Revista Opinión

Empeora la desigualdad obstinada de Chile

Publicado el 28 julio 2010 por Jaque Al Neoliberalismo
Patricio Navia
Después que hace dos semanas los resultados de la encuesta nacional de pobreza CASEN de 2009 mostraran el primer deterioro en 20 años de democracia, los datos de desigualdad de la misma encuesta entregados esta semana confirman que el milagro del desarrollo económico y la estabilidad democrática de Chile tiene una amenaza estructural, la desigualdad.
Si bien Chile fue exitoso en reducir la pobreza de casi un 40% en 1990 a un 13,7% en 2006, la crisis económica de 2009 y el crecimiento más lento que ha experimentado la economía en los últimos años contribuyeron a que la pobreza aumentara por primera vez desde el retorno de la democracia. En 2009, un 15,1% de los chilenos vivía en situación de pobreza. Casi uno de cada cuatro niños en Chile vive en la pobreza.
Precisamente porque este aumento de la pobreza se produjo durante el gobierno concertacionista de la presidenta Michelle Bachelet, una militante del Partido Socialista que hizo de la red de protección social el centro de su legado, la revelación sobre el persistente tema de la pobreza generó una seguidilla de acusaciones y descargos entre los partidos de la ahora opositora centro-izquierdista Concertación y de la coalición centro-derechista Alianza, que llegó al gobierno en marzo de 2010. Para empeorar las cosas, los expertos anticipan que el terremoto del 27 de febrero probablemente aumentó la pobreza aún más de lo que ya indicó la medición de 2009.
Pero como si a Chile le lloviera sobre mojado, los datos sobre desigualdad que se entregaron el día lunes 26 de julio empeoran la percepción sobre la justicia social en Chile. Aunque los técnicos anticipaban que el aumento en la pobreza presagiaba un aumento en la desigualdad, la revelación de que Chile sigue siendo tan desigual como en 1990 profundizó aún más el debate sobre el legado de la centro-izquierdista Concertación que, después de gobernar Chile por los últimos 20 años, cayó derrotada en las elecciones de enero de 2010 por el empresario centro-derechista Sebastián Piñera.
El hecho que el índice de desigualdad Gini llegara a 0.55 —un aumento leve respecto al 0.54 observado en 2006 y levemente inferior al 0.57 que existía en 1990—mantiene a Chile como uno de los países más desiguales de América Latina. Aparentemente, pese a promover una política económica social de mercado con énfasis en una red de protección social, el gobierno de Bachelet no pudo disminuir la alta desigualdad que heredó de las administraciones concertacionistas anteriores.
Naturalmente, estos datos han generado cuestionamientos al desempeño de la Concertación desde el gobierno, la opinión pública e incluso desde el interior de la propia coalición centro-izquierdista. Se supondría que un gobierno que profesa ser de izquierda debiera tener entre sus prioridades reducir la desigualdad. Es cierto que cuando hay crisis económica y desempleo, la desigualdad tiende a aumentar. Pero no parece suficiente escudarse en el argumento que de no haber existido el foco en protección social, tanto la pobreza como la desigualdad hubiera sido menor. Los datos de la encuesta CASEN constituyen un misil a la línea de flotación del discurso de justicia social y protección a los más pobres de la Concertación. Esos datos en especial dañan la imagen de la ex presidenta Bachelet, la más probable aspirante concertacionista a las elecciones de 2013.
Si bien el gobierno de Piñera no ha desaprovechado la oportunidad para cuestionar las políticas sociales de las pasadas autoridades concertacionistas, el debate sobre la persistente pobreza y la obstinada desigualdad en Chile pudiera terminar siendo un dolor de cabeza para el presidente Piñera. Durante la campaña, Piñera prometió poner énfasis en el crecimiento y en la generación de empleo. La revelación sobre la persistencia de la pobreza y el empeoramiento de la desigualdad son una buena noticia en el corto plazo para el gobierno, en tanto enlodan el legado de los gobiernos anteriores. Pero también subrayan el complejo desafío del primer gobierno de derecha en Chile en 50 años. Después de todo, el legado del Presidente Piñera y las posibilidades de que su coalición se mantengan en el poder más allá del fin de este cuatrienio dependen en buena medida de la capacidad del gobierno actual para generar un crecimiento económico sostenido que demuestre que la Alianza puede tener un mejor desempeño en la lucha contra la pobreza y la desigualdad que los gobiernos de la Concertación.
Tomado de InfoLatam
Ver: Chile sigue siendo top ten en desigualdadUna mirada no convencional al neoliberalismo y la globalización

