Revista Literatura

Emily roberts

Por Acalvogalan
EMILY ROBERTS

Mencionada por:
Luna Miguel Odile L’Autremonde*
Menciona a:
Odile L’Autremonde
Luna Miguel Laura Rosal
Juan Bello
Sergio Espinosa
Berta García Faet
Jorge Segarra
Sara R. Gallardo
Bio-bibliografía
Emily Roberts (Ávila, 1991) vive en Madrid, donde estudia Filología Inglesa en la Universidad Complutense. Poeta y narradora, ha publicado los relatos cortos Las hadas de Arlington Row (2008), Rutinas (2009) y El vuelo pálido de los pájaros (en prensa) en las publicaciones colectivas del premio Jóvenes Creadores del Ayuntamiento de Ávila. Sus poemas y relatos han aparecido en las revistas Retratos Magazine, Ohio Magazine y Poesía Salvaje, y en la antología Tenían veinte años y estaban locos. En 2011 publicará su primera novela. Tiene un blog: http://emilyrobertswrites.blogspot.com/
Poética
i.
Escribir
sobre lo que conoces,
es decir:
tú misma,
y ni siquiera lo sabes.
ii.
yo no escribo el poema:
el poema me escribe a mí
Poemas

DECLARACIÓN DE INTENCIONES

La vida no era
un monstruo
ni un laberinto,
la vida era
el espacio que hay
entre tus costillas
y las mías,
hueso a hueso
hasta la médula,
compartiendo
respiración.
La vida era
el continuo tránsito,
el vértigo de
querer lanzarse al vacío
y dejarse romper
para volver a ser
otra.
Decir así,
con los ojos llenos
de mentiras
o literatura:
viniste aquí a vivir,
no a salir con vida.
PHONETIQUE
pronuncio el nombre de las cosas tristes
que ya son viejas
y no lloro.
pronuncio tu nombre como un gato
que maúlla y se retuerce
en los brazos de otro.
pronuncio el silencio y tiemblo
ante el frío de la palabra,
defensa y soledad.
las luces se pasean por las calles
como lunas nuevas
y más brillantes.
las paredes derruidas por dentro
parecen limpias a primera vista.
porque el frío no se pronuncia
porque el silencio no se pronuncia
porque la muerte, tan abrazada a nuestros alientos,
nunca se pronuncia.
NEGATIVO
adolece tu cuerpo
de todas esas caricias rotas
egoístas
escritas
en alguna esquina
del parque de los domingos
cuando llevabas
ese abrigo largo
y aún ibas de la mano.
adolece tu cuerpo y sin embargo
buceas
con la mirada miope
por los barcos calientes
que surcan tu cuello,
tu cuello de adolescente,
tu mejilla de adolescente,
tu boca de adolescente
callada y sumisa,
de adolescente vana
e insolidaria.
adolece tu cuerpo y los demás creen que adoleces
de corazón,
de tu corazón enlatado
como el de un niño
viejo
o un muñeco
de porcelana.
adolece tu cuerpo
de todo dicen que adoleces
(de razón,
de verdades,
de prejuicios
y dolencias),
pero tú pactas
gastarte entera
volcar el vaso hasta
ser transparente,
de cristal.

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