Revista Opinión

Elpidio

Publicado el 01 mayo 2014 por Romanas
Elpidio
No es fácil ser Elpidio José Silva.
Hay que licenciarse en Derecho con premio extraordinario de licenciatura algo que sólo estudiantes muy excepcionales consiguen. Pero es que, luego, este superdotado obtuvo el nº 1 en las oposiciones de ingreso a la judicatura.
Seguramente hubiera sido el mejor de los jueces españoles en muchos años, pero no lo han dejado.
Los jueces son una casta elitista, cerrada, oligárquica, endogámica, hermética, con leyes todavía más duras que las de la mafia.
Yo he trabajado con ellos durante 50 años o sea que sé muy bien lo que digo.
Lo más parecido que hay en el mundo a Dios es un juez. Nada de aquellos medievales señores feudales, ni hablar. Hay por ahí una anécdota de ese reciente presidente del Tribunal Supremo, TS, y del Consejo General del Poder Judicial, CGPJ, que fue Dívar, al que un diputado del PP le dijo que el hecho de que un documento llevara la firma de un juez no significaba necesariamente que su contenido fuera inatacable, a lo que Divár le replicó: no desprecie tanto la firma de un juez puesto que puede llevarle a la cárcel para toda su vida o arruinarle totalmente.
¿Puede concebirse en un ordenamiento jurídico que no admite la pena de muerte un poder mayor?
El hecho es que un tipo tan inteligente como Elpidio Silva se atrevió a creer en esa propia justicia que él administraba y confiando en ese párrafo de un artículo de esa mierda que es la Constitución española,  CE, que afirma que los jueces son independientes: “Artículo 117: 1. La justicia emana del pueblo y se administra en nombre del Rey por Jueces y Magistrados integrantes del poder judicial, independientes, inamovibles, responsables y sometidos únicamente al imperio de la ley. 2. Los Jueces y Magistrados no podrán ser separados, suspendidos, trasladados ni jubilados, sino por alguna de las causas y con las garantías previstas en la ley”, va el tío y se atreve a iniciar diligencias penales ni más ni menos que contra ese “alter ego” de Aznar que es Blesa. Blesa es “el otro yo” de Aznar porque casi son la misma persona. Estudiaron juntos, opositaron a inspectores de Hacienda juntos, aprobaron juntos y fueron destinado juntos a una ciudad de cuyo nombre ahora no me acuerdo, y en la que alquilaron juntos dos pisos contiguos en el mismo edificio, que sortearon dado que no eran exactamente iguales. O sea que son como dos hermanos, o, si lo prefieren, dos hombres y un destino.
Cuando Aznar llegó a la presidencia del Gobierno, no se olvidó ni mucho menos de su “alter ego” y, como a tal, lo hizo presidente de Caja Madrid, con lo que además de enchufar a su querido amigo, casi su hermano, lograba echarle mano ni más ni menos que a todo el pode financiero que dicha Caja representaba antes de que entre ambos la hundieran al hacerla el vivero en el que se enchufaron a todos los miembros del PP que no lograron meter en otro sitio.
O sea que Miguel Blesa era lo que podríamos llamar Aznar 2º y Aznar era, es y será el auténtico rey de España, hasta el extremo de ser uno de los hombres de la máxima confianza del emperador Bush, que incluso le ha honrado para siempre pintando su retrato.
O sea que Elpidio es un tío inteligente pero no tanto. Porque meterse con Blesa es hacerlo con Aznar y meterse con éste es autosentenciarte a muerte y en ésas estamos.
La suerte de Elpidio es el momento histórico en el que vivimos, o sea que el mundo hoy no es sino una aldea global en la que una mariposa bate sus alas en Australia y sus efectos llegan hasta el último rincón de la Tierra. O sea que Elpidio, como Garzón, hoy, no puede aparecer muerto en una cuneta o desparecer como por ensalmo sin que el mundo entero se echara formalmente sobre este asqueroso país.
Pero lo que sí que puede hacerse, hoy, con la más completa de las impunidades es someterle al simulacro más escandaloso de un proceso absolutamente canallesco.
La justicia es un tótem lacerante al que universalmente se sacrifica todo lo que de justo, honrado y decente hay en este mundo.
Es por eso que yo ataco con toda la dureza de que soy capaz al falaz Montesquieu y  su teoría, que ha concluido por imponerse en todo el mundo, de los 3 poderes, legislativo, ejecutivo y judicial.
