Revista Coaching

Emprender en Venezuela

Por Juan Carlos Valda @grandespymes

Emprender en VenezuelaNo existen mecanismos de financiamiento para negocios en gestación. En la absoluta mayoría de los casos, el capital inicial provino de fondos propios, préstamos de amigos y familiares o de la renta de negocios anteriores.

La banca se hace presente, por lo general, cuando los negocios ya están en fase de plena consolidación.

• La innovación y el adecuado uso de las herramientas tecnológicas son temas claves para los emprendedores. • La detección de oportunidades y el montaje de los negocios conjugan capacidades personales y la aplicación de herramientas de inteligencia de mercado, en función de precisar la actividad que se quiere desarrollar. • El parentesco familiar o la amistad muy larga y cercana son claves para armar sociedades. Este tipo de nexos son esenciales para generar confianza. Pocas empresas dan señales de profesionalización en la dirección antes de los siete años de actividad. • Los retornos de inversión son rápidos. Sólo en un caso, el emprendedor manifestó que la recuperación del capital inicial podría tomar 10 años o más. En promedio los retornos se ubican entre tres y cinco años. • Los mayores obstáculos detectados: el control de cambio, la inseguridad jurídica derivada de cambios intempestivos de reglas y normas, un entorno económico recesivo y la falta de apoyo a la formación de nuevos negocios. • Una elevada presencia femenina en la formación de nuevos negocios. • La prudencia financiera manda. Las estrategias de crecimiento son bien calculadas. Los emprendedores buscan mercados que garanticen una rápida expansión del negocio. Por supuesto, este trabajo no pretende ser una muestra significativa de la realidad del, así llamado, fenómeno del emprendimiento en Venezuela, país que se ubica entre los 10 primeros con mayor número de empresas nuevas, de acuerdo con el Estudio Global de Emprendimiento (GEM, por sus siglas en inglés), correspondiente a 2009. La lectura de estas historias puede dejar enseñanzas muy importantes, pero la principal es que existe una voluntad, difícil de quebrar, de crear empresas y hacer negocios. La búsqueda de oportunidades permite hallar microempresas o Pymes tan disímiles como una casa de diseño de calzados que no elabora los zapatos en par, sino en unidades adaptadas a cada pie; o una empresa fabricante y distribuidora de queso de cabra, que ha logrado relanzar una actividad, la cría de caprinos, que se creía olvidada en el valle de Quíbor, en el estado Lara. La ambición es otro rasgo común. Y cualquiera diría que no se puede ser empresario sin esta cualidad particular, cosa que es absolutamente razonable, pero las ambiciones de la mayoría de estos emprendedores se salen del molde de lo común. La mayoría, por ejemplo, aunque maneja negocios de pequeña escala, se encuentra previendo o planificando su expansión internacional, por ejemplo. Existe la percepción de que los emprendedores venezolanos dependen, en exceso, de la inspiración y la improvisación, pero los casos presentados no revelan eso. Los emprendedores aquí presentados cuentan con estrategias, por supuesto adaptables a una realidad compleja, pero razonablemente planificadas. Existe una consciencia muy clara sobre la necesidad de fortalecer las estructuras y profesionalizar la dirección, aún cuando estos procesos marchan, en algunos casos, muy lentamente. El 100% de los emprendedores presentados son profesionales universitarios y están preocupados por adquirir la capacitación que necesitan, según sea el caso, para garantizar la sostenibilidad con sus empresas. Una cosa muy importante es que empiezan a aparecer los programas de Responsabilidad Social Empresarial en este segmento de compañías. No es fácil, todos los casos presentan enormes dificultades, sobre todo en el comienzo; pero es interesante observar cómo las van venciendo, fundamentalmente porque confían en sus modelos de negocios, además de ser pacientes y perseverantes. SÚPERHEROES DE LOS NEGOCIOS
No vuelan, ni tienen mirada de rayos láser, tampoco la fuerza para perforar paredes de un golpe. Su súper poder es la perseverancia para superar toda clase de obstáculos impuestos por un entorno poco amigable, a fin de alcanzar su propia superación y, con ella, la de toda la sociedad.

