Según
Seligman, desde el punto de vista evolutivo, las emociones negativas como el
miedo o la rabia nos sirven de defensa ante las amenazas. ¿Por qué es más fácil
reconocerlas? Se debe a que son más
concretas, se originan cuando alguna cosa, experiencia, situación o persona bloquea
la consecución de nuestra meta, es decir, se interpone entre nosotros y aquello
que queremos conseguir. No sólo pueden producirse cuando nos sentimos
amenazados (ej. miedo o ira) haciendo que nuestra atención se enfoque en el
origen de la amenaza y nos moviliza para luchar o escapar, sino también aparecen
cuando sufrimos una pérdida (tristeza).
Sin
embargo, las emociones desagradables no
son tan negativas. Son las que facilitan el pensamiento crítico y la toma de
decisiones de tipo defensivo cuyo objetivo es descubrir lo que está mal y
eliminarlo. Incluso para determinados trabajos o momentos laborales, es
necesario mantenerse en este estado emocional donde la atención está más
centrada (ej. trabajos contables).
Emociones
positivas y negativas no forman parte de un mismo eje, es decir, no forman
parte de polos opuestos: si estamos tristes no significa que no podamos
experimentar alegría por algo. Las emociones positivas nos indican que está
sucediendo algo bueno, expanden nuestra atención y nos hacen más conscientes de
lo que nos rodea. Nos ayudan a buscar y darnos cuenta de las oportunidades que
se nos presentan. A tener relaciones más satisfactorias, a ser más creativos y
productivos. Cultivar las emociones positivas tiene beneficios y nos
proporcionan ciertos recursos:
·
Las
emociones positivas nos cambian el cuerpo:
- Producimos más dopamina (supera los efectos de los tranquilizantes)
- Mejora nuestro rendimiento cognitivo, es decir, pensamos mejor y con más claridad. Nos ayudan a crear nueva información y a ser más creativos. La forma de procesar la información es más rápida y global.
- Favorecen nuestra motivación
- Nos ayudan a crear y mantener nuestra red social.
- Disminuyen los efectos de las emociones negativas
- Mejoran nuestra resistencia al estrés y nos ayudan a desarrollar estrategias de resolución de conflictos.
- Mejoran nuestros recursos físicos (nos sentimos mejor), sociales y psicológicos (optimismo, resiliencia, orientación hacia objetivos, etc.)
- Aumenta nuestra satisfacción, autoestima, autoconcepto y autonomía (capacidad de elección y decisión)
- Mejora nuestro funcionamiento cardiovascular, hormonal e inmunitario, lo que se traduce en más salud y una vida más longeva.
- Aumenta el bienestar.
Con todo esto, creo que vale la pena cultivarlas. ¿Y tú?
