Tras más de una década escribiendo en este blog, hoy debemos realizar una importante rectificación. Tan importante, como que probablemente pone en entredicho algunas de las prioridades que hemos compartido en estos más de once años y medio de complicidades y confidencias. Quizás fue un exceso de consideración. Puede que miedo a parecer insensibles. Una empatía mal entendida. O quizás nos pudo el pudor. Pero lo cierto es que no quisimos (sí, porque fue algo muy consciente) expresar en toda su intensidad una de nuestras principales señas de identidad como familia. Eso que hace que los niños digan que somos "una familia muy 7", hablando de eneatipos: unos auténticos "motivados de la vida".
Samuel con 2 años
Durante años, y en muchas circunstancias, nos hemos abstenido de compartir miles de pequeños momentos que constituían lo que realmente da sentido a la vida. Quizás porque veíamos a nuestro alrededor a gente sufriendo, pasando "fatigas", padeciendo miedo e incertidumbre de modo insoportable para ellos. ¿Cómo podíamos explicitar todo lo que, sin embargo, nosotros estábamos viviendo? ¿No era en el fondo una falta de delicadeza y de tacto hacia esas personas, que soportaban situaciones así? Por eso nos retuvimos. Por eso nos aguantamos. Por respeto, por consideración y por no parecer indiferentes. Matizando mucho, retrasando su relato o incluso omitiendo esas vivencias. Pero ahora creemos que pudo ser un error. Y por eso rectificamos.Dice Pablo D´Ors que hay tres verbos que son los que dan sentido a la vida. En el "cole", cuando éramos pequeños, nos explicaban que hay tres conjugaciones para los verbos: las de aquellos cuyo infinitivo acaba en AR, las de los que acaban en ER y las de los que acaban en IR. Pues bien, también hay tres conjugaciones para la vida, representadas por tres verbos. Descendentemente, la primera es la del verbo SERVIR, que es el que hace que nuestro sentido y vocación se dirija hacia los demás, hacia fuera, hacia el prójimo. La segunda es la del verbo CRECER, que es la que enfoca nuestra existencia hacia la evolución interior, hacia la conexión con el TODO, la que nos hace sentirnos UNO con el Universo, y la que impulsa el descubrimiento de la parte divina que habita en todos nosotros. "Servir" y "Crecer" han sido dos grandes ejes sobre los que hemos compartido muchos de nuestros posts en estos años. Pero ¿cómo conjugar los dos verbos anteriores? ¿Cómo saber que vamos por el buen camino? ¿Qué indicador tenemos para saber que no nos estamos equivocando? Pues por la tercera conjugación de la vida: la del verbo DISFRUTAR.
Pablo, 2021
Por mucho que nos empeñemos, el mundo no está para que lo cambiemos. Está para que lo acojamos, como el regalo que es, y lo disfrutemos. Y si no disfrutamos, estamos perdidos. Pero perdidos, de verdad. Porque el disfrute es el verdadero indicador de que vamos por el buen camino. De que no nos estamos desequilibrando, ni por exceso ni por defecto. El disfrute ayuda a encontrar el punto medio, el punto de equilibrio. En el "servir", evitando que caigamos o en descuidarnos a nosotros o en descuidar a los demás. Y en el "crecer interior" evitando que nos ensimismemos o aislemos del resto, o que ni nos aguantemos a nosotros mismos. Por eso es crucial disfrutar y contagiar disfrute. Por eso no hay nada como ver a un niño o a un perro disfrutando en la playa, corriendo, saltando y "flipando". Y por eso no podemos dejar de hacer apología, exaltación o elogio del disfrute. Porque es el que nos va a dar la clave de que estamos conectados con la vida, fluyendo con ella. Y cuando disfrute, servicio y crecimiento interior van de la mano, en armonía y equilibrio, se acabaron los tabúes sobre el placer o el gozo en todo, incluso en el sexo. Todo forma parte del gran regalo de la vida. Porque a fin de cuentas, la llave para disfrutar de la vida es aceptar cada situación tal como es y hacer lo mejor con lo que tienes.