El perfil típico de un emprendedor venezolano es, generalmente, un hombre de entre 25 y 44 años, perteneciente a las clases socioeconómicas C, D y E, principalmente de las zonas capital y centro occidental del país, para el cual emprender es una opción de carrera absolutamente deseable. Esto en cuanto a lo socio-demográfico. Cuando se miran sus particularidades y naturaleza, se encuentra que suele ser una persona con ímpetu y determinación de cumplir las metas que se ha propuesto, y que no se amilana ante las dificultades. “Dificultades existen en todos los países” dice tajante Rebeca Vidal, investigadora del Centro de Emprendedores del Instituto de Estudios Superiores de Administración (Iesa), cuando se le pregunta qué tan difícil es emprender en un entorno como el de Venezuela. Ciertamente la actividad emprendedora, según el Global Entrepreneurship Monitor de 2009, elaborado por este centro de investigación, ha disminuido en los últimos seis años. En 2003, el porcentaje de empresas nacientes era de 27%; en 2005 disminuyó a 25; en 2007 a 20%, y en 2009 se ubicó en 18,7% del total de compañías activas. Sin embargo, Venezuela sigue siendo uno de los países con más actividad emprendedora del orbe. Se ubica en el octavo lugar, de un total de 52 naciones, después de Uganda, Guatemala, Yemen, Jamaica, Colombia, Perú y China. Y de 11 países latinoamericanos, Venezuela es el cuarto más emprendedor, después de Guatemala, Colombia y Perú. La percepción de Domingo Coronil, vicepresidente de la Asociación de Jóvenes Empresarios (AJE), gremio que agrupa a empresarios o gente joven con ideas de negocios, y de Lisbeth Márquez, gerente general de Negocios Digitales, organización encargada de la gestión de capital de riesgo, coincide con estos números. “Aquella frase muy usada que dice que en las crisis se generan las oportunidades, no es una expresión vacía, es totalmente cierta. Y aunque en Venezuela existan obstáculos derivados de los complejos requisitos legales y los largos tiempos requeridos para la instalación de las iniciativas, la naturaleza del emprendedor es ir contra la corriente para lograr sus objetivos”, expresa Coronil.
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Creando un Ecosistema FavorableEse entorno “poco amigable” y carente de estímulos, por calificarlo de alguna forma, es una de las causantes que muchas de esas empresas nacientes desaparezcan en el camino. Al cabo de tres años (tiempo después del cual se considera establecida una empresa), de ese 18,7% de iniciativas empresariales, se mantiene apenas un 6,5%, mucho menos de la mitad.

Márquez prefiere ver esta situación como parte de un proceso natural en la formación del tejido empresarial de un país, imprescindible para su desarrollo económico. Considera que en Venezuela, ahora es cuando existen necesidades para cubrir; es decir, oportunidades de negocio servidas para quien tenga la disposición de emprender. “Existen muchas oportunidades y están allí para que las explote quien esté dispuesto a subirse las mangas. Más allá del discurso poco alentador y los obstáculos que se encuentran, en la práctica, Venezuela necesita un tejido empresarial que se alimente y evolucione para seguir adelante”, considera una de las líderes de Negocios Digitales.  
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Si bien, los consultados concuerdan en que las políticas públicas orientadas a promover la actividad emprendedora en el país son inexistentes, y es claro el discurso que desestimula la inversión, aseguran que existe un grupo de organizaciones creando un ecosistema favorable para el surgimiento y, sobre todo, para mejorar esa tasa de mantenimiento de estas empresas. “Vencer el miedo que genera el discurso oficial es el primer paso para que esa persona, que tiene una idea de negocio, siga adelante. Luego entramos en acción una cantidad de organizaciones que estamos haciendo el trabajo y nos estamos articulando para que el impacto sea mayor”, dice Márquez. Vidal señala que estas instituciones están dispuestas a prestar apoyo en las distintas fases de desarrollo del negocio: pre-incubación, incubación, financiamiento, consolidación, crecimiento e incluso internacionalización. La participación ideal del Estado debería ser la de incentivar estas iniciativas, mediante la creación de fondos de capital de riesgo o semilla y la promulgación de un marco regulatorio que facilite la actividad, entre otras acciones. Pero Coronil y Márquez convienen en que sería suficiente con que el Estado venezolano brindara seguridad jurídica, estableciera reglas claras y agilizara todos los trámites con los que deben cumplir las empresas para operar en la actualidad. En todo caso, Vidal invita a los emprendedores a consolidar muy bien la tríada de factores que, según la teoría, contribuye al éxito de los negocios, de modo de tratar de mantenerse el mayor tiempo posible en el mercado: la identificación de una oportunidad de negocio basada en las necesidades de la población, la capacidad del equipo de trabajo para realizar la actividad elegida, y la disposición de los recursos económicos, o de otro tipo, para llevar adelante el proyecto.   
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    El Tamaño sí Importa
Coronil considera que el discurso oficial respecto al emprendimiento está limitado a las iniciativas micro. Querer limitar las iniciativas empresariales a lo más pequeño y básico, cree el directivo de AJE, va en contra de la naturaleza de los individuos, que siempre están buscando maneras de mejorar, ya sea mediante los estudios o el trabajo. En Venezuela, en la base de la pirámide socioeconómica es donde más iniciativas empresariales se adelantan. Las personas pertenecientes a los estratos E (16,9%), C (13,1%) y D (12,1%) son las más emprendedoras. En este grupo, los emprendimientos de muy baja inversión son los más comunes. Por ejemplo, la creación de una bodega o venta de alimentos, víveres o chucherías; la repostería; los negocios relacionados con peluquería y estética; los de telecomunicaciones como el alquiler de teléfonos móviles; y los de transporte con la disposición de un vehículo como taxi, son los predilectos como fuente de ingresos. Generalmente, dice la investigadora del IESA, estas microempresas son motivadas por la necesidad económica y están destinadas, fundamentalmente, a proveer recursos económicos que mantengan al emprendedor y su grupo familiar. Por ende, su participación en el Producto Interno Bruto no es impactante. De allí que Coronil sea partidario de hacer grandes esfuerzos en esta base de la pirámide para que estos emprendedores conviertan sus microempresas en pequeñas y medianas compañías y continúen creciendo.

