Revista Argentina

En Argentina: escuchá antes de que sea tarde

Publicado el 23 abril 2013 por Colombatto

 

Cuántas veces nos hablaron así nuestros padres y nosotros adolescentes nos burlamos y luego nos metimos en tremendos líos, todo por no escuchar, por creernos dueños de la verdad (la nuestra) y todopoderosos.

Éramos adolescentes, palabra que proviene de adolecer, es decir que nos faltaba algo para mantener coherencia en el pensamiento y las acciones.

Protestar, criticar y oponerse con criterio y argumentos válidos es propio de cualquier adulto, pero alimentar broncas sociales, si quien/es lo hace/n es/son mayor/es de edad (no me atrevo a decir adultos), pues es propio de gente malvada o inestable mentalmente, porque ser opositor no significa inventar sino presentar puntos de vista distintos.

Hoy en día, los opositores sin partido (sin partido) han demostrado a través de sus provocaciones que son lisa y llanamente mala gente, que están provocando violencia social, que no les importa en lo más mínimo qué desea la mayoría y que en su fuero más íntimo entienden que democracia es actuar “por la razón o por la fuerza”, por lo tanto, si fracasan en sus debates públicos, pues organizan puebladas con argumentos falsos controlando a las masas desde medios de difusión a cuyos dueños les conviene voltear gobiernos.

Con 56 años a cuestas ya conozco estas historias en mi país, que han sido caratuladas como golpes de estado cívico-militares. Fueron tiempos cuando la oligarquía sentía que no podía robar lo suficiente y entonces “golpeaba a las puertas de los cuarteles” empujando a los oficiales para que sacaran los tanques a las calles y con ello derrocaban presidentes elegidos por el pueblo.

Hace treinta años dijimos “nunca más” y los militares comprendieron que una y otra vez los habían usado aquellos que desprecian los derechos y obligaciones existentes en cualquier democracia. Los militares también dijeron “nunca más”.

Ahora, los golpistas han insertado supuestos representantes del pueblo tanto en el Congreso Nacional (en las urnas cosecharon muy pocos votos) como en la prensa; aquí ya fuere en dudosa función periodística o como invitados, todos ellos funcionales a los intereses de la oligarquía, que por supuesto jamás aparece públicamente y el pueblo no conoce sus variados rostros.

Estos provocadores están operando para voltear al gobierno, un gobierno que podrá tener errores pero fue elegido por el pueblo, ese pueblo que no votó a estos provocadores, precisamente por ello, porque representan intereses anti-argentinos y la historia nacional los recuerda desde tiempos del derrocado Hipólito Yrigoyen.

Las cartas están sobre la mesa y es cuestión de abrir los ojos para entender qué están haciendo en el país y en el continente. Escribo estas líneas el día 22 de abril, y el día 21 a la noche escuché al ex embajador norteamericano en Venezuela (Otto Reich) diciendo que las democracias de Suramérica “están en picada”, una expresión que jamás debería salir de la boca de un diplomático. No necesito escuchar a un chavista para comprender que las acciones desestabilizadoras en ese país son dirigidas por este norteamericano, porque lo vi y escuché por el canal CNN, con su rostro autoritario y verborragia golpista, hasta el punto de asegurar que en Venezuela hay un gobierno totalitario (para él “totalitario” es sinónimo de votaciones visadas por cientos de observadores internacionales).

En mi país, está claro que las redes sociales, el video cable y varios canales de televisión nacional están en manos o dependen de empresas norteamericanas que operan -igual que el Venezuela y otros países de la región- como puntas de lanza para derrocar no sólo al gobierno actual sino directamente a cualquier gobierno democrático que no acate sus exigencias y control económico (pasó con los presidentes Alfonsín y De la Rúa).

En días pasados, tras la decisión gubernativa de modificar la justicia para acabar con ese cuarto poder que una vez más está operando un golpe cívico, ahora sin militares, esta oligarquía nuevamente mandó soldaditos obedientes a las calles y varios de sus oficiales civiles ahora están diciendo que van a bloquear