Empresas y tribulaciones de Maqroll el Gaviero, de Álvaro Mutis
Editorial Siruela. 760 páginas. 1ª edición de 1986-1991; ésta es de 1997.
Hace unos veinte años leí La mansión de Araucaíma (1973) de Álvaro Mutis (Bogotá, 1923-Ciudad de México, 2013). La saqué de la biblioteca pública de Collado Mediano, localidad de la sierra madrileña en la que suelo pasar parte de mis veranos. Casi no recuerdo nada del argumento, pero sí que no me impresionó demasiado. Conocía a Mutis porque –entonces, igual que ahora– estaba pendiente de la literatura latinoamericana, y en los años 90 su serie de Maqroll el Gaviero cada vez iba adquiriendo más prestigio. Imagino que leería alguna reseña sobre ella en algún suplemento cultural de la época. Sé que, desde hace dos décadas, he pensado más de una vez en leer Empresas y tribulaciones de Maqroll el Gaviero, pero quizás me ha acabado desanimando su gran número de páginas, el hecho de que no me terminó de entusiasmar mi primer contacto con la obra de Mutis (La mansión de Araucaíma) y que me parecía extraña la propuesta. ¿Las aventuras de un marinero que busca tierra desde su puesto de gaviero? Me imaginaba que podía ser una obra en exceso simbólica, detenida y poética, que no me iba a gustar (aunque Mutis ha acabado siendo famoso como prosista, durante gran parte de su vida su obra fue poética).
Por fin, paseando en la primavera de 2019 por los puestos de la Feria del Libro Antiguo y de Ocasión de Recoletos, me encontré con una bonita edición de Siruela muy nueva con las siete novelas de Maqroll al aceptable precio de 20 euros (entonces era un libro que no estaba como novedad en las librerías) y decidí comprarlo. A principios del verano de 2020, quise acercarme a algunas grandes (en fama y extensión) novelas latinoamericanas que tenía en casa sin leer y me decidí por Yo el Supremo de Augusto Roa Bastos y Empresas y tribulaciones de Maqroll el Gaviero de Álvaro Mutis.
Álvaro Mutis trabajó en Colombia en la multinacional ESSO, por la que fue demandado por malversar el dinero de la compañía en «quijotadas culturales y ayudas a todo escritor o artista necesitado» (según se puede leer en su ficha de la Wikipedia). Esto hizo que abandonara el país y se estableciera en México en 1956, donde trabajó en el mundo de la publicidad. Durante su vida laboral, en actividades ajenas a la literatura, fue principalmente poeta, pero también publicó algunas obras en prosa. En 1953 publica su libro de poemas en prosa Los elementos del desastre, donde ya aparece el personaje de Maqroll el Gaviero. Será en 1986, con la publicación de La nieve del Almirante, cuando Maqroll se convierta en el protagonista de una novela, que inaugurará una serie que llegará hasta las siete. En 1988, Mutis se jubila y puede dedicar más tiempo a la literatura; así, la saga de Maqroll el Gaviero se completará casi a un libro por año: La nieve del Almirante (1986), Ilona llega con la lluvia (1988), Un bel morir (1989), La última escala del «Tramp Steamer» (1988), Amirbar (1990), Abdul Bashur, soñador de navíos (1990) y Tríptico de mar y tierra (1993).
La nieve del Almirante (1986) empieza de un modo muy cervantino: un narrador innominado, que se confiesa seguidor de las andanzas de Maqroll el Gaviero, encuentra en una librería de viejo de Barcelona, en el bolsillo de un libro destinado a guardar mapas, un manuscrito con una nueva aventura de Maqroll, relatada por él mismo en forma de diario. Este diario será el cuerpo central de la novela.
Maqroll remonta el río Xurandó, de un indefinido país latinoamericano, como pasajero a bordo de una lancha. Por las noches lee un libro sobre el Duque de Orléans y escribe el diario antes de dormir. Desde el primer día el viaje será accidentado y no exento de peligros. Maqroll ha oído hablar de unas empresas madereras situadas al pie de la cordillera, de las que le han dicho que puede ser un buen negocio comprar madera para conducirla río abajo. Maqroll estaba conviviendo con una mujer llamada Flor Estévez, que regentaba una tienda llamada La nieve del Almirante en la cordillera. «Creo que sobre la tienda de Flor y mis días en el páramo dejé constancia en algunos papeles anteriores» (pág. 28). Desde esta primera novela, tanto Maqroll como el narrador insinúan que ya existen otros libros anteriores al presente en los que se narran las andanzas de Maqroll.
«Las empresas a las que me lanzo tienen el estigma de lo indeterminado, la maldición de una artera mudanza. (…) Me intriga sobremanera la forma como se repiten en mi vida estas caídas, estas decisiones erróneas desde su inicio, estos callejones sin salida cuya suma vendría a ser la historia de mi existencia» (pág. 29). Esta idea se irá repitiendo a lo largo de toda la saga; el Gaviero es un ser trashumante, que no consigue asentarse en ningún lugar.
