Empresa Familiar : Una herencia productiva

Seguir los pasos de los padres y en muchos casos quedar a cargo de sus empresas es común, sin embargo hay quienes prefieren que sus hijos escojan libremente su profesión.

Hace ocho años, Daniel Ramos se encontraba en una encrucijada. El uruguayo estaba empezando una nueva carrera en bienes raíces, pero esta le quitaba tiempo de su negocio de reparación y tapizado de muebles. 

“No pude hacer las dos cosas”, contó Ramos. 

Buscando una solución que combinara lo mejor de los dos mundos, el hombre decidió traspasar la empresa Daniel’s Southern Decorators a manos de su hijo, Fernando Ramos y su nuera, Susan Bécar Guzmán. “Me parecía que era lo ideal”, indicó Daniel. 

Fernando, por su parte, asegura que estaba preparado para la transición.

“Desde que yo era teenager mi padre siempre quería que yo estuviera presente (en el negocio), para aprender todo esto. Es que él siempre quiso vender casas. Un día llegó y me dijo, ‘quiero probar algo nuevo. Aquí está el negocio’. Él estaba listo para seguir otro camino”, relató Fernando. 

El actual presidente de la compañía ubicada en Chamblee agregó, sin embargo, que la realidad de convertirse en dueño de su propia empresa tuvo sus momentos difíciles. 

“Yo estaba muy nervioso”, explicó Fernando. “Hay muchos detalles y es una gran responsabilidad. Hubo momentos en que dije, ‘hombre, ¿cómo lo hizo mi padre? o ¿cómo doy un precio?’”. 

Para Guzmán, el reto fue doble, pues ella no conocía la industria. “Yo no sabía nada de tapicería. Fernando me enseñó a cortar y había una señora que me enseñó a coser. No fue fácil”, recordó la chilena. 

Tras el tiempo y el aprendizaje, la pareja empezó a tomar el ritmo del negocio. Hoy en día tienen dos empleados y Guzmán obtuvo un título en diseño de interiores del Gwinnett Technical College. 

Además, la pareja planea expandir el negocio en el futuro y adquirir un local para seguir con sus reparaciones y tapizado. 

¿Mezcla arriesgada? 

Por otro lado, hay quienes creen que combinar la vida familiar con la empresarial no es la decisión correcta para todos. 

John Warrillow, autor del libro Built To Sell (Construido para vender), da siete razones por las que los propietarios deberían pensarlo dos veces antes de dejar el negocio en manos de sus hijos. 

Entre sus razones se encuentran: que un negocio heredado le quita a los hijos la posibilidad de alcanzar el éxito por sí mismos, los descendientes menos astutos podrían llevar el negocio a la quiebra, y sus hijos pueden ser flojos y no cumplir con la responsabilidad que la empresa requiere. 

Si la empresa no funciona adecuadamente y poseerla sería una esclavitud, los gerentes de la compañía podrían sentirse desplazados con el nuevo jefe y se podría generar descontento entre el resto de los hijos, tampoco es recomendable que se traspase el negocio, según Warrillow. 

Otro caso, según el autor, es aquel en que los hijos no están interesados en seguir con la compañía. 

Si esto ocurre en su familia, Guzmán asegura que no forzaría a sus futuros hijos. “Yo quiero que ellos libremente hagan lo que ellos quieran hacer”, expresó. 

José López, dueño del mercado y café La Chiquita –ubicado también en Chamblee– coincidió con este sentimiento aunque expresó su anhelo de que sus hijos sigan con el negocio. 

“Yo pienso que no hay que obligarle al hijo. A mi hijo no le puedo forzar a seguir el paso del padre o la madre. Si me dice, ‘yo quiero ser abogado’, órale, adelante”, opinó López. 

Sus hijas Lesley Basaldua y Carmina Basaldua –de 16 y 15 años de edad, respectivamente– trabajan en la tienda de su padre un promedio de 15 horas a la semana durante las vacaciones escolares. 

López cree que involucrar a los hijos en el negocio familiar tiene sus beneficios. 

“Es buena experiencia para que ellos vayan aprendiendo cómo va ganando uno y vean que, a veces, hay que sufrir para ganar algo”, apuntó el mexicano. 

Lesley, por su parte, contó a este medio que su sueño es convertirse en pastelera. Por el momento, sin embargo, aseguró que le agrada trabajar al lado de sus padres y su hermana. 

“La comodidad es que uno está con la familia. Si pasa algo o si yo cometo algún error, puedo contárselo a mi madre y está bien”, relató Lesley. 

La joven agregó que otro beneficio de tener a los padres como jefes es que no le da pena pedirles un aumento. 

“Yo les puedo preguntar, ¿me vas a dar más dinero?”, dijo riéndose. Según la muchacha, sus padres le pagan alrededor de 50 dólares a la semana. 

Éxito imprevisible 

Más del 30 por ciento de las empresas familiares sobreviven hasta la segunda generación, de acuerdo con el Cox Family Enterprise Center (CFEC). 

Este instituto, que pertenece a la Facultad de Negocios de la Universidad Kennesaw State, se dedica a investigar y educar al público sobre los negocios manejados por familias. 

Sin embargo, solo el cinco por ciento de estas empresas duran hasta la cuarta generación, de acuerdo con Georgia Bentley, directora asociada de CFEC. 

La clave, según Bentley, es planificar y llegar a acuerdos con todos los miembros de la familia, preferiblemente antes de iniciar el negocio. 

“Si usted quiere que sus hijos algún día se hagan cargo de la empresa, deben tener algún plan de sucesión y ponerlo por escrito”, aconsejó la experta. 

Además, es recomendable verificar cuáles son los requisitos legales para transferirle el negocio a algún familiar, incluyendo el proceso para cambiar la licencia de negocio a nombre del nuevo dueño. 

De acuerdo con Bentley, es común ver muchos negocios familiares dentro de la comunidad hispana. “Los latinos tienen un sentido de familia muy fuerte”, explicó. 

Daniel Ramos, por su parte, aseguró que no se arrepiente para nada de haberle regalado la empresa a su hijo y nuera. 

“Estoy contento. Muy satisfactoriamente lo están manejando. Yo sé que el negocio está en buenas manos”, declaró. 

Autora  Leslie Froelich

Fuente http://www.mundohispanico.com/dinero/negocios/una-herencia-productiva-824130.html 

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