No hay más que un poder y todo el mundo lo sabe pero somos pocos los que lo proclamamos “urbi et orbi”: el económico.
Marx nos lo enseñó en una fórmula casi tan escueta como la einsteniana: todo es economía. Todo lo demás no son sino superestructuras económicas.
El poder económico, en las “modernas” democracias, establece a sus hombres de paja, mediante elecciones más falsas que Judas porque no pueden ganarlas sino aquellos que gozan del “placet” y la imprescindible ayuda de los plutócratas.
Y ya tenemos un poder, ¿o son dos?: el legislativo, con todos los diputados sentados en sus sillones en la Cámara baja, pero, ojo, también tenemos al ejecutivo, con el presidente del Gobierno que con su infecto dedo señala a todos sus ministros.
Nos queda, pues, un sólo poder montesquiano por designar, el judicial ¿y cómo se hace?
En nuestro país, teóricamente, de una manera muy aséptica. Oposiciones libres entre licenciados en Derecho. No mediante elecciones entre todos los ciudadanos de determinados distritos, como en otros países, sino por oposición entre los hijos de los que pueden permitirse el lujo económico de tener a sus vástagos 3, 4. 5 , o los años que sean, preparando las pertinentes oposiciones. Resultado: el hijo del presidente de la Audiencia provincial de Murcia, donde yo estudié, el tío más burro de los 70 que estudiábamos en mi curso, logró plaza de juez, como estaba mandado.
El caso es que Elpidio es un tío listo y superpreparado que consiguió acceder a la judicatura con el nº 1 de su promoción y llevaba ya veintitantos años ejerciéndola.
Pero....
A pesar de ser tan inteligente llegó a creer que era verdad lo que decían que estaba haciendo: impartir justicia.
La verdad es que yo a partir de este momento dudo mucho de que sea tan inteligente.
Es posible, “hay gente para todo”, como dijo el Guerra, torero, cuando le presentaron a Ortega, como filósofo, que él, Elpidio, en su propio juzgado administrara justicia honesta e imparcialmente, pero, coño, ¿y a su alrededor, es que estaba ciego?
El caso es que,m un día, por el jodido reparto de asuntos, tuvo la mala suerte de que le tocara el pleito de Blesa y a él le dio igual, a lo peor, él creía que Blesa era un tipo como los demás, un hijo de vecino como usted y como yo y comenzó a tratarlo judicialmente de una manera absolutamente normal.
Craso error, Elpidio, Blesa, como aquel otro amigo de Aznar que compartió pupitre con él  en uno de los muchos colegios a los que este hombre ha ido por eso es tan culto, y cuyo nombre ahora mismo no recuerdo, al que hizo ni más ni menos que presidente de una de las 10 mayores empresas del mundo, mi querida y añorada Telefónica, una jodida empresa que tiene en todas y cada una de nuestras casas un  canallesco grifo del que no cesa de manar ni un instante un chorro de oro fino pero constante, de tal modo que ahora mismo, el embalse de oro de la Telefónica española, da para que del mismo modo que antes daba Caja Madrid para enchufar a todo aquel del PP que lo necesitara, ahora, allí, en esa infinita piscina de oro, nadando como gusarapos, se hallan todo aquellos miembros del PP que no tienen otro lugar donde hacerlo, el marido de la vicepresidente Sorayita y ese inefable cara dura, Zaplana, que no se resistió a afirmar que él había entrado en política sólo para forrarse, como todos.
El caso es que Elpidio comenzó a investigar a Blesa normalmente, como a cualquier otro, pero, coño, es que, de pronto, se encontró con que el tío no sólo había utilizado Caja Madrid como si fuera realmente suya, dándolo, por ejemplo, al Madrid todo lo que necesitara para fichar a quien le diera la gana, sin tener, luego, que acreditar ante todos nosotros, que somos los paganos, que el Real le había devuelto el préstamo, no, no, pero, coño, si no hacía ninguna falta, acaso el RM no es patrimonio de todos los españoles, ni más ni menos que la marca España, no sólo le dio todos los millones que le pidió el tal Diaz Ferrán que no era ni más ni menos que el presidente de todos los empresarios españoles y, por tanto, también tenía, como el Madrid, licencia para matar, sino que enchufó en la susodicha Caja a todos, absolutamente a todos los del PP que no tenían todavía un sitio donde cobrar una buena nómina.
