El Diccionario de la Real Academia Española se refiere a la empatía como a la identificación mental y afectiva de un sujeto con el estado de ánimo de otro. O sea, es aquél proceso por el que las personas nos identificamos y nos reconocemos con los demás en nuestras emociones y sentimientos.
Las personas que experimentan más empatía con el prójimo tienen más facilidad para comprenderlo, conectan mejor con sus preocupaciones, sus emociones y sus puntos de vista. Son percibidas como más sensibles, más populares y más sociables.
En el mundo profesional, la empatía es una competencia que acerca a las personas a sus objetivos. Un directivo empático ayuda a las personas a sacar lo mejor de sí mismas, preocupándose de su desarrollo profesional y personal. También tiene más facilidad para orientarse a los clientes y para escuchar sus necesidades. Desde la empatía tiene un recurso excelente para conectar con los diferentes equipos, departamentos y grupos informales que existen dentro de la organización, lo que le facilita tener una mayor conciencia de lo que sucede dentro de ella.
Imagine a cualquier profesional del mundo de las ventas, de la dirección de personas, de las relaciones públicas, de la formación, de la educación o de la política. Su trabajo sería impensable sin el uso de la conciencia empática hacia las personas con las que trabaja. La necesidad de comunicar con los diferentes stakeholders con los que operamos (compañeros, clientes, competidores, propietarios, mercado…) convierte a la empatía en una competencia imprescidible para su trabajo. Después de todo, la empatía es una competencia de inteligencia emocional: las personas dotadas de una mayor conciencia empática tienen más éxito en sus relaciones personales y profesionales.
La conciencia empatica no es un privilegio ni un don reservado a unos pocos, pues la empatía es inherente a nuestra condición biológica. Se manifiesta desde nuestras neuronas espejo, aquellas que se activan cuando observamos a los demás y reproducen en el observador todas aquellas acciones y emociones que observa. Por ello, la empatía se puede trabajar y se puede desarrollar para convertirla en un recurso orientado a poner en marcha mejores relaciones con las personas que nos rodean.
Puede practicar la empatía a partir de este momento. Para ello sólo necesita abrirse a los demás desde la humildad, desde la vulnerabilidad, desde la igualdad. Merece la pena.