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LOS COMENTARIOS (1)

Por  David Maturana Céspedes
publicado el 06 agosto a las 05:20
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La mayor sustentabilidad en la movilidad social, es la educación, pero ésta ya no es un derecho, sino que es servicio que se vende, por tanto no estamos generando las condiciones de competencia en igualdad. Es distinto asistir a un colegio bien implementado con Internet, más libros, mejores implementaciones deportivas y laboratorios de ciencias etc. y asistir a otro en donde ni siquiera hay recursos para una ducha caliente, pero al momento de instalar los semáforos del SIMCE, esas condiciones de precariedad en la cual funcionan muchos colegios no aparece. (Nuevo mapa de la inequidad en Chile) Un país con poca movilidad social tiene el peligro de generar frustración y resentimiento en una amplia población, lo que podría provocar inestabilidad social, con los costos que todos conocemos. Es el deber del Estado de asegurar la movilidad social, especialmente por medio de la educación, tal como ha sido históricamente declarado en las diversas Constituciones Políticas del país. Aquella tradición de principios y valores, ha sustentado el progreso cultural de Chile y la gran mayoría desea que deba seguir sustentándolo, lamentablemente la legislación opera de manera distinta y busca la privatización de la educación. En Chile, el Ministerio de Educación no tiene colegio, por tanto la educación pública no existe, la similar es la municipal que alcanza el 45%, así se trata de garantizar la cohesión social y el bienestar comunitario, mientras en la práctica se profundizan las desigualdades sociales, tanto en la educación básica, como en la media. En la educación superior, la cosa es grave para muchas familias. A modo de Ejemplo, se estima que el costo referencial de una carrera X fuera de 11 millones. Con el Crédito Solidario, terminará pagando14 millones y medio, casi 23 millones con el Crédito con Aval del Estado y poco menos de 27 millones con el Crédito Corfo. Sin sumar los costos asociados, que son los gastos de mantención del estudiante.(Pensión, pasajes, útiles, gastos personales) El 51 por ciento de los jóvenes chilenos de menores ingresos no pueden ingresar a la universidad, lo cual explica la desigual distribución del ingreso que caracteriza al país, según un estudio del Ministerio de Planificación. ¿Cuántos miles de jóvenes quedan marginados? ¿Cuántos jóvenes y familias quedan endeudados? El acceso a la educación superior es la llave a los mayores ingresos, lamentablemente las familias de ingreso más bajos, no pueden pagar. ¿Cuántos de esos estudiantes luego de finalizar no tienen trabajo o éste es mal remunerado? Es necesario destacar que en nuestro país existe minuciosa relación de la influencia social para encontrar un buen empleo y falta mucho para que se reduzcan las brechas de género (Hombre y mujer) y alcance niveles comparables a los de los países nórdicos, como Noruega, Finlandia y Suecia, pioneros en estos temas y que lideran el ranking. ¿Cuántas carreras en la educación superior no tienen campo laboral? Lo importante es vender. Si la inequidad educativa no se convierte en un punto central de la agenda de políticas públicas, se seguirán desperdiciando recursos y los pobres seguirán condenados a menos oportunidades. Algo anda mal, pero tengamos la esperanza que la razón sea más poderosa y avancemos haciendo lo que a cada uno le corresponda para mejorar esta realidad, así como soñaron los héroes de la patria, hace 200 años , época en la que ni siquiera éramos país, sino una colonia del reino de España. La independencia fue un proceso que requirió del sacrificio de muchos compatriotas que nos precedieron y fueron capaces de hacer una nueva nación concebida en la libertad, igualdad y justicia, ahora somos nosotros los que vemos como aquellos valores se distancian, por tanto debemos con diligencia hacernos cargo de las nobles tareas inconclusas y que Chile en este bicentenario tenga un nuevo nacimiento de libertad, para todos, especialmente para los más pobres, para los pueblos originarios y para los niños y jóvenes que esperan un futuro mejor.