Nos han vendido, desde hace varios años, que ser emprendedor es lo más. Parece, tal y como lo pintan los organismos de “ayuda al emprendedor”, que simplemente por montar tu propia empresa, ya vas a ser un triunfador en la vida. Y esa es la solución del Gobierno a la crisis económica: crea tu propia empresa y ten tu propio trabajo, así generaremos mucho empleo.
Leí en la lista de correo de Pablo Yglesias, muy recomendable por cierto, un artículo donde decían algo que me lleva rondando la mente desde hace un tiempo. Esto es que emprender no es tan fácil como lo pintan. No basta tener una idea feliz, hay que llevarla a cabo. Emprender (ojo, hablo desde mi experiencia de no emprendedor), conlleva mucho trabajo y desvelos. Cuando hay un problema, tú eres el único que puede solucionarlo, que para eso eres el jefe. Y no vale un “ya lo haré mañana”. Si tienes un contrato con un cliente tienes que resolverlo ahora, mañana puede ser tarde para entregar el trabajo.
Y así, con mucho trabajo, y mucho sacrificio personal y familiar (al final arrastras a la familia en tu aventura), quizás consigas llegar a crecer lo suficiente para hacer sostenible tu actividad. Y te sentirás pletórico: al fin tienes recursos para contratar a alguien que te ayude con todo ese trabajo. Pero tienes que seguir trabajando, pues en este mundo vertiginoso, descansar hace que te quedes atrás rápidamente. Hay que seguir buscando clientes, o proyectos, o nuevas lineas de negocio, según tu actividad.
Si lo haces bien y tienes una buena visión de negociante (y de futuro) crecerás y tendrás un éxito relativo. Y ahí se acabará todo para ti.
Emprender, crecer y, ¿tener éxito?
Todo el mundo tiene una misma idea cuando se trata de emprender: crecer lo suficiente para vivir de ello. Aunque algunas personas son un poco más ambiciosas y quieran convertirse en un nuevo Google, Amazon o Facebook. Lo cual es, simple y llanamente, una utopía.
En el momento en que eres un actor lo suficiente relevante del mercado, otros pondrán su mirada sobre ti. Y no serán otros de tu nivel, si no unos mucho más grandes y poderosos con los que no te planteas competir, al menos de momento. Y ese es tu final, tu muerte. Si has llegado hasta éste punto, es que lo estás haciendo muy bien, o, al menos, lo suficientemente bien, para que tu actividad sea atractiva para otros. Y no es un problema que surjan nuevos emprendedores que imiten tu actividad. Ellos aún tienen que andar todo lo que tú ya has andado, y mientras tienes suficiente margen para mejorar y que no te “coman la tostada”.
El problema lo tienes con las grandes empresas. Además de que te mire un nuevo emprendedor, también lo harán los grandes, como los mencionados antes. Y ellos si que son una amenaza clara. Por mucho que hayas crecido antes de ser relevante y atractivo a los ojos de los demás, nunca tendrás tantos recursos como ellos. Ya sea por talento (ahí podría ser, aunque raramente, que les ganes) o por dinero e influencia (ahí si es imposible), estarán en mejor disposición que tú para llevar a cabo la misma actividad que tú.
A las grandes empresas tecnológicas no les interesa la entrada de nuevos grandes actores al mercado. Si alguna de ellas ve que tu actividad tiene potencial de crecer, ten por seguro que tomarán medidas. En el mejor de los casos, intentarán comprar tu pequeña empresa. En ese caso, no te lo pienses, pon una cifra lo más alta posible y disfruta de tu nueva fortuna. Así habrás sacado algo de todo tu trabajo y sacrificio. Quizás te permitan seguir dirigiendo tu empresa, pero dependiendo de ellos, con lo cual pasarás a ser un trabajador más.
Otra posibilidad es que te copien. En tal caso, a no ser que tenga una patente de algo muy concreto, te van a hacer tan irrelevante que nadie te conozca. Y aún con la patente, no las tienes todas contigo. Esas empresas tienen unos equipos legales muy buenos, y seguramente te cueste mucho competir con ellas en un juicio. Si te han hecho una oferta por tu empresa y no has aceptado, seguramente copiarte sea su siguiente paso.
Sea cual sea el camino que lleven a cabo, el resultado es el mismo: tú ya no serás nadie en el mercado. Si aceptas una compra de tu empresa, al menos tendrás una pequeña fortuna. Si por el contrario no aceptas la oferta y te copian, puedes acabar arruinado a nivel personal. Simplemente, no tienes los recursos de talento, dinero y expansión que tienen los grandes. Jugáis en ligas diferentes, es como enfrentar a un equipo de niños de primaria contra futbolistas profesionales.
Un escenario poco favorable
Tal como dice el título, estamos en la era de la globalización. Cualquier frase o declaración realizada por cualquiera puede ser fácilmente vista por millones de personas en todo el globo. Y en éste escenario donde todo está al alcance de todos, emprender es fácil y difícil a partes iguales. Todo el mundo se plagia, y esto es positivo para que la sociedad avance. Gracias a las mejoras de unos y otros a una misma idea, evolucionamos más rápidamente. Una idea que alguien ha publicado, pero no ha llevado a cabo, puede leerla otra persona y facilitarle la labor de emprender.
Sin embargo, dicho emprendimiento, puede acabar en saco roto debido a la centralización de ideas, talento y fortuna en manos de una pocas empresas. Si te planteas emprender, ten en cuenta este hecho.
El artículo Emprender en la era de la globalización apareció por primera vez en Instinto Binario.