Emprendedores, liderazgo y espiritualidad

El presidente de Emedical, Gastón Oromí reflexiona sobre los gestos, actitudes y valores que transmiten los emprendedores a sus equipos de trabajo

Hace algunos años tuve la hermosa oportunidad de asistir, dentro del Programa Ejecutivo de la Escuela de Negocios de Kellogg en Chicago, a uno de los más solicitados programas del módulo de liderazgo. Se titula The Soul of Leadership (El Alma del Liderazgo), dictado por el Dr. Deepak Chopra.

Luego de esa maravillosa e inspiradora experiencia -que se inició con el intento del Dr. Chopra durante la primer sesión, de que lográramos por lo menos un estado de relajación, y quien pudiera o supiera, llegara a la meditación-, sin darnos cuenta estábamos en las sesiones siguientes elaborando, madurando y discutiendo riquísimos conceptos de liderazgo asociados a la naturaleza humana y el necesario e indivisible sentido espiritual que la acompaña. Mi visión sobre estas cuestiones cambió dramáticamente; fue sin dudas una experiencia reveladora.

Seguramente muchos puedan empezar a pensar que estas líneas tienden a recorrer un camino poco pragmático y muy esotérico que poco tiene que ver con el mundo de los negocios.

Lamento informarles que quizás así sea, pero lo que no ocurrirá es que este humilde aporte se desarrolle por un camino alejado de la realidad del emprendedor.

La pregunta inmediata es: ¿por qué hablar de esto? La respuesta que puedo darles es que los emprendimientos y las empresas están conformadas por seres humanos, mejor dicho por personas, y las personas no podemos dejar de lado, aunque no lo reconozcamos, nuestro lado espiritual.

Y vaya si los emprendedores debemos ejercitar nuestra espiritualidad expresada en fe y hacerlo casi a diario. La fe religiosa –si corresponde- o la fe en nosotros mismos, la fe en nuestro equipo o la fe en nuestra idea, en el proyecto o en nuestros proveedores, o quizás todas esas muestras de fe en conjunto, son un ejercicio permanente.

Muchos dirán entonces, ¿ por qué no escribo “confianza” en lugar de “fe”?
La respuesta está en que el motor que mueve al emprendedor tiene un componente de “confianza” tan profunda y muchas veces tan inexplicable también, que por eso me permito llamarla “fe”.

Los emprendedores somos líderes de un proyecto, de un negocio, pero por sobre todas las cosas somos líderes de una organización formada por personas que necesitan que se les alimente el entusiasmo diario, la “fe” de perseguir algún objetivo.

Esto no sucede solamente como consecuencia de los incentivos en números de ventas, indicadores de productividad, de ahorro, o lo que se elija para premiar; sucede también por lo que transmitimos los líderes, cómo nos paramos frente a lo bueno y lo malo, frente a lo próspero y lo adverso, a todos los aspectos que hacen a una organización desde el punto de vista de las relaciones humanas.

Sin ello, todo plan –por más estratégico que sea, por más exactitud que posea en el diagnóstico del entorno, por más visión de negocio que tenga– puede fracasar.

El plan, el emprendimiento, en definitiva el negocio, lo llevan a cabo fundamentalmente las personas que integran nuestra organización, con sus realidades, sus fortalezas y sus debilidades.

El secreto es que podrán colaborar para llevar a buen puerto a la organización, si además de la letra negra sobre el papel blanco que está en el plan, logran comprender los mensajes que los líderes tenemos la obligación de dar. Esos mensajes muchas veces no son un mail, un discurso o un memo, son un gesto, una actitud, son valores transmitidos y siempre asociados al necesario goce espiritual que todos pretendemos para nuestra realización personal, si quieren llamémosle placer, el placer de trabajar en lo que nos gusta, en lo que creemos y en lo que tenemos fe.

 Autor Presidente y Director Ejecutivo de EMEDICAL.

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