Revista Deportes

EMOCIÓN (Crónica 3ª de abono Feria de Málaga)

Por Malaka

DOÑA EMOCIÓN (Crónica 3ª de abono Feria de Málaga)

 

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Victorino Martín regresó a Málaga y lo hizo por la puerta grande. Su corrida se convierte en seria candidata al premio de mejor corrida de la feria. La casta de los Victorinos puso de manifiesto cuáles deben ser los ingredientes necesarios para crear emoción; en el ruedo y en los tendidos.
(Fotografías: @SantanadeYepes)

Plaza de Toros de Málaga
Martes 20 de agosto 2013 / 3ª de abono / Menos de media plaza
Se lidiaron seis toros de Victorino Martín, desiguales de presentación y juego. El 1º con nobleza y clase. Buenos 4º y 5º. Complicados 3º y 6º. Y sin casta ni clase el 2º. Además, el 1º y el 6º estuvieron muy justos de fuerza.

ANTONIO FERRERA: estocada baja (Una oreja) – Pinchazo sin soltar y estocada (Saludos desde el tercio) – Media atravesada, saliéndose (Una oreja con petición de la segunda)

JAVIER CASTAÑO: pinchazo saliéndose, pinchazo y seis descabellos (Silencio) – Pinchazo recibiendo, estocada tendida y atravesada  y dos descabellos (Vuelta al ruedo tras aviso) – Tres pinchazos traseros y un descabello (Silencio)

Saludaron los banderilleros David Adalid y Fernando Sánchez en el segundo. Adalid en el cuarto y de nuevo los dos en el sexto. En el último también fue obligado a desmonterarse el subalterno José María Soler tras un quite oportunísimo.

Ovación para los picadores Aitor Sánchez (segundo toro) y Tito Sandoval (cuarto toro)



 

DOÑA EMOCIÓN

Por José Daniel Rojo

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Victorino Martín lidiaba ayer tarde su cuarta corrida en La Malagueta, una plaza donde no se guardaba buen recuerdo del ganadero de Galapagar. Y ayer, por fin, pudo desquitarse al lidiar una corrida en la que destacaron sobremanera tres toros. La casta se hizo presente y con ella la emoción que pudimos vivir en una tarde entretenida en la que hubo también otros detalles que, siendo unos mejores y otros peores, contribuyeron al espectáculo que todos deseamos; ¿todos? Pues… viendo como va la temporada parece que las figuras de postín no piensan igual y no tienen los mismos deseos que el aficionado.

Tres toros, primero, cuarto y quinto, permitieron un triunfo gordo de los toreros. Otra cosa es lo que hicieron. Sobre todo el cuarto, un toro importante, del que a buen seguro nos acordaremos durante el resto de la feria y con el que Ana María Romero, presidenta de la plaza, podría haber tenido el detalle merecido de premiarlo con la vuelta al ruedo. Mención aparte merece la petición de indulto por parte de algunos licenciados en Tauromaquia en la Universidad de Canal Sur Televisión.

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Hacía mención anteriormente a que hubo detalles que marcaron la tarde. Ayer dos toreros heridos hace unos días en Gijón hicieron el paseíllo aún convalecientes. No es determinante, pero he ahí el primer detalle de la tarde. No es fácil reaparecer en las mencionadas condiciones y menos aún en una de Victorino y encima, mano a mano. Mis respetos. Otro de los detalles y con el que ya contábamos, era la presencia de la cuadrilla de Javier Castaño, que con el beneplácito de su matador está engrandeciendo la suerte de varas y el tercio de banderillas. La presencia de dichos subalternos aportaba, en gran medida, algo de sentido a este desafío ganadero. El guiño de Antonio Ferrera al subalterno Fernández Pineda permitiéndole hacer un quite, el compartir banderillas con David Adalid y Fernando Sánchez y un quite de premio por parte del subalterno José María Soler en el sexto toro de la tarde fueron otros condicionantes que contribuyeron a la emoción que allí se vivió. La Banda de Música Miraflores – Gibraljaire también se quiso sumar a la corrida detallista rompiendo a sonar en el último tercio de banderillas que protagonizaban dos toreros de plata, Adalid y Sánchez. Es la primera vez que esto se ha hecho en Málaga. Pero ojo, que también hubo otros detalles que provocaron que pusiéramos los pies en la tierra y fuésemos conscientes de que, a pesar de todo, emoción, detalles, torería…, caminamos hacia una tauromaquia 2.0, muy light y conformista y en la que se destaca fundamentalmente al torero por encima del toro. Ayer todo lo bueno fue posible porque hubo toros, con casta y que, si me permiten, hubo momentos que estuvieron por encima de los toreros. Hubo también un matador de toros que no hizo honor a su profesión, la de matador, y se dedicó a apuntillar con el descabello a sus oponentes. Todo esto también merece ser contado, aunque resulte incómodo. Porque ayer fue una tarde de contrastes; de sol y sombra; de emociones intermitentes.

