Revista Coaching

Emprendedor. Taller de indagación apreciativa y los sueños del plan de empresa

Por Juan Carlos Valda @grandespymes

Emprendedor. Taller de indagación apreciativa y los sueños del plan de empresapor Rafael Rubio

“Las habilidades del emprendedor se pueden aprender, ya que más que un rasgo del carácter es una conducta, una actitud; define al emprendedor como la persona capaz de intuir una oportunidad de negocio y poner en práctica acciones arduas, creativas, difíciles y arriesgadas, que terminan en la creación de una empresa o negocio”. Peter Drucker.

Cuando con algo de serendipia a fines del año 2006 desarrollé el Taller Plan Emprendedor Personal (P.E.P.), nunca me imaginé que iba a escuchar tantos Sueños…

El Taller se desarrolla siguiendo la metodología de la Indagación Apreciativa que es una filosofía de cambio que parte de la premisa “descubra lo que da vida a un sistema humano y luego déjelo fluir”. Por tanto, los participantes del Taller descubren sus fortalezas y las proyectan al futuro.

En una primera fase, se realiza un diálogo en parejas con el propósito de descubrir el potencial positivo de emprendedor que existe en cada individuo. Esto permite conocer qué es lo que funciona mejor en cada persona y lo que se debe preservar para llegar al sueño.

En la segunda fase el participante debe visualizar su mayor potencial de emprendedor en un futuro determinado.

Es ahí dónde me han contado sus sueños, cientos de Sueños…

He escuchado sueños de estudiantes de universidades privadas y de la universidad pública, estudiantes de varias carreras (ingeniería, comunicación, administración, marketing, recursos humanos y estudiantes de muchas otras cosas), profesionales y colegas, obreros metalúrgicos y otros trabajadores, públicos y privados, de hombres y mujeres de Montevideo y también del interior (Maldonado, Rivera, Soriano, Cerro Largo, Lavalleja), son sueños de gente que desea hacer, sueños de emprendedores…

Mañana esos emprendedores fundan pequeñas empresas, que luego se transforman en medianas y grandes. Generan negocios, crean la riqueza de una región y de un país, dando trabajo a otros. Son los verdaderos generadores de empleo ya que ese rol ya no lo ocupan las grandes empresas ni el Estado. En rigor, en vías de la eficiencia, ocurre lo contrario, éstas tienden a expulsar mano de obra. Por otro lado, las pequeñas empresas son los verdaderos generadores de riqueza, aportando esfuerzo y creatividad.

Este proceso por el cual hay gente que se anima a arriesgar, es lo que genera nuevas unidades económicas, es el principal responsable del nivel de empleo de un país y los verdaderos generadores de riqueza. Hay o no hay más trabajo en la medida que haya gente capaz de generar nuevas empresas, negocios saludables y luego de hacerlo, éstas se mantengan, sobrevivan y se las ayude a crecer. Así se desarrolla y los beneficios se permean por toda la sociedad buscando su futuro.

Esto no resulta para nada fácil; aún en países con un ambiente de negocios favorable, tales como EE.UU., cuatro de cada cinco de empresas que nacen no llegan al quinto año de vida.

Pero las que fracasan son las empresas, no así los emprendedores que las crearon. Éstos desarrollan tolerancia al fracaso y aprenden de sus propios errores. Estadísticamente, el emprendedor tiene éxito en la tercera empresa que crea.

Favorecer este proceso significa acciones de la sociedad civil y de los gobiernos, para animar a más personas a crear empresas (aumentar la tasa de natalidad). Una vez funcionando, asistirlas, acompañarlas, para lograr disminuir la tasa de mortalidad.

Y en el estadio de consolidación, propender a su crecimiento, transformación y vinculación entre pequeñas empresas para lograr grupos que puedan asomarse con éxito al mercado internacional.

Más importante que el proyecto (la eficacia de lo que van a hacer), es el protagonista que emprende, o sea desarrollar al propio emprendedor.

La investigación demuestra que no es posible encontrar un buen plan si antes no hay un “buen emprendedor”, un sujeto que emprende suficientemente motivado y entrenado.

La experiencia también presta atención a otras variables como las actitudes que la gente tiene, porque éstas son la vía de ingreso para nuevos conocimientos, dominio de herramientas y su aplicación (competencias: habilidades y destrezas).

Las actitudes se adquieren, así como la persona ha adquirido las que ahora tiene.

Las actitudes, conocimientos y hábitos confluyen en la cultura, que bendice a unos y desvaloriza otros. Que tiene a algunos arquetipos como héroes, pero que no se le ocurre que alguien que abre su fábrica a las 6 de la mañana y genera un sinfín de actividades y empleos, pueda serlo.