Con un dudoso pasaporte chipriota, dominando varios idiomas, los orígenes de Maqroll serán siempre tan inciertos como su destino. Maqroll es un personaje romántico, que encarna los valores clásicos del aventurero, un personaje siempre dispuesto a emprender empresas alocadas, que suelen acabar sin ningún beneficio económico, con gran riesgo para su integridad física y que, tal vez, le hagan encontrar a un nuevo amigo o un nuevo amor.
Ya en La nieve del Almirante se nombra a Abdul Bashur, de Beirut, descendiente de una familia de armadores libaneses y también propenso a la aventura, que será el gran amigo de Maqroll y de cuyos encuentros se hablará en otros libros de la serie.
Durante mi lectura de La nieve del Almirante me estaba preguntando cuál era la época que se reflejaba en la novela, porque todo parece más antiguo que el tiempo en el que se ha escrito la historia; pero en realidad, siguiendo la lógica de la serie, Mutis tiene que estar reflejando un tiempo muy cercano al contemporáneo a la escritura.
En La nieve del Almirante, como en otros libros de la serie, la naturaleza constituye una amenaza seria, así como las fuerzas del Estado (ejército) y aquellos que quieren desestabilizar el Estado (guerrillas).
La novela es realmente bella y contiene mucha poesía. En la cuidada construcción de cada párrafo se puede observar el pasado de poeta de Mutis.
«Toda la vida he emprendido esa clase de aventuras, al final de las cuales encuentro el mismo desengaño. Si bien termino siempre por consolarme pensando que en la aventura misma estaba el premio y que no hay que buscar otra cosa diferente que la satisfacción de probar los caminos del mundo» (pág. 82). Estas novelas tendrán también un aire de dejadez existencialista.
Al final de esta bella novela, el primer narrador decide añadir unos cortos episodios sobre otras aventuras de las que tiene constancia acerca de Maqroll. Lo anunciaba al final del prólogo inicial: «También se me ocurre que podría interesar a los lectores del Diario del Gaviero el tener a su alcance algunas otras noticias de Maqroll, relacionadas, en una u otra forma, con hechos y personas a los que hace referencia en su Diario. Por esta razón he reunido al final del volumen algunas crónicas sobre nuestro personaje aparecidas en publicaciones anteriores y que aquí me parce que ocupan el lugar que en verdad les corresponde» (pág. 21). Tengo la sensación de que quizás Mutis se precipita al hacer este añadido final a la novela, parece casi que se ha dado cuenta de que ha encontrado un gran tema narrativo y las historias del Gaviero le quemaran en las manos. Sobre estas breves crónicas de la primera novela se volverá a hablar en las siguientes.
En el prólogo de Ilona llega con la lluvia (1988), el narrador nos cuenta que las historias que va a relatar se las escuchó a Maqroll en «horas de vino y remembranzas», que son historias infrecuentes en él, pero no por eso inconfesables o penosas, y que quiere retratarlas aquí con la propia voz del Gaviero, que él va a tratar de emular para los posibles lectores de sus páginas. Aquí nos vamos a encontrar con Maqroll varado en Panamá con su dinero a punto de acabarse, frecuentando demasiados bares y demasiadas copas (la saga de Maqroll también es una exaltación de los grandes bebedores), hasta que se encontrará con Ilona Grabowska, una vieja amiga y amante; que también ha sido amiga y amante de Abdul Bashur. Con ella Maqroll va a montar un rocambolesco prostíbulo.
Hasta cierto punto, podemos considerar que Maqroll es un personaje quijotesco, un buscador de aventuras enfrentado al mundo; y Abdul Bashur podría ser entonces su Sancho Panza, pues más de una vez se insinúa en el libro que Abdul se ha ido convirtiendo en un ser más nómada y aventurero tras conocer a Maqroll. Si estiro más este paralelismo Ilona podría ser Dulcinea, una mujer ideal para estos aventureros, que está destinada a volatilizarse de un modo fantasmal, como podía ocurrir en El Quijote.
«Usted sabe que con la ESSO no hay bromas», le dice un personaje a otro en la página 132, lo que no deja de ser un chiste personal de Mutis.
En Un bel morir (1989) nos encontramos con Maqroll en una población llamada La Plata (que no es la ciudad argentina, como pensé en primera instancia), a punto de comprometerse en un negocio dudoso: subir a la cordillera el material para una supuesta obra ferroviaria que lleva al puerto de La Plata a lomos de unos burros. Aquí, aunque se insinúa el comienzo de la vejez para Maqroll, éste conocerá a un nuevo y joven amor.
Otra vez, el peligro físico se unirá al de las autoridades y al de grupos terroristas, incluso. En este caso, la novela –sin prólogo– está escrita en tercera persona.
