Revista Filosofía

Empezando el lunes con seriedad

Por Andi

IMBANCABLES DE LO PEOR

Para ellos, la gran mayoría de la humanidad resulta invisible. También, inaudible. Quizá entre la numerosa clase de los imbancables -que nos importunan y rompen esa cosa que llamamos tiempo y no es menos que la vida- se ubican entre los de peor clase.

EMPEZANDO EL LUNES CON SERIEDAD.


Son aquellos que dividen a sus prójimos en dos categorías: los que les pueden servir en su trepada al futuro y los que no cuentan para esa carrera. El problema es que a los últimos los tratan como si no existieran .
Se trata de esa clase de personas que jamás saluda a la señora o al señor que hace tareas de limpieza en el lugar de trabajo. Y que cuando se dirige a un mozo lo hace sin mirarlo y le da una orden o le dispara una pregunta perentoria. Desde luego, tampoco se despide al irse del bar o restaurant.

Las palabras "perdón" y "disculpe" no figuran entre las de su vocabulario . Cuando está dentro de una multitud avanza, empuja y desparrama sin el menor pudor, ya que los otros son siluetas, indignas siquiera de recibir una mirada. Y la palabra "gracias" la administra con avaricia.


Todo cambia cuando aparece alguien -un jefe o un compañero de trabajo que califica en el particular ranking de ellos- que le puede servir en su ascenso. Ese alguien propietario de cierto poder recibe la completa atención del imbancable, que se le pega como una lapa , le festeja hasta la última idiotez que pueda proferir como si fuera una humorada de Groucho Marx, escucha sus comentarios con reverencia y le propina un rosario de propuestas para lucirse.

Lo curioso es que a mucha gente con poder le agrada esa compañía que la ametralla a halagos. Será porque les masajea el ego o tanta complacencia los descansa.

Sin embargo, el deprimente espectáculo de verlos arrastrarse no es lo peor: lo más grave es cómo cosifican a aquellos que alucinan como inferiores. A tal punto los consideran objetos que sus desgracias o algarabías, por más que las proclamen, ni siquiera las advierten. Un mendigo podría agonizar ante sus ojos y ellos, resueltos, lo esquivarían.
Para el resto queda el consejo de Marco Aurelio: "Cuida de no experimentar con los hombres inhumanos algo parecido a lo que éstos experimentan respecto de los hombres".

http://weblogs.clarin.com


Volver a la Portada de Logo Paperblog