Héroes y antihéroes, el emprendedor ni siquiera es visualizado por los jóvenes, siendo que muchas de sus conductas pertenecen a este útil y valioso personaje social. En efecto, son los emprendedores por ejemplo, quienes organizan el viaje de egresados y logran los recursos para ello.

Pero al mismo tiempo, pareciera que toda la educación formal, primaria, secundaria, universitaria, está destinada a generar solamente al “buen empleado”, es decir, el buen gerente, ingeniero, el buen técnico supervisor o empleado, etc. El paradigma de un estudiante universitario destacado sería ingresar a una gran empresa, donde progresará hasta un cierto punto, pero nunca será su creador ni propietario de ella.

Sacamos buenos empleados justamente cuando ese núcleo de empresas, las grandes, estatales y/o multinacionales, generan cada vez menos empleos por mayor utilización de capital, tecnología o tercerización de actividades. Se orienta a los alumnos hacia el buen empleado cuando cada vez hay menos empleo, mientras que lo que sí hay es más “trabajo”.

Hay menos trabajo en relación de dependencia, pero más oportunidades de crear trabajo para uno mismo (“cuentapropista”) y también para otros. Existen numerosas oportunidades para dar respuestas a necesidades, que derivan en generar productos o servicios, que luego de que se hayan “trabajado”, proporcionan mucho más que un salario.

A todo esto agrega la gratificación de ver la idea realizada, el sueño hecho realidad, la organización, los productos, la satisfacción de la gente que los compra o los usa.

El emprendedor comercial es una persona pragmática que resuelve problemas (satisface necesidades) de otras personas y gana dinero. También están los emprendedores sociales, los fundadores de ONGs, los emprendedores culturales, educativos, deportivos, universitarios, todas actividades que construyen la riqueza espiritual y material de una región o país.

Hay emprendedores en los estamentos del Estado, aquel que se arriesga, que tiene iniciativa, que organiza, que prueba, que fracasa y se levanta y lo intenta otra vez.

Los emprendedores tienen eso que los ingleses llaman “need to achievement”, que en español se traduce como “necesidad de logro”, de bajar a la realidad una idea, de hacerla funcionar, de que las cosas sucedan.

La necesidad de logro es el gran combustible universal, y el que emprende pasa alegremente por muchos sacrificios, y tiene la capacidad de postergar las gratificaciones en procura de sus metas.

El emprendedor no nace, se hace. Se hace a sí mismo, con mayor o menor facilidad si cuenta con un “ambiente”, con una cultura favorable, con orientación y apoyo. La perseverancia es aquello que separa a la gente en el camino. La perseverancia se refuerza si se aprecia a otros perseverar hasta alcanzar sus logros.

Se puede acompañar pedagógicamente a las personas con distinta perseverancia en su formación de hábitos, y todas progresarán un tanto. Lo que el acompañamiento no puede hacer es reemplazar su necesidad de logro, el empuje o el placer que significa para ellos ver las cosas que soñaron ya realizadas.

Lo que no se puede es generar sueños. Se ha constatado que, por múltiples razones, hay jóvenes y mayores que renunciaron a soñar, que no viven sino que han elegido sobrevivir. Que hay gente para la cual la culpa siempre la tiene otro o se cree presa de las circunstancias, del afuera. Gente que vive en lo que se llama “el discurso de la víctima”.

Habitualmente se vive en un ambiente con una cultura donde conectarse con la propia necesidad de logro resulta difícil y a veces poco práctico, porque la mayoría de las veces se carece de base de sustentación: nos gusta la artesanía, pero no se hace el esfuerzo y la investigación para que los productos se posicionen en determinados segmentos del mercado, que estén dispuestos a pagar por ello. Y entonces, los artesanos terminan repartiendo pizza en moto.

A corto plazo, ello obliga a la gente a trabajar para otros que se animan.

Pero esto será así hasta que se logre un ámbito con otra cultura y entonces mucha más gente se planteará ese destino. Cuando haya más que se animen a conectarse con su necesidad de logro, más luego serán los que avancen racionalmente a materializarla.

Los emprendedores necesitan un marco que les ayude a crear ese ámbito y también les ayude a conectarlos con el entramado del aparato estatal, así como con otras instituciones como bancos, consultoras, ONG, proveedores de infinidad de servicios, etc. donde se puedan apoyar y los ayuden, y puedan competir y crecer.

Gracias al P.E.P. he escuchado cientos de sueños, ¿qué vamos a hacer para aprovechar este formidable activo intangible?

“Nadie debería ser nombrado para una posición directiva si su visión se enfoca sobre las debilidades, en vez de sobre las fortalezas de las personas”. Peter Drucker.

Autor Rafael Rubio - rubiorafarrobagmail.com -  http://hijosdelossuenos.blogspot.com/

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