz civilizado, les robamos su pesca y su comida gracias a acuerdos entre gobiernos que solo velan por sus propios intereses sin importarles las consecuencias y el efecto bumerang que trae estas políticas abusivas y deshumanizadas. Se arrasan las selvas tropicales por compañías madereras que son dirigidas por gentes sin escrúpulos que expulsan de sus tierras a los indígenas y campesinos, que forman patrullas paramilitares deteniendo, asesinando, torturando a todo aquel que se resista, con total impunidad y sin que los gobiernos intervengan. Por otro lado, impedimos de forma tajante que los productos africanos que son muchos y muy buenos, puedan competir con los europeos, realizando un boicot de comercio a esos productos que impide el desarrollo de los países que quieren entrar en el comercio mundial. Queremos los diamantes y el coltán para nuestros ordenadores, móviles y armas teledirigidas, tiñéndose de sangre y dolor en su comercio. El 80% del coltan se obtiene de la República Democrática del Congo y para ello, los occidentales alimentamos un conflicto étnico, dando armas a cambio del producto que es obtenido por esclavos al servicio de hombres armados que dicen amar a su pueblo y que sin embargo les explota, tortura y asesina a miles de niños obligándoles al trabajo para la obtención del preciado metal que nos sirve para alimentar nuestra tecnología avanzada. Destruimos sus selvas para plantar monocultivos como la palma de aceite que se emplea principalmente para biocombustible cometiendo con este acto un verdadero crimen de lesa humanidad.
Y ante todo ello....¿qué podemos esperar de los ciudadanos que soportan todas estas miserias y atropellos de los que dicen ser del mundo de los ricos? ¿cómo podemos tener la osadía de odiarlos o impedir la entrada en nuestro país de los que huyen de unos desmanes que nosotros hemos provocado? ¿por qué los políticos no ponen solución al problema donde se origina las inmigraciones masivas? Lo diré...porque es más fácil y productivo poner alambradas y cuchillas cortantes para evitar que entren en nuestro país, que renunciar a la explotación de los recursos naturales de África. Muchos intereses están en juego y de los que el Banco Mundial, la Unión Europea, Estados Unidos o los países asiáticos, tienen suculentos beneficios que no están dispuestos a dejar de ingresar.
Esta la verdadera situación de nuestro continente vecino, cuna de la humanidad y el mas castigado de la historia universal. Nuestros dirigentes intentan ponernos vendas en los ojos y cambian los argumentos históricos y reales, por el miedo y la angustia. Nos dicen que si entran lo tenemos que pagar entre todos los ciudadanos, que nos quitan el trabajo que no tenemos ni si quiera para nuestros jóvenes y nos manipulan para enfrentarnos con ellos y al final apoyemos sin reparos las alambradas o las denominaciones de “ilegales”.
Nos hacen olvidar que detrás de cada uno de ellos, existe una vida intensa llena de sufrimiento, de dolor, de angustia por lo desconocido, de abatimiento por pensar que no son nadie, que son ciudadanos de la nada. Todo ello sin contar que los que han llegado a las alambradas, han sido los más fuertes, los mas capacitados y en su mayoría hombres jóvenes que han superado el suplicio de andar cientos de kilómetros, atravesar los desiertos, ver como se mueren por el camino cientos de miles de compañeros, de mujeres que no han podido resistir, de niños que pierden la vida por desnutrición y enfermedades dolorosas, de robos por mafias que se han levantado entorno a esas columnas de inmigrantes y refugiados....niñas raptadas, mujeres violadas.....un sufrimiento por el cual nuestros políticos prefieren cerrar los ojos y seguir con el estatus imperialista e irreal.
En el monte Gurugú de Marruecos, miles de subsaharianos esperan su oportunidad para saltar, para cruzar al otro lado donde al menos tienen una mínima esperanza de poder alcanzar sus sueños, los mismos que los nuestros, el bienestar perdido por políticos ineptos y corruptos. El que tiene suerte, volverá de nuevo al monte para encontrar otra oportunidad. Los que no, son detenidos antes de alcanzar el objetivo y muchos llevados al desierto, fuera de las fronteras, donde la muerte es segura. ¿Es esta la humanidad que deseamos? ¿Cómo podemos llamarnos humanos cuando permitimos tanto horror y tanta dolor? No lo entiendo. ¿Es que los sentimientos y la sensibilidad ha desaparecido del homo sapiens convirtiéndonos en corazones fríos?. El drama de la inmigración es cruel y podría resolverse si existiera voluntad política entre los países. Pero el silencio y el esconder la cabeza en el agujero de las maldiciones, hace que muchas de estas situaciones se agraven de forma mortal y el mundo siga siendo una humanidad sin conciencia con destino al borde de su propio colapso.
Cuando miremos a los ojos de un inmigrante, debemos ver en ellos que son personas como nosotros, que buscan la paz y el bienestar como nosotros, que sufren por los suyos como nosotros, que desean alcanzar la felicidad como cualquiera de nosotros.
Pongámonos en su lugar, no haciendo caso a los que les critican y les ponen como un problema real contra nosotros. Sabemos que existen soluciones para que no ocurra estas masivas huidas, pero deben resolverse en el origen y no en la llegada a las vallas de la vergüenza, del desprecio más despreciable de la dignidad humana.
PEDRO POZAS TERRADOS (NEMO)