 

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“Hay que formar a estas personas con inquietudes empresariales, darles recursos y herramientas para que proyecten sus negocios en grande y en el largo plazo, para que dejen de ser los empleados de sus propias iniciativas, puedan ser productivos y generar empleos”, expresa Coronil. Lisbeth Márquez agrega que “todos los tamaños de compañía son necesarios en un tejido empresarial, pero efectivamente el crecimiento de esas iniciativas es lo que dinamizaría la economía nacional”. La banca de desarrollo juega un papel fundamental en el crecimiento de estas microempresas. A finales del año pasado, cuando había una fuerte contracción para los créditos al consumo, los productos para estos segmentos del mercado no tenían restricciones. Los bancos universales han venido invirtiendo muchos recursos en esta área de negocios. Por ejemplo, el segmento de Pymes en Banesco representa aproximadamente 25% del total del activo del banco. Más Allá de la Familia
Puede existir talento, toda la voluntad y la determinación de trabajar en pro de un negocio propio, pero la creación de nuevas empresas demanda recursos de todo tipo, especialmente económicos. El apoyo financiero está ubicado, según el análisis del entorno hecho por expertos e incluido en el Global Entrepreneurship Monitor (GEP) del IESA, entre los elementos menos favorecedores para la actividad emprendedora. De acuerdo con Vidal, las fuentes de financiamiento van cambiando conforme el negocio crece. En la etapa de pre-incubación e incubación, tradicionalmente las empresas nacientes se financian con recursos propios, de familiares y amigos, lo cual sucede en Venezuela y el resto del mundo de manera bastante equivalente. Más adelante entran en juego los bancos. La investigadora del IESA cree que esto es justificable porque el sistema financiero formal tiene que estar regulado y protegerse del riesgo. “Por eso es que el banco entra un poco después, cuando la empresa tiene cierta experiencia y logros que mostrar”. La banca, a juicio de Coronil, ofrece opciones para los microempresarios y grandes empresarios, pero desatiende al segmento mediano. Su percepción es que “entran en unos estándares que están muy bien definidos en la banca, y que son poco flexibles”. Considera que las instituciones financieras debieran crear unas políticas más estimulantes para este sector. Cuando la iniciativa está un poco más madura, continúa Vidal, se convierten en una alternativa los capitales de riesgo para empresas que ya existen y tienen una trayectoria, pero necesitan impulsar su crecimiento de forma temprana. A este esquema, Márquez agrega a los “inversionistas ángeles”, personas que aparecen en una etapa temprana del negocio, pero cuando ya ha arrancado, quienes, generalmente aportan montos que no son extraordinarios y no necesariamente en metálico. “Puede ser un cliente que adelante un pago o un proveedor que retrase un cobro, lo cual facilita a la empresa seguir adelante. Mientras más sofisticado es ese inversionista ángel, más beneficiado es el emprendedor, pues podría alinearse al negocio y volver a apoyar en el futuro”, explica la vocero de Negocios Digitales. Desafortunadamente, estos inversionistas, o emprendedores dispuestos a financiar un negocio, no son muy numerosos. Apenas un 0,9% de la clasificación del tipo de emprendedores del GEP está financiando actualmente una nueva empresa. Alianzas NecesariasLo engorroso que resulta cumplir con el marco regulatorio venezolano necesario para operar, ha obligado a las grandes empresas a destinar muchos recursos para tal fin. Costos que para las pymes puede ser imposible asumir, teniendo que convertirse el emprendedor en un gestor, en lugar de ocuparse de lo medular en su negocio.

 

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Para solucionar esto, dice Márquez, existen algunas organizaciones como Soluciona, que se encargan de estandarizar trámites, como el de la constitución de la empresa, o prestar los servicios de contadores o abogados. También, dicen los especialistas, existe la alternativa de crear alianzas entre los pequeños empresarios para compartir los costos de un profesional que se encargue de estos requisitos. E inclusive esas alianzas pudieran ir más allá y servir para realizar compras de materia prima en conjunto, de forma de conseguir mejores precios, o compartir la distribución de su producto, entre otras alternativas de asociación. Sin embargo, estas alianzas estratégicas son muy incipientes y puntuales en el país. Los consultados creen que haría falta habilitar más espacios de encuentro entre los emprendedores para que comience a surgir este relacionamiento. Otra actividad medular en los negocios y que demanda gran cantidad de recursos es el mercadeo. De un tiempo a esta parte, alternativas como las redes sociales, blogs y actividades BTL se han convertido en los medios ideales para que las pequeñas empresas puedan dar a conocer sus iniciativas a muy bajo costo. En definitiva, los especialistas aseguran que hay mucho espacio para el emprendimiento en Venezuela, y apuestan a que el ímpetu y pasión de estos valientes minimizará el temor que genera invertir en un entorno en crisis.

 

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Extracto del trabajo Emprender en Venezuela, fuente http://empresateya.blogspot.com/2011/01/emprender-en-venezuela-24-historias-de.html

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