Revista Opinión

"Emigro a Honduras"

Publicado el 08 diciembre 2010 por Franky
La "fechoría" que los totalitarios quisieron perpetrar en Honduras está olvidada. Zelaya es un "residuo" y Hugo Chávez ha sido derrotado, lo que representa un éxito para la gente de bien y la democracia. Los que apoyaron al presidente que quería instaurar la dictadura personal bolivariana en Honduras, entre ellos el español Zapatero, deberían pedir perdón. Honduras ha dado un ejemplo a muchos países, incluídos algunos con aureola democrática. Enhorabuena. --- Mi amigo Pepe es radical y poco amigo de las cobardías e hipocresias. Cuando escribe artículos en la prensa, a veces se los rechazan porque el responsable de las páginas editoriales siente vértigo ante sus claras y firmes verdades. Sus clases en la universidad son un modelo de rigor, sin concesiones a las mariconadas y traiciones. Dice que lo peor de la España actual es la cultura "progre", incapaz de defender un sólo valor o principio sólido. Si sigue así encontrarán la forma de echarlo o de prejubilarlo.

Me lo encontré la semana pasada. Venía de la bibliotesa de la Universidad y me disparó a bocajarro: "Me voy de España. Emigro a Honduras. En ese pequeño y pobre país, en cualquier reparto de Tegucigalpa o San Pedro Sula, hay más dignidad y decencia que en toda la España de Zapatero, plagada de cobardes y de corruptos. Los hondureños han dado un ejemplo mundial de rigor democrático y de respeto a la Constitución expulsando al fantoche Zelaya, un vulgar sometido a Hugo Chaves, pero Zapatero y sus "progres" quisieron devolverle el poder, sin importarles que el pueblo hundureño se haya pronunciado en las urnas".

Aunque si yo tuviera que exiliarme preferíría ir a Italia o Estados Unidos, me entraron ganas de irme con él a Honduras, al menos una temporada, entre otras razones porque me gustaría felicitar personalmente a los hondureños por su gesta, por haber defendido su Constitución frente a los neofascistas bolivarianos del "Socialismo del Siglo XXI", una jauría dañina que está operando an Latinoamérica como un cáncer maligno, por haber resistido con envidiable firmeza ante el rastrero acoso de los antidemócratas de medio mundo.

Antes de separarnos, coincidimos y nos alegramos de que en la Cumbre Iberoamericana de Lisboa los defensores de Zelaya, con Zapatero y el rey Juan Carlos a la cabeza, hubieran sido derrotados y no lograran arrancar, como querían, una declaración de apoyo al depuesto Zelaya, el amigo del totalitario Chávez y de los hermanos Castro, dictadores de Cuba. Pero también nos entristecimos de que en la Cumbre Iberoamericana de Buenos Aires Honduras haya sido marginada, bajo el pretexto de que hay que condenar los golpes de Estado.

Los golpes son buenos o malos, según quien los dé y quién se lo den. Si es el pueblo el que se alza contra un tirano, el golpe no sólo es bueno, sino heroíco. Ese tipo de golpe está en la Ley Natural y aparece como derecho en algunas constituciones democráticas, con la de de Estados Unidos al frente.

El rechazo de los presidentes latinoamericanos al golpe de Estado no es una actitud democrática sino una defensa corporativista de sus puestos y privilegios. La lucha contra el gobernante inicuo no es un derecho sino un deber para cualquier ser humano decente y más todavía para los demócratas.

¿Qué van a decir dirigentes tan ajenos a la democracia y al sentir de sus pueblos como muchos de los que se reunen en las cumbres latinoamericanas? De la opresión sólo puede surgir opresión.

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