El pasado mes de marzo nos dejó 160.579 afiliados a la Seguridad Social que, eliminando las afiliaciones derivadas de la Semana Santa, tendríamos un incremento de 104.360 personas. Este aumento del empleo ha venido, principalmente, del sector servicios. Además, la calidad del empleo ha mejorado, aumentando la contratación indefinida un 27 %.
La confianza del consumidor también se ha incrementado en 1.4 puntos con respecto al mes previo, situándose en 100.4 puntos. Por otro lado, los precios de las exportaciones han subido un 0.4%.
La administración pública también paga ahora con más celeridad a proveedores y acreedores, permitiendo que el pequeño empresario mantenga la salud en las ratios de liquidez, aumentando así la competitividad al minorar gastos financieros.
Parece, por tanto, que la economía nacional está mejorando en cómputo total, con la excepción de algunas comunidades que aún siguen sumidas en la cola del desempleo y los servicios sociales.
La ministra de Empleo y Seguridad Social, Fátima Báñez, ha asegurado que se ha producido un cambio “estructural”, que permite una rápida creación de empleo, a diferencia del modelo previo, que necesitaba un crecimiento sostenido para permitir crear empleo. Es cierto que aún hay reformas sobre la mesa que deben ser acometidas para aumentar el dinamismo de la sociedad pero, sin lugar a dudas, ya estamos inmersos en un escenario más atractivo desde el punto de vista del ciudadano, a pesar de que aún hay familias que están pasándolo mal.
Es fundamental que la administración siga apoyando a los sectores con proyección de futuro, adoptando las subvenciones un carácter coyuntural que permitan relanzar determinadas actividades económicas, o reducir daños ocasionales producidos por causa mayor.