Revista Cultura y Ocio

Emociones y Redes Sociales

Publicado el 10 abril 2019 por Regina

Con la posibilidad de acceder a internet desde el móvil, a la inmensa mayoría del pueblo cubano se le ha abierto una puerta a un mundo casi desconocido. Un mundo con bastantes años de andadura donde la ingenuidad mezclada con la voracidad por lo negado tanto tiempo, produce comportamientos poco saludables, visibles sobre todo en las redes sociales.

Basta con estar emocionalmente en desacuerdo con una idea/foto/video/texto, para que una persona normal se convierta en troll. Y si los ataques o adhesiones se multiplican en una esquina u otra de ese cuadrilátero virtual, nuevos usuarios mutarán en troles de parte y parte. Refuerzan la idea de sí y de lo que esperan los demás de esa interacción. No estar cara a cara y el uso de.seudónimos refuerza ese comportamiento que en la vida real suele ser de menor.intensidad, o que al.menos, no alcanza el pico con inmediatez.

No es un fenómeno exclusivo de.Cuba. Se sabe que cuando el.tema es emotivo, las.personas actúan basándose en la indignación moral, lo cual las hace sentir bien consigo mismas, y ese sentimiento de sentirse en lo correcto refuerza el volver a intervenir en el mismo tono.

Facebook y Twitter son espacios ideales para transmitir emociones, y esa emoción desea muchos me gusta, compartir o retuitear por la recompensa moral de la aprobación.

Desde otro ángulo, este comportamiento no ha pasado inadvertido para aquellas personas que han visto un filón económico.

¿Alguna vez -o muchas- has compartido fotos tiernas de animales, bellos atardeceres, paisajes idílicos, frases sabias, motivadoras, ingeniosas; o esas imágenes más emotivas de personas desnutridas, bebés con síndrome down o niños con cáncer?

¿Compartes cadenas religiosas, de abrazos, de la amistad, en fin, las variadas combinaciones que siempre terminan pidiendo un montón de.reenvíos?

Casi todos alguna vez hemos compartido, otros han perdido la cuenta de las veces que han dado click o amén a estos contenidos.

Víctimas del desconocimiento, también hemos circulado los mensajes de “el administrador de Messenger” o de “el CEO de Facebook”,  advirtiéndonos que solo quedan nosemascuántas cuentas y que reenviemos la información a nuestros contactos. Otra variante con disfraz corporativo.

Casi todas esas llegadas a nuestro muro tienen un fin diferente al que aparentan. Apelando al sentimiento subyacente de que si no te involucras no eres buena persona, o no apoyas a una amistad, o que puede producirse una catástrofe en nuestra amada red social; en diversos puntos del planeta, personas que jamás conoceremos, ganan dinero con nuestros clicks.

Solo de pasada, mencionar las noticias o imágenes falsas o fuera de contexto con titulares apocalípticos. A nuestro muro llegan estados tan importantes/ingeniosos/impactantes que los compartimos inmediatamente. Ni estamos obligados al fact check, pero al menos debemos ser conscientes de que existe un problema y va en aumento.

Estas son, digamos, formas tramposas pero bastante inocuas de ganar una platica a costa nuestra. Pero hay otras cuyo alcance no.podemos manejar.

Hace un tiempo se supo que un pasatiempo que todavía anda por Facebook ya que se hizo muy popular, fue diseñado específicamente para captar datos: ¿A que famoso te pareces? A partir de una foto propia se observa la transformación hasta la del famoso en cuestión. Para ejecutarse, la app solicita permisos y recibe datos tales como nombre, foto, edad, sexo, idioma, país, lista de amistades, correo, fotos, likes…

La empresa surcoreana VonVon,  y ya no hablo de individuos si no de empresas, ( http://la.vonvon.me/terms/privacy_policy.html?_hv=951dcbc ), desarrolladora de este y otra variedad de juegos para Facebook comercia con esa información. En su política de privacidad anuncia que los datos que recopila pueden ser vendidos a terceros, lo cual significa que es posible que nuestros datos se envíen sin nuestro conocimiento a un sitio con el cual jamás hemos interactuado, del que no tenemos noticias y que no sepamos con qué fin se colectan.

Tampoco la solución pasa por  “apagar” Facebook, quien ya tuvo su conteo de protección hace ahora un año, con el filtrado de datos de millones de usuarios a Cambridge Analytica (https://bbc.com/mundo/amp/noticias-43655026 ) y acaba de conocerse una falla de seguridad que dejó expuestos los datos de al menos un millón de usuarios ( https://zdnet.com/article/facebook-tackles-developers-databases-leaking-atl-least-one-million-users-records/ ). Es de sentido común no dejarnos llevar por la empática primera impresión. Si una amistad nos comparte un contenido de importancia, podemos y debemos apoyarle. O simplemente porque nos gusta. Pero es mucho más saludable crear contenidos propios con los temas que nos interesan que replicar los que llegan desde quién sabe dónde.

Con las cadenas de todo tipo, la palabra debiera ser NO, pero hablamos de redes sociales, y tampoco hay que exagerar. Qué publicamos y qué compartimos siempre será una responsabilidad individual.


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