De modo que Elpidio, pulsó un botón y comenzaron a aparecer emails de todos los peperos pidiéndole a Blesa millones de euros con el más ínfimo/fútil de los pretextos: para comprarle los cuadros de un amigo de Aznar que no tenía quién se los comprara y que, al no hacerlo, motivó una ferocísima represalia del hijo de éste, que le llamó de todo menos agradecido, pero hubo algo que sobrepasaba cualquier motivo, el tal Blesa, así, por las buenas, compró un Banco de Florida que estaba en la más puta de las ruinas, ¿por qué?, ah, no consta en autos que fuera porque Aznar o su hijo se lo ordenara, pero el gasto era tan absurdo como el de los ya mencionados cuadros del amigo de Aznar.
Y, abierta, la trocha, Elpidio, se encontró también con que el jodido Blesa había ordenado a todos esos peperos que manejaban las sucursales de la famosa Caja que le vendieran a todos los jubilados españoles que pasaran por la puerta de sus sucursales la que es, sin duda, la mayor estafa bancaria que jamás se haya cometido, unas acciones que irrisoriamente han tenido el dinismo de llamar preferenciales, porque el capital no se devuelve nunca y los intereses, ¿ha dicho usted intereses, cómo van a pagar intereses entidades que nacen y permanecen en quiebra?
Ante un delincuente de este tipo, un juez normal como seguramente por aquel entonces era Elpidio, ordenó lo que otro cualquiera hubiera hecho, la prisión preventiva de Blesa, sin fianza para que un tipo así no se fuera a un país que no tenga pactada la extradicción con España, pero el tipo este recurrió y los jueces superiores a Elpidio, ¿como no? Admitieron su recurso y Blesa salió a la calle en menos de 24 horas.¿O es que España no es un perfecto Estado de Derecho enel queno se permiten las arbitrariedades judiciales?
Pero Elpidio no se dio por derrotado y volvió a enchiquerarlo esta vez bajo fianza de no sé cuántos millones de euros que el interfecto reunió en un plis plas.
Pero las fuerzas del orden real ya estaban desatadas. Motivos no faltaban: ¿cómo y por qué un juez de mierda que nadie sabía muy bien de dónde coño había salido se atrevía a meterse ni más ni menos que con el que había sido realmente el auténtico cajero a fondo perdido del PP?
Y la situación se invirtió totalmente, el juez Elpidio, sí, aquel, que, como ya vimos antes, según la mierda de Constitución que tenemos, “los Jueces y Magistrados integrantes del poder judicial, independientes, inamovibles, responsables y sometidos únicamente al imperio de la ley......no podrán ser separados, suspendidos, trasladados ni jubilados, sino por alguna de las causas y con las garantías previstas en la ley”, en un santiamén, fue separado y suspendido de su cargo jurisdiccional por el presunto delito de prevaricación al haberse atrevido a meter en la cárcel a fin de que no tomara las de villadiego o se dedicara a destruir pruebas como seguramente estará haciendo ahora.
Y aquí está la palabra mágica, coño: prevaricación.
Delito que comenten los jueces, cuando a sabiendas, dictan sentencia o  resolución injusta: artículo 446 del Código penal.
¿Es injusto que el juez Elpidio, en pleno proceso judicial contra un presunto delincuente de la categoría y entidad de Blesa, dictase auto de prisión contra él, siendo así que se trata de un señor supermillonario, veanse sus exóticas cacerías que superaban incluso a las del Rey, ante 2 indiscutibles peligros, huida a un país sin extradición con España o que se dedicara a la destrucción de pruebas?
Yo, personalmente, creo que en este caso concurrían los 2 peligros claramente.
¿Dónde está, entonces, la prevaricación? ¿Acaso no es esto lo que está haciendo, por ejemplo, la juez Alaya con algunos de los procesador en el caso de los Eres andaluces?
¿Por qué prevarica Elpidio y Alaya, no? ¿Porque Blesa es un alter ego de Aznar y los andaluces, no?
Vayamos a la esencia del delito de prevaricación.
La sentencia o resolución ha de ser injusta. ¿Qué es lo injusto? Perogrullescamente, lo injusto es aquello que contradice la justicia, pero ¿qué coño es la justicia?
Ulpiano ya lo dijo de una manera absolutamente insuperable: “honeste vivere, alterum no laedere, suum cuique tribuere”, vivir honestamente, no dañar a otro y dar a cada uno lo suyo”.