Eva, 2021
Nuestra hija Eva no lo pudo expresar mejor durante la pandemia. En aquellos meses de zozobra, de miedo generalizado, y de estrictos confinamientos, mascarillas y pinchazos, ella no paraba de decir que estaban siendo los mejores días de su vida. ¿Cómo íbamos a extendernos mucho hablando de ello en el blog en aquellos momentos? Hubiera parecido una herejía. Sin embargo, no había nada más auténtico que su disfrute entre tanto sinsentido. Estaba riendo, gozando, aprendiendo y exprimiendo la vida a cada minuto en aquella familia extendida de ocho en que nos convertimos durante meses. Por supuesto que era incómodo compartir el poco espacio que teníamos entre tanta "peña". Por supuesto que todo era más ruidoso. Y por supuesto que había inquietud ante tanta noticia alarmante. Pero ¿y aquellas comidas interminables? ¿Y aquellas tertulias apasionantes? ¿Y aquellos relatos de lugares lejanos? ¿Y las sesiones de cine apiñados en el sofá? De eso va el disfrute.Mey, 2021
A Mey se le acercaron el pasado jueves un grupo de estudiantes a la salida de clase. Todos ellos eran adultos. Y venían a darle un mensaje: tras estos primeros meses de curso, jamás habían conocido a nadie que disfrutase tanto de su trabajo como ella. Desbordaba entusiasmo y energía en cada sesión. Y eso les contagiaba para involucrarse no sólo en el aprendizaje del idioma, sino en superar sus zonas de confort y sus creencias limitantes. ¿Os imagináis lo que sería de este mundo si todos pudiéramos desparramar ese disfrute en nuestros respectivos trabajos? ¡Sería la "leche"!En casa no somos buceadores profesionales. Ni mucho menos. Pero una o dos veces al año vamos a algún lugar especial para hacer snorkel, como la playa de Rijana o este año el Gran Arrecife de Coral. Y cuando lo haces tan esporádicamente, sumergirte en aguas plagadas de vida, de miles de peces de colores o de corales y algas que derrochan belleza, te transporta a este sentido del disfrute. Es como adentrarte en otro mundo viviendo en éste, porque te introduces y fluyes con ese mundo que tu "día a día" casi te hace olvidar. El disfrute te invita a otra visión del mundo que ya habitabas, pero al que habias dado la espalda. Simplemente haciéndote uno con esas aguas o esa vida que te acoge.
Torrox, 2023
Seguro que habrá algún avezado lector o lectora que piense: "sí, claro, pero a veces la vida trae calabazas, y en esos momentos, pocas ganas de disfrute le quedan a uno/a". Tan sólo recordar ahí, lo que decía Charles R. Swindoll: "La vida es 10% lo que nos sucede y 90% cómo reaccionamos ante ello". Quizás incluso esas calabazas sean una buena llamada para observarnos y replantear cómo reaccionamos ante ellas, y si entre calabaza y calabaza hay espacio para algún que otro disfrute."El Cielo se ha pensado para disfrutar todo lo que, por tontos, no hemos disfrutado en la Tierra". Cuando estas palabras las pronuncia un sacerdote católico como D´Ors, su fuerza es aún mayor. Porque quizás la vida no es un valle de lágrimas, como tantas veces hemos escuchado. Quizás no se trata de "ir tirando", como se suele responder cuando te preguntan cómo estás. Y quizás debamos salir de la espiral permanente de "la que está cayendo", y crear nuestra propia realidad. Una realidad bien cargadita de disfrute hasta los bordes. Toca zambullirse en el disfrute más profundo. Porque nos lo merecemos. Porque ese es uno de los motivos por el que existimos.
PD: Prometemos que habrá más disfrute de aquí en adelante en este blog ;)
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