Revista Coaching
Cuando una mujer se queda embarazada y quiere que su hijo crezca sano asume la responsabilidad de seguir una serie de pautas , alimentarse adecuadamente, vigilar su peso, observarse para percibir cualquier síntoma que indique que algo no va bien, intentar estar tranquila y realizar actividades agradables para que su bebe crezca en un ambiente lo más sano posible. La mujer pone en primer plano la salud de su hijo y empieza a relativizar todo lo demás. Además la transformación experimentada por su cuerpo le lleva a la lentitud y al reposo. Visto desde fuera parece muy fácil, pero sobre todo en esta sociedad en la que vivimos en la que nos hemos complicado tanto la vida, las mujeres que han sido madres saben el esfuerzo que han tenido que hacer y que el dolor de tener un hijo no se reduce solamente al parto.
Se me ocurrió pensar que todos podríamos adoptar esta actitud de cuidado de nosotros mismos pues al fin y al cabo todos tenemos un niño en nuestro interior. Todos podemos tomar la decisión de relativizar y ponernos a nosotros mismos en primer plano. Lo primero es nuestra salud, nuestra felicidad y paz interior. Podemos pararnos, dejar de correr, empezar a mirarnos, observarnos, mimarnos, y reírnos un poco de tantos problemas. Los niños viven plenamente el presente, disfrutan del juego, de la risa, se fijan en las flores, están en el ahora. Eso es lo que quiere nuestro niño interior y nosotros podemos dárselo.No es fácil, no se consigue dejándose llevar, no sale solo. Exige disciplina y trabajo interior. Podríamos decir que es también como un pequeño parto. Seas hombre o mujer tienes la oportunidad de darte luz a ti mismo. Toda la vida estamos naciendo y muriendo.