En los últimos años, empresas como Uber, Airbnb o Alibaba han sido un referente en conferencias que tratan temas digitales, marketing o emprendimiento. Sin embargo, además de ser un ejemplo exitoso de startups debido a su crecimiento exponencial, tienen algo más en común, han basado su modelo de negocio en la economía colaborativa, término hasta hace un par de años desconocido, que empezó a usarse en medios internacionales en el 2007 en el artículo “Collaborative consumption” y tres años más tarde con el libro “What’s Mine Is Yours: The Rise of Collaborative Consumption”. Pero el gran éxito de este modelo se ha visto en los últimos años gracias a dos factores, por un lado el apogeo del internet móvil y los smartphones que han exponenciado este crecimiento, y por otro lado la mentalidad de los millennials quienes en cuanto a bienes materiales, prefieren consumir y compartir en vez de acumular, una generación que ha venido promoviendo el uso del producto frente a la posesión.
El nacimiento de la economía colaborativa no es reciente, sino que se ha ido fortaleciendo con el mundo online, tal es el caso del nacimiento de Napster en 1999, iniciativa que años después cambiaría la industria discográfica y musical. En ese momento, uno de los inconvenientes que tuvo Naspter y otros sistemas de descarga de música, fue que al ser una red P2P, no tuvieron la capacidad de controlar la calidad de los contenidos publicados, lo que permitió la propagación de software malicioso. Esta tarea la han corregido los grandes actores de la economía colaborativa hoy en día, quienes se han dado cuenta de que además de poner en contacto la oferta y la demanda, tienen otra tarea muy importante que es verificar la excelente calidad de los productos y/o servicios que se promueven en sus plataformas, en otras palabras, generar confianza en los consumidores.
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Aunque la economía colaborativa se valió del mundo digital para fortalecerse, y ha migrado al offline, lo que en un principio era un intercambio de archivos digitales hoy se ha transformado, y pasó a compartir o intercambiar bienes materiales, tal es el caso de Couchsurfing, iniciativa que nació en el 2004 y que en el 2011 se convirtió en una sociedad con ánimo de lucro.
Las empresas que están basando su modelo de negocio en la economía colaborativa, han venido a mover los cimientos de las empresas tradicionales y de las reglamentaciones estatales, tanto así que muchas industrias que han visto amenazados sus sistemas de negocio han logrado hacer que se impongan trabas legales a los nuevos modelos colaborativos, por ejemplo de la industria hotelera a Airbnb en New York o las muy conocidas protestas y restricciones para el funcionamiento de Uber en diversos países.
Pero estas empresas son a duras penas la punta del iceberg de lo que está por venir. Ya la industria musical se transformó y más temprano que tarde lo harán la industria de transporte público y hotelero. Ejemplos hay muchos. Facebook, YouTube y Wikipedia que funcionan con contenido producido por sus usuarios para consumo de los mismos, son solo algunos de ellos. A diario siguen naciendo startups en diversos lugares del planeta. Hoy en día existen compañías que buscan dar soluciones que antes no contemplamos, que aprovechan el pasar de acumular a compartir, para maximizar la utilidad de los recursos. Por eso vemos casos de emprendedores que siguiendo este sistema, han creado diversas startups en diversos sectores como Spacebee que está en el negocio del alquiler de espacios en oficinas o Cargomatic que vende los espacios ociosos en contenedores de carga, inclusive hasta energía eólica, como Vandebrom en Holanda. Los ejemplos son muchos más y en diversos campos que van desde financiamiento (Lendingclub) hasta tareas domésticas (Taskrabbit), pero sin duda uno de los startups que más sorprende es Borrowmydoggy, plataforma con la cual ya más de 300 mil personas han compartido sus perros a personas amantes de estos animales, pero que por sus labores diarias no pueden hacerse responsables de la manutención de un canino.
Sin duda, la economía colaborativa ofrece muchas opciones para que los emprendedores creen sus negocios, y se verán incursiones en otros sectores, como el editorial, la mensajería, la educación y muchos otros, solo hay que buscar sistemas ineficaces que tengan demanda o espacios libres que puedan utilizarse de otra manera, basándose siempre en generar un mayor rendimiento de los recursos con la premisa que consumo no es tener, consumo es usar. Los bienes no usados son basura, en otras palabras, un auto parqueado durante 20 horas al día, una habitación desocupada o herramientas guardadas 360 días al año, son activos ineficientes.
La importancia de la economía colaborativa para los emprendedores radica en que permite grandes crecimientos con bajas inversiones, comparado con las de compañías tradicionales, teniendo como base el incentivar que los consumidores aporten el contenido pero siempre fiscalizando la calidad de lo que se ofrece.
Por: Carlos Andrés Castillo Sánchez
Marketing News
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