EMPRESARIOS VS EMPRENDEDORES: ¿UNA BRECHA INSALVABLE? (y III)

Continuación…

El mundo de los jóvenes emprendedores sigue avanzando, como puede. Van a buscarse los recursos financieros en países más experimentados en invertir en star-ups y con menos afición a invertir en las 35 empresas del Ibex, que solo favorecen la macro-economía con la que los políticos se llenan la boca en sus discursos, para demostrar que el país va bien y está saliendo de la crisis.

Los jóvenes emprendedores aborrecen los discursos vacios de los empresarios-stablishment -más valorados por su agenda e influencia social y política, que por sus dotes y meritos empresariales y profesionales- que llenan las noticias de los diarios de economía y los noticiarios de TV o los líderes de las organizaciones empresariales o profesionales (CEOE, PYMEC, Círculo de Economía, etc), solo interesados en mantener el cargo institucional, desoyendo los problemas concretos de los colectivos que representan y, teóricamente, defienden. Los jóvenes están hartos del paternalismo de quienes les exigen “tesón y esfuerzo” desde sus cargos inamovibles, institucionales y ostentosos, ignorando que muchos jóvenes trabajan hoy más que muchos de ellos, alternando varias actividades laborales para poder subsistir con 1.000 escasos euros mensuales, a pesar de estar mejor formados que sus antecesores y presuntos maestros.

Estando las cosas como están, es normal que la “vieja economía” instalada en el poder y la “nueva economía” emprendedora y colaborativa, no se mezclen, pues son como el agua y el aceite. Hablan distintos idiomas, no se respetan ni toleran mutuamente y no tienen interés alguno en establecer puentes de encuentro y de colaboración mútua. Se ignoran, sin saber que el futuro no demasiado lejano pasa por el encuentro, por la solución conjunta de los mismos problemas -el decrecimiento económico, la falta de creación de riqueza y los escasos recursos financieros disponibles- y por crear nuevos sistemas que les permitan apoyarse mutuamente. Es la única solución, en un mundo cambiante, en el que muchas veces el pretendido alumno sabe ya más que el histórico y resabiado profesor. Y ambos son complementarios, pues el nuevo emprendedor aporta la flexibilidad, preparación académica, la mente “abierta” y su capacidad de adaptación al nuevo mundo que viene, mientras el otro aporta su dilatada experiencia y firmeza personal, su perspectiva a largo plazo y el aprendizaje a partir de sus propios errores.

¿Mundos irreconciliables, pero que no tienen más remedio que reencontrarse y ayudarse mutuamente, ante la incertidumbre que afecta a todos? ¿No es el rol que debemos ejercer los seniors que ya tenemos esa visión “abierta”, moderna y transversal, intentando crear los puentes entre ambos mundos, hasta ahora aislados y excluyentes?