Nuestro mundo es dual, por definición, lamentablemente. Nuestra educación lo es, enseñándonos a juzgar lo bueno y lo malo, lo conveniente y lo inconveniente, lo políticamente correcto o incorrecto, lo racional y lo emocional. Pero resulta que la vida y su aprendizaje en ella no es más que alcanzar la armonía, el equilibrio de los opuestos. Eso provoca “paz”, que es lo que el ser humano busca desesperadamente durante toda su existencia.
Actualmente estoy metido en el mundo de los emprendedores, aunándolo con mi propósito de aplicar y luego difundir los nuevos paradigmas empresariales basados en la ética, la innovación y la sostenibilidad. Ya sé que estos términos empiezan a estar denostados, gracias al uso excesivo que hacen de ellos nuestros gobernantes e instituciones y ciertos gurus mediáticos, en busca de alternativas a un Sistema que se está fracturando irreversiblemente en sus manos.
Pero, adentrándonos en la mencionada dualidad, hoy empiezan a mitificarse nuevos términos, como la “empreneduría social” o, lo que es lo mismo, aquellas empresas innovadoras cuyo objetivo es únicamente social. Personalmente, creo que no es más que la evolución del arcaico concepto de ONG u Organización No Gubernamental sin ánimo de lucro. Le han cambiado el término, pero no su concepto ni objeto social. Y creo sinceramente que eso es un error, pues vuelve a plantear la disyuntiva entre una empresa lucrativa y otra “altruista” y que solo persigue el bien social…
Creo que en el momento actual, debemos hallar ese equilibrio que antes mencionaba y superar esa aparente dualidad. La dualidad invita a la exclusión la una de la otra. Y, como en la vida hay luces y sombras coexistiendo de manera natural -aunque no siempre fáciles de conciliar-, en el mundo empresarial no puede darse esa bipolaridad. Sistema o antisistema, economía o sociedad, lucro o beneficio social, una vez más. Creo que hoy ya toca hablar de emprender siempre con un objetivo económico y necesariamente social, sin renunciar a alguno de ellos. Al igual que no deberíamos plantear la diferencia y exclusión del ámbito personal y el profesional. El mundo hoy más que nunca necesita de la integración de los propósitos personales y los profesionales, pues es la única vía efectiva de humanizar el mundo, algo muy necesario en estos momentos de cambio.
No hay “emprendedor” a secas y otro, “emprendedor social”, sin más. Afortunadamente, los jóvenes que se incorporan al mundo laboral ya no están dispuestos a padecer esa esquizofrenia dual que muchos de nosotros -ya adultos y seniors- hemos sufrido en propias carnes durante demasiados años de nuestra vida personal y profesional. Hoy las empresas y el propio Sistema necesita del alma de las personas que lo conforman. Y eso pasa por que cada una de las empresas que se crean hoy deba tener un beneficio social, además del económico. Y eso es ya exigible a título personal, es decir, a aprender a imponer el propósito personal de cada uno de nosotros en todas nuestras creaciones, incluyendo el ámbito profesional.
Siendo un emprendedor innato -pues cree mi primera empresa a los 17 años- y después de muchos años como consultor estratégico colaborando con todo tipo de empresas e instituciones, alternado actualmente con mi actividad de coach personal ayudando a reencontrarnos con nuestro propósito vital, creo que esa conciliación y armonía entre lo personal y lo profesional es lo que hoy necesita el mundo, por tanto es a lo que me dedico cada día más. Ayudar al nuevo emprendedor a añadirle un beneficio social a su actividad, a reciclar empresas tradicionales para que adquieran ese valor social -no solo aparentemente sino a través de la mayor implicación personal de los empleados- y a ayudar en la formación de los futuros profesionales, para que no se planteen solo el futuro como un reto solo laboral y económico, sino como algo profundo y con sentido personal que contemple la innovación, la sostenibilidad y la ética humana, además de la obvia viabilidad económica necesaria para sobrevivir en este mundo.
¿Hay algo más digno que crear algo nuevo o trabajar cada día para cambiar entre todos este mundo imperfecto, insolidario y cada días menos humano? Yo no soy un “emprendedor social”, sino un emprendedor humano, profesional y actual!
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