por Néstor Rabinovich
Dos hermanos, fundadores de una empresa. Ambos con hijos, en diferente número, y que en el último tiempo, algunos de ellos, ingresaron a trabajar en la empresa familiar por su propia voluntad, con ganas de desarrollarse, crecer, y hacerla crecer. Fundar una empresa y que perdure más de dos décadas, es un gran logro, que el mismo sea llevado adelante con éxito por dos hermanos, más todavía.
De pronto, emergen diferencias. En una charla casi fortuita con uno de ellos, expresa su malestar por los ingresos que se aprobaron a uno de los hijos del hermano socio, que según su visión, era más alto, que el propuesto a un hijo propio para la misma cantidad de horas, repartidas de otra manera. Tal era su enojo, que manifestaba que si esas cosas no se corregían, estaba dispuesto a retirarse.
Que estaba pasando? Que era de la armonía que cultivaron y transmitieron hasta ese momento, que era una virtud y motivo de continuidad del negocio?
A raíz de esta historia, te propongo pensar algunos temas claves, que nos permitan mejorar nuestra comprensión y modos de actuar.
Las expectativas e ilusiones: cada miembro familiar tiene sus propias ideas, expectativas, sueños, acerca del proyecto de empresa familiar deseado. Se comparte el día a día y los proyectos, pero también, en ese caminar juntos, se van desplegando diferencias, que en la medida que el éxito acompaña, no tienen relevancia. El ingreso de los hijos, el modo de hacerlo, y las formas de pago, son un momento clave. Lo que hasta ese momento podían ser diferencias tolerables, se transforman en situaciones extremas: todo o nada, blanco negro, donde había capacidad negociadora, se pasa a posturas inflexibles.
Lo que era admisible entre los adultos fundadores, es conflicto duro cuando se pone en juego diferencias con los hijos. Sucede que se pierde de vista la visión de conjunto, el proyecto, y pasa a tener preponderancia la defensa de la idea personal. Entonces lo importante es: hablar de las diferencias, establecer códigos comunes para el manejo, en especial en el futuro, de estas y otras situaciones, que lógicamente se seguirán presentando. De este modo, compartir lo que cada uno cree como ideal, y las posibilidades reales. No solo se trata de resolver el problema actual, si no de dar una imagen y marco a las siguientes generaciones, mostrando capacidad y flexibilidad a la hora de definir políticas de trabajo, que aúnen cuestiones de familia y empresa. En este sentido, adquiere relevancia que el trabajo en la pyme familiar requiere apoyarse en sus dos ejes: el proyecto de la familia empresaria y de cada uno de sus miembros, por un lado, junto con el plan de negocios hacia el futuro por el otro.
De que hablamos, de que no: muchas veces, te das cuenta como funcionan las cosas revisando las cuestiones de las que no se habla, en comparación con lo que compartimos. Es un buen parámetro de como funciona la comunicación. Hay temas que parecen nimios, o irrelevantes, hasta que nos damos cuenta que los fuimos evitando. Por eso es tan importante desarrollar el hábito de tener espacios donde promover el intercambio.
No se trata de hablar por hablar, si no de crear marcos de encuentro, donde con un plan y metodología especifica, abordar los temas de negocio y familia a modo preventivo. En la medida que lo hacemos, los temas no surgen como explosiones con pronósticos reservados. Se requiere la virtud de saber salir de lo cotidiano, pensar las anécdotas corrientes, y visualizar a que tendencias corresponden: si pasan las cosas que pasan, si discutimos del modo que lo hacemos y sobre los puntos que tratamos, que pasaría si esto sigue de este modo, cuales serian las consecuencias, que podemos hacer? Para enfocarse en esta metodología y hacerla hábito, tenés que liderarlo, porque no surgirá por generación espontanea.
Cuanto pagamos?: es fácil decir que los hijos deben cobrar según lo que el mercado paga por un mismo puesto. De hecho es lo que circula como consejos, para mantener coherencia y racionalidad en la empresa, y no generar discordias innecesarias con el resto del personal. Sin embargo, en la práctica, sucede diferente. Entonces, que podes hacer? Por un lado tenés una lucha interna, entre sentimientos filiales y lógicas del negocio, que se contraponen. A eso le sumás diferencias que sin darse cuenta se producen, como en el caso citado. Tenés que saber, que cuando inclinas la balanza por el lado de tus sentimientos familiares, pones en riesgo la empresa.
Lo peor es actuar sin conciencia de las consecuencias de las decisiones. Hay que saber, que lo que puede parecer malo en el corto plazo, quizás sea un beneficio en el largo plazo, tanto para la empresa como la familia. En este tema también hay un aspecto clave: prevenir. Que significa? Quiere decir, fijar reglas con antelación, definir políticas de ingreso de los hijos y sus remuneraciones, de modo tal que la familia empresaria haya discutido el tema previamente a que suceda. Como suele pasar, se habla una vez instalado el conflicto. No obstante, lo importante es aprovechar y tratar el tema para fijar reglas y posiciones hacia el futuro. Se aprende sobre la marcha. Pero eso es lo significativo: aprender de la experiencia, y crear las condiciones para mejores decisiones.
Planificar: nos cuesta pensar en el mediano y largo plazo. Y ni que hablar, de escribir y medir los pasos que damos respecto a los objetivos (si los hay). Pero es clave planificar para la empresa familiar, tanto en el eje de la familia y sus metas, como en los objetivos del negocio. Es el modo de ver a donde vamos, el rol de cada uno, los posibles problemas y anticipar situaciones. Es la manera de no dejar librado al azar el proyecto. Sabemos que no es fácil, lo diario y las circunstancias no nos ayudan, pero cuando nos iniciamos en el hábito, vemos los frutos. No se evitan los problemas (algunos si!) pero se afrontan habiendo entrenado un musculo fundamental: el cerebro. Para pensar y decidir en mejor estado.
Manejo de conflictos: si las diferencias las vas a abordar en términos de todo o nada, de posturas irreconciliables, de visiones contrapuestas, de sentimiento negativos o actitudes competitivas, el proyecto de empresa familiar si ira junto con el titanic. Es fácil y usual que el impulso, el arrebato, domine tu reacción. Sin embargo, hay que aprender a dominarlo, pensando más allá del momento actual, y mantener la visión de futuro y de conjunto.
La emoción y la razón son ingredientes del “combo”, y como responsable de la empresa y la familia, tenemos la responsabilidad de buscar fórmulas de mínimos equilibrios, liderar la comunicación y situaciones de encuentro. No existen estados ideales ni formulas mágicas. Lo que existe es la búsqueda permanente, del mismo modo que pudiste perseverar como emprendedor, ahora, con el crecimiento de tu empresa, perseverar en la búsqueda de consensos básicos, y capacidad negociadora conjunta. Para vos, y sobre todo, como modelo para las futuras generaciones.
Autor Néstor Rabinovich - Consultor de empresas - www.rabinovichasesor.com.ar
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