En todo este tinglado, el Sr. Rajoy Brey, tuvo poco que hacer, como en el resto de las cosas. Incumplio buena parte de su programa, y la justificación de la herencia recibida tampoco es compatible con modificar cada semana el déficit heredado justificando desconocimiento de los datos. Hacerse cargo de un país precisa más seriedad y menos improvisación que la ofrecida por el PSOE de Zapatero, pero los populares tampoco supieron estar a la altura de las circunstancias: La subida de impuestos, los recortes en sanidad y en educación, la forma indirecta en la que se mermaron las pensiones, el castigo al funcionariado y otros temas no económicos, como la designación de los miembros del CGPJ o la nueva ley de tasas judiciales, son claros ejemplos de incumplimiento del programa que ellos mismos habían elaborado. La intención de voto desampara al ciudadano, que tiene que elegir entre un PP que no se ajusta a su propio programa y un PSOE en descomposición, lo que puede dar todavía más alas a los nacionalismos aldeanistas y minoritarios, algo que resulta nefasto para el país en general, reviritiendo en particular sobre los propios independentimos locales.