Es conveniente que los miembros de la familia, antes de ingresar en el negocio, trabajen para empresas que no sean del clan.
Existe una diferencia fundamental entre la naturaleza de las relaciones familiares y relaciones de negocios; mientras que las primeras están altamente influenciadas por las “emociones”, las segundas son “racionales”; por supuesto, estas dos diferencias son bastante difíciles de conciliar.
Investigaciones realizadas por Jim Stenson (www.parentleadership.com) demuestran que la existencia de “reglas familiares” es factor fundamental para que los miembros de la familia acepten y practiquen efectivamente las normas y procedimientos propios de las empresas.
La tenencia de “reglas familiares” es una práctica poco usual pero muy efectiva en las familias; cuando existen, usualmente comienzan con la palabra “nosotros” para que sean verdaderamente practicadas. Éstas, además, deben ser muy prácticas: como “nosotros” queremos vivir en un lugar limpio, hemos decidido que todos los miembros de la familia nos vamos a encargar de la limpieza de un área específica de la casa. El tener, practicar y vivir con “reglas” introduce, aparte de orden y disciplina, un tema relacionado con la necesidad de tener estructuras que se respeten. El tener “reglas de familia”, entonces, ayuda a que los miembros de ellas sepan de su importancia y, cuando llegan a las empresas, las políticas y procedimientos, les parecen algo normal y, de hecho, necesario.
Desde el punto de vista del sistema de comunicación, la tenencia de reglas permite que se puedan entablar diálogos productivos tendentes a “solucionar situaciones” y no a hacer “prevalecer posiciones”. La efectividad de las comunicaciones se mide por el nivel de acción que se genera y no por la determinación de quién ganó la discusión; siempre hablamos que una persona comienza una acción, producto de una comunicación, sólo si está convencida o acepta la posición jerárquica de la persona que la origina (que no es lo mismo que a la imposición, por jerarquía, de la persona que la genera).
Es conveniente, para reforzar la conveniencia y práctica de “reglas”, que los miembros de la familia, antes de ingresar en el negocio de su propio clan, tengan la experiencia de trabajar en una o varias empresas que no sean parte de la familia. Aunque no se puede generalizar con absoluta certeza, los miembros de las empresas familiares que han trabajado afuera del seno de la misma, tienden a ser más exitosos que aquellos que no lo han hecho.
Estas personas comprenden el significado real de la virtud del respeto, porque actúan o dejan actuar, procurando no perjudicar ni dejar de beneficiar a los demás y a sí mismo; estas personas conocen muy bien la práctica de sus derechos dentro de un marco propio a su condición y a las circunstancias y, por supuesto, están muy bien “educados” en la práctica de la virtud de la fortaleza, porque saben resistir las influencias nocivas, porque saben soportar molestias y porque se entregan con valentía para influir positivamente en sobreponerse a las dificultades. La fortaleza es la virtud de los convencidos, es la virtud de los que, por un ideal, son capaces de animarse a afrontar grandes riesgos.
La laboriosidad, virtud correspondiente al trabajo, ayuda a realizar una serie de actividades porque se tienen motivos suficientes para superar los obstáculos que puedan surgir; esta virtud implica el cumplimiento diligente de las actividades necesarias para alcanzar la madurez natural y sobrenatural propia y de los demás por medio del trabajo profesional. El amor, a la postre, es el principal motivo de la laboriosidad.
José Áscoli [email protected]
Fuente http://www.sigloxxi.com/opinion.php?id=5666
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