
La anécdota sirve para explicar lo que está ocurriendo en España con la muerte de Emilio Botín, un hombre que ha creado uno de los principales imperios bancarios del mundo y que ha aportado valor, riqueza y miles de puestos de trabajo a España, su patria, pero al que eso no le ha servido para concitar el respeto y la admiración de muchos de sus paisanos, que le odian y desprecian precisamente porque ha sabido triunfar en la vida y acumular poder y dinero.
He leído en las redes sociales apelativos terribles dedicados al banquero recién muerto. Su cuerpo todavía estaba cliente cuando alguien le llamaba "el puto amo" y otros aseguraban que "no tenía corazón". Otros cientos le llamaban "mala persona" y no han sido pocos los que han rebuscado en su biografía para destacar sus errores y abusos, que los habrá cometido, como casi todos nosotros.
Personalmente, no me gustan los banqueros porque su profesión, como está diseñada, les conduce a generar dolor y a practicar abusos parecidos a la usura y la estafa, pero doy gracias al cielo porque todavía sé respetar el mérito y el éxito como un patrimonio valioso de la raza humana, como una fuerza que hace avanzar la Historia.
Desde este blog crítico llamado Voto en Blanco, desde el que fustigamos a diario la corrupción, la maldad, la antidemocracia, los abusos de la casta política y las canalladas de los poderosos, rompemos una lanza por Emilio Botín, al que hay que reconocerle el mérito y el valor con la misma fuerza y decencia con que se le descubren y afean sus posibles errores y abusos.
Emilio Botín fue incansable trabajador, audaz, imaginativo, mecenas y un gran profesional de la banca. Fue un español con indudables méritos y al no reconocerlos España se llena de oprobio.
Y que conste que me gustaría ser un cangrejo ruso o francés antes que un cangrejo envidioso e insolidario, "Made in Spain".