"Ya nos vamos a casa, mi amor", le dice el personaje de Amaia (Laia Costa) a su bebé en el final de Cinco Lobitos (Alauda Ruiz de Azúa, 2022). El hogar como punto e partida al que volver siempre, desde el que empezar una y otra vez. Un hogar que cambia, aunque el primer hogar nunca deja de serlo. En Cinco Lobitos, el personaje de Laia Costa vuelve a casa de sus padres para que le ayuden con el cuidado de su primer hijo. En ese trayecto, la enfermedad de su madre le hace atravesar un duelo materno filial donde ser madre e hija a la vez le enseña las dificultades de ambos papeles.Casi como si una continuación de Cinco Lobitos se tratase, Els Encantats (Los encantados) cuenta la historia de Irene, interpretada nuevamente por Laia Costa, que en medio de su divorcio debe separarse de su hija de cuatro años por primera vez, al tocarle unas semanas con su padre. Perfilando nuevamente un retrato sobre la crisis de identidad, sobre el peso maternofilial y los fracasos de la vida adulta, la nueva película de Elena Trapé se enmarca en una reciente corriente rural donde la lectura de la crisis de toda una generación respira un profundo desencanto.
Irene, incapaz de adaptarse a su nueva realidad, decide viajar a un pequeño pueblo del pirineo catalán donde tiene una casa de sus padres, buscando recuperar la seguridad y la calma que siente que hace tiempo ha perdido. Pero el lugar, que en el pasado fue tan familiar, se presenta poco a poco tan abrumador como su nueva vida y la acabará forzando a dejar de huir para enfrentarse a sus miedos. Unos miedos que Trapé, a diferencia de otras películas nacionales de cierta tendencia didáctica, nos los enseña con la mayor sutileza y fluidez posible.Els Encantats (Los encantados) es una película que podría fácilmente ser despreciada por su inclusión en un cine de autor demasiado manido dentro del cine español. Un cine que busca el naturalismo, pero casi siempre escondiéndose en una profunda construcción textual que no permite del todo reflejar con la delicadeza que pretenden los diferentes dilemas propuestos. Solo este año tenemos el ejemplo de una obra como 20.000 especies de abejas, y en 2022 como Alcarras o la comentada Cinco Lobitos. Todas ellas películas que enfocan su mirada en entornos rurales para radiografiar un mundo personal en crisis.La diferencia que tiene Els Encantats (Los encantados) con estas películas, es que su aparente sencillez se es fiel en casi todo momento. La cámara sigue a la actriz Laia Costa con detenimiento y sin recurrir a subrayados. La historia, estructurada de manera brillante para que los dilemas se deslicen sin necesidad de verbalizarlos (solo su escena final cae un poco en este error), se desenvuelve con un ritmo pausado, pero siempre con la sensación de que algo está a punto de estallar. El personaje de Laia Costa se construye a través de los espacios y las miradas, y unos personajes secundarios que proponen diferentes reflejos sobre los que descifrar sus dudas.Recuerda, de buena manera, a las películas francesas de los años 70 y 80. Al cine de Eric Rohmer, donde la apariencia de que no sucede nada, va dejando paso a una catarata de emociones que descansan en un misterio donde todo lo que se habla no sucumbe precisamente a necesidades del conflicto, si no que producen una construcción de lo real que va cimentando poco a poco los lugares conocidos para todos los espectadores, aquellos en los que podemos reflejarnos sin necesidad de que la propia película nos empuje a ello.Elena Trapé ha creado un retrato hermoso y doloroso sobre encontrarse perdido. Sobre el desencanto de una generación que ha sido criada con la falsa sensación de que se podía alcanzar todo, y que la realidad adulta les ha quitado de un plumazo. Pero ahí están los hogares, los lugares seguros, para regresar una y otra vez a intentar encontrarse. Irene lo hace en la casa de sus padres en el campo, donde dejó una adolescencia llena de entusiasmo. Ya no hay nada de eso, pero sigue siendo su hogar. "Me vuelvo a casa", dice a su exmarido en la última escena de Els Encantats (Los encantados), uniéndose directamente con el final de Cinco Lobitos. Quizá queriendo expresar que hemos convertido el mundo en algo demasiado grande y rápido para nosotros. Que el hogar esconde nuestro recorrido vital desde el que poder siempre (re)construirnos.
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- ##check## Lo bueno
- Su calma a la hora de construir los dilemas internos de su protagonista y la interpretación de Laia Costa.
- ##times## Lo malo
- Una escena final que verbaliza parte del conflicto, cuando la película se había ido construyendo con más sutileza.
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- Ambientación 7.0
- El Pirineo Catalán, precioso e inmenso en su búsqueda de libertad, que esconde aun así escollos de nostalgia y oscuridad.
- Desarrollo de Personajes 8.0
- El personaje de Irene se construye desde el silencio, sin verbalizar nada, pero con los puntos tan bien desarrollados que engancha y sorprende.
- Argumento / Guion 7.0
- En su aparente sencillez, en una historia que parece no contar nada especial, se sustenta un guion perfectamente construido en sus emociones.
- Banda Sonora 7.0
- Buena. Aporta cierta densidad y misterio a esos sentimientos que están apunto de estallar en su protagonista.
- Entretenimiento 5.0
- Es una película calmada y que puede aburrir a espectadores que no compartan su estilo. Los que disfruten de historias íntimas y construidas con paciencia, disfrutarán de ella.
- Montaje / Innovación técnica 7.0
- Un buen montaje, a través de miradas e intentando dar un ritmo natural a toda la propuesta.
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- Puntuación Total 7 / 10