¿Vivía honestamente Blesa, haciéndose dueño, en toda la extensión de la palabra “dominio”, como el derecho de usar, disfrutar y disponer de una cosa sin más limitaciones que las establecidas en las leyes.
Antes, las definiciones de “dominio”, comprendían también la facultad por parte del dueño de abusar de la cosa de su propiedad: “ius utendi, fruendi atque abutendi re sua”, o sea, el derecho de usar, disfrutar e incluso abusar de la cosa propia.
Ya, no, después de siglos de influencia socializadora, esta ominosa facultad absolutamente absurda ha desaparecido de todos los códigos civilizados mundiales.
Pues, bien, para Blesa, no. Porque él era otra de las personas de Aznar y Aznar había podido impunemente, declarar una guerra contra un país inocente y masacralo hasta un límite humanamente inconcebible.
Al lado de lo que había hecho Aznar, lo que hacía Blesa era un simple juego de niños, manejar el dinero de una manera incorrecta, por favor, no comparen ustedes.
Seguramente, no hay en todo el organigrama de Caja Madrid, hoy la canallesca Bankia, una sola persona que no le deba algo a Blesa, ¿no era lógico, que Elpidio tratara de imposibilitar a Blesa para que no pudiera pedir a sus deudores que hicieran desaparacer documentos y otra clase de pruebas que le incriminaran?
En cualquier caso, lo que no es la resolución de Elpidio es arbitraria, sino solidamente fundamentada en la situación.
Entonces ¿por qué todo el organigrama jurisdiccional madrileño se ha apresurado a machacar a Elpidio, habiendo, como hay, millares y millares de asuntos pendientes desde hace decenas y decenas de años? Las prisas se deben al carácter decididamente amenazador del caso  Elpidio, visto que lo sucedido en el caso Garzón no ha impedido que la tesitura haya vuelto a repetirse: que un juez quiera cumplir la que es su misión esencial de impartir justicia, con los ojos absolutamente vendados, o sea, sin hacer acepción de personas: si los denunciados, si los querellados, son franquistas, es igual, si el procesado es el alter ego de Aznar, es igual.
Son 2 colosales errores de cálculo que demuestran que ni Garzón, ni Elpidio, han aprendido nada en las decenas de años que han permanecido en la jurisdicción.
En España, se puede hacer justicia en casos absolutamente banales, pero de ninguna manera cuando hay el menor atisbo de interés político económico en el asunto.
Pero cuando yo comencé a escribir sobre esto fue el domingo, después de ver el programa ese de La Sexta del sábado, en el que se trató especialmente el caso Elpidio.
Es absolutamente lamentable que lo más florido y actual de la prensa española diera un espectáculo semejante. Había incluso una señora que no había sido ni más ni menos que la esposa del juez Bermúdez, autora de una serie de artículos y libros sobre temas juridisccionales y no sé qué cargo del Consejo General del Poder Judicial, CGPJ, y era la que con más ferocidad, superior incluso a la de esos dos perros de presa de la ultraderecha española, Maruenda e Inda, atacaba al pobre Elpidio porque, al fin, sí, había sabido utilizar sabiamente los recursos procesales que no tiene más remedio que conocer por sus 22 años de  ejercicio+ y conseguir de una manera auténticamente heroíca que ese canallesco simulacro de juicio se suspendiera.
Porque el juicio a Elpidio, como creo que acabamos de demostrar más arriba, es un canallesco simulacro porque este nuevo mártir de la judicatura que pronto se unirá al santoral junto a Garzón, no sólo no ha cometido prevaricación puesto que toda medida judicial que marque la ley para evitar dejar actuar a sus anchas a un presunto delincuentecomo Blesa no sólo no puede ser injusta sino absolutamente necesaria.
Pues, bien, todo ese monstruoso elencos ¿de periodistas? Excepto el antiguo director de Público, que ahora no recuerdo como se llama, hicieron una insuperable exhibición de su fondo canallesco de reptiles, pidiendo la cabeza de Elpidio en bandeja de plata porque se había defendido como un auténtico león ante un tribunal de pacotilla en el que incluso había una antigua funcionaria de Caja Madrid/Bankia.
Absolutamente bochornoso, plenamente demostrativo del país en que vivimos. Cuanta falta que nos hace un nuevo Cicerón que nos gritara a todos en la propia jeta: “¿Ubinam gentium sumus, in qua urbe vivimus?”, entre qué gentuza estamos y que mierda de país es este en el que vivimos.

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