Sin embargo, en la cuarta, La última escala del Tramp Steamer (1988), aunque tampoco hay prólogo, la novela (en primera persona) no empieza a narrar una historia de Maqroll sino del narrador, a quien el lector cada vez identifica más con la figura del propio Álvaro Mutis. El narrador es un escritor que, debido a su trabajo ajeno a la escritura, tiene que viajar mucho por el mundo, y al que además le gustan los barcos y subir a ellos. Se encontrará en diversos puertos del mundo con un viejo Tramp Steamer y al final tendrá ocasión de hacer un viaje en él. Al hablar con su capitán Jon Iturri, se dará cuenta de que tienen amigos en común: Jon Iturri vivió una historia de amor con Warda, una hermana de Abdul Bashur. En esta cuarta novela, sobre un amor otoñal y perdido, Maqroll será un personaje bastante secundario.
Amirbar (1990) también empieza siendo narrada por Mutis, quien encontrará a Maqroll en una mala pensión de Los Ángeles aquejado de fuertes fiebres. De ahí le llevará a una clínica y más tarde a vivir con su hermano Leopoldo y su mujer en Los Ángeles, para que pueda recuperarse. Leopoldo es el nombre real del hermano de Álvaro Mutis. En otra novela este narrador habla de su mujer Carmen, que es el nombre real de la mujer de Mutis, y también hablará de su amigo Gabriel García Márquez, amigo real de Mutis.
Cuando se vaya recuperando, Maqroll narrará en el jardín de Leopoldo una nueva aventura que vivió buscando oro en algún país indeterminado de Latinoamérica, de nuevo entre dos fuegos, los del Estado y los de los terroristas. De nuevo, vivirá otro amor y saldrá de la aventura sin beneficio económico. «Mi interés por las minas de oro es puramente especulativo. Es decir, me interesaban como exploración de un mundo que me era extraño» (pág. 412).
Es muy interesante en esta novela el juego entre los dos narradores. En la página 422 se evocan los lugares en los que Don Quijote dialogaba con Sancho.
«Cuando entramos en alta mar y el barco inició el lento cabeceo contra las olas, sentí que volvía a ser el de siempre: Maqroll el Gaviero, sin patria ni ley» (pág. 477). Aunque se supone que Maqroll es un marinero, casi todas las aventuras que Mutis nos cuenta sobre él transcurren en tierra.
En la sexta novela, Abdul Bashur, soñador de navíos (1990), nuestro narrador se encontrará en una estación de tren con Fátima, una de las hermanas de Abdul. Fátima le hará llevar documentos y fotos de su hermano, y el narrador decidirá hablarnos de Abdul esta vez y no de Maqroll, del que hace tiempo que no tiene noticia. En las siete novelas se habla al menos de dos posibles muertes de Maqroll, que entran en el mundo de la especulación y la leyenda y a las que el narrador no acaba de dar crédito.
En la séptima y última novela, Tríptico de mar y tierra, Mutis vuelve a Maqroll, y acaba su trilogía con un final muy bello, con un Maqroll ya casi decadente, convertido en el cuidador de unos destartalados astilleros en Pollença (Mallorca), –un detalle éste muy onettiano– enfrentado al miedo de lo que supone la paternidad. Aquí Maqroll se convierte un tanto en Abdul; es decir, Quijote pasa a ser Sancho.
El nivel es bastante parejo en toda la serie. Me han gustado los juegos entre los dos narradores –Mutis y Maqroll– y las interconexiones entre las novelas. Lo que en una se insinúa, es posible que vaya a ser desarrollado en otra.
Como he leído en diversos artículos de internet, Mutis era un gran admirador de las novelas marinas de aventuras de escritores como Joseph Conrad y libros como Lord Jim. Cuando puse alguna foto del libro en las redes sociales, un gran lector colombiano, Samuel Whelpley, me decía que en Colombia a Álvaro Mutis se le consideraba un maestro, pero que tiene pocos lectores. Alguien como Gabriel García Márquez entra, en su escritura, de lleno en la tradición e historia del país, y un escritor como Mutis se sale de la tradición y encuentra un camino propio. Su literatura es puro internacionalismo; es como si Maqroll fuera el habitante de un país constituido por todos los puertos del mundo, donde no es una mera coincidencia encontrarse en Noruega con alguien que conoció en Indonesia, puesto que todos los puertos están conectados. Aunque en muchos casos sus narraciones no están del todo localizadas (la historia puede suceder en Colombia, Perú o Ecuador), sí que es importante el origen de los personajes y la idea de que viven desplazados de ese origen (un egipcio que vive en Escocia, un noruego que pesca en Canadá, etc.)
En gran medida, Álvaro Mutis desea que el lector se divierta como cuando era un niño y leía los libros de aventuras de Julio Verne o Emilio Salgari; pero a la vez le guiña el ojo y parece decirle: sé que tienes un bagaje literario, que has leído a Cervantes y a los grandes, y vamos a divertirnos juntos. Maqroll el Gaviero es uno de los grandes personajes de la literatura del siglo XX y Empresas y tribulaciones de Maqroll el Gaviero se ha convertido desde ya en uno de mis libros favoritos de la literatura latinoamericana.
Nota: ahora mismo, la edición que yo he leído de Siruela solo se puede encontrar de segunda mano, pero será interesante saber, para el posible lector de este libro, que hace poco la editorial RM ha vuelto a publicar este grandísimo libro en tapa dura.