Nos tenemos que ir acostumbrando a que cada vez será más difícil que existan "empresas de toda la vida" y prepararnos para cambiar nuestros modelos de negocio cuando los tiempos lo requieran, que cada vez es más pronto. Uno de los grandes cambios de los últimos tiempos es el acortamiento del ciclo de vida de los productos como consecuencia de una frenética actividad innovadora por parte de las organizaciones. Sectores como la electrónica de consumo son un claro ejemplo de ello, pero si echamos la vista a cualquier otro sector observaremos como, de un modo más o menos drástico, los productos de hace 10/15 años casi no tienen cabida en los mercados actuales.
Este cambiante gusto de los clientes por los productos (inducido, insisto, por las industrias más innovadoras) condiciona la supervivencia de las empresas en el tiempo. "O renovarse o morir", sería la frase que mejor resume esta situación. Pues bien, cualquier emprendedor de hoy en día debe asumir este hecho y construir una organización "liviana" capaz de mudar rápidamente cuando las condiciones lo requieran. Es un planteamiento totalmente diferente al del pasado: hasta no hace mucho, cualquier empresario salía al mercado después de adquirir en propiedad los terrenos, locales y maquinarias necesarias para desenvolver su actividad, lo cual suponía elevar el punto muerto de su negocio (momento en el cual los resultados cubren los costes fijos de "arrancada") y condicionaba muchas de las decisiones referidas a cambios estratégicos de la compañía.
Hoy en día debemos plantearnos otro modelo de salida: renting de maquinaria y locales, externalización de servicios no críticos para el negocio, sinergías con otras empresas complementarias, etc., todo ello con el punto de vista puesto en el horizonte oteando hacia donde debe dirigirse nuestra estrategia corporativa. Si atisbamos cambios importantes en los gustos de los consumidores que puedan condicionar la viabilidad de nuestro actual proyecto, podremos implementar cambios adaptativos de un modo mucho más simple que cuando estamos muy apalancados. Otro ejemplo: si descubrimos un nuevo mercado geográfico que nos resulte interesante, podremos mudar parte de nuestras instalaciones a ese nuevo lugar con menores costes y aprovechar así todo el potencial de ese nuevo lugar.
En definitiva; los cambiantes gustos de los consumidores están acortando considerablemente los ciclos de vida de los productos y, por extensión, el ciclo de vida de las empresas que los producen. Y no es de esperar que esto cambie para mejor en el futuro, sino más bien todo lo contrario: cada vez se acelerará más la renovación de productos. Los empresarios deben preverlo y crear estructuras acordes con este dinamismo. Soy de los que creo que no es malo que las empresas se mueran; forma parte del ciclo de vida de las cosas. Lo normal es que unas dejen paso a otras y que sea el propio emprendedor el que tome la iniciativa de adaptar su negocio a los tiempos antes de que éstos lo expulsen del mercado, eso sí, llevándose consigo todo el capital humano que sea aprovechable de la anterior etapa (lo pongo en negrita para que nadie piense que me gusta que la gente se vaya al paro). Lo malo no es que se mueran empresas, reitero; lo malo es que se mueran emprendedores. ¡¡Esto sí que es un drama!!
Reciban un cordial saludo
Juan José
www.creatumodelodenegocio.com