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El primer Victorino, el peor presentado, fue un toro noble, con clase pero al que le faltaron fuerzas. Lo recibió Ferrera a la verónica pero con la figura muy encorvada. Con esa postura no solo consigue afear el pase sino que, además, echa el culo fuera. Lo banderilleó siendo el mejor par el tercero, de dentro afuera. En la muleta comenzó el trasteo al natural, pero todo fue a media altura, sin entrega, sin verdad. Aquí en Málaga eso se premia con una oreja. En otros sitios es regalo, pero aquí es premio. Aunque la estocada cayera muy baja. Da igual. El tercero de la tarde, que lo brindó a Estrella Morente y Javier Conde, fue un animal que se orientó pronto y que empezó a “tobillear”. Macheteó a su manera Ferrera y saludó desde el tercio por el esfuerzo que algunos vieron. Y en el quinto sí tuvo el torero ibicenco afincado en Extremadura algunos detalles dignos de aplauso. Invitó al sobresaliente Fernández Pineda a hacer un quite. Lo poco que cuesta hacerlo y lo bien que se queda. Algunos toreros debían copiar el ejemplo. Luego compartió tercio de banderillas junto a la cuadrilla de Castaño, Adalid y Fernando Sánchez y casi le cuesta un disgusto a Ferrera. Primero pareó bien David Adalid, luego Fernando Sánchez, con sus particulares y chulos pasos toreros, resultó feamente cogido salvándose de milagro de la cornada, y el tercer par, meritorio, al quiebro por los adentros a cargo de Ferrera, que viéndose en aprietos recibió el quite a cuerpo limpio de Fernando Sánchez. La plaza en pie. En la muleta, ante un potable toro de Victorino, volvió a estar vulgar, encadenando series al hilo del pitón. Tras una media estocada atravesada, el público emocionadísimo pidió las dos orejas para el torero. Afortunadamente quedó en una nada más. Meritoria. Pero una.

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Javier Castaño está viviendo últimamente de las rentas. Francia y su cuadrilla han colocado al torero en una posición en la que no durará mucho si no pone remedio el salmantino. No termina de verlo claro y se le viene el cielo a tierra cuando se acerca la suerte suprema. Hasta tal punto, que es capaz de sacarse de la chistera una petición de indulto que, evidentemente, no procedía. Ocurrió en el cuarto de la tarde, un gran toro de Victorino picado por Tito Sandoval y que en la muleta tuvo mucho que torear. Alguna tanda buena al natural pero donde le faltó siempre cruzarse y ceñirse más con el animal. Hubo algún enganchón y desarme. Lo mejor llegó cuando paró la música e instrumentó Castaño una tanda de naturales donde aguantó varios parones del toro. Aún así toda la faena estuvo ayuna de profundidad y hondura. Tras fallar con los aceros dio una vuelta al ruedo. Mientras tanto, el bravo animal de Victorino se fue hasta el desolladero con una tímidas palmas que apenas se escucharon debido a la abominable idea de la empresa de mandar tocar a la banda de música cuando las mulillas arrastran al toro. Antes, al segundo de la tarde, intentó darle tratamiento de bravo en la suerte de varas dejándolo muy de largo, pero el animal no respondió. Fue uno de los garbanzos negros del encierro, reservón, sin entrega y pegando derrotes. Muy similar en comportamiento fue el que cerraba plaza aunque éste se dejó un poco más. Sin embargo el torero no lo vio claro y se dedicó a dar trapazos sin ton ni son. Volvió a estar mal y desconfiando en la suerte suprema.

Y así se puso punto y final a una corrida que llevó el hierro de la “A” coronada y que, claro está, ha ganado por goleada el primer desafío ganadero organizado en Málaga. Además se convierte en seria candidata al premio de mejor corrida de la feria. ¡Ojalá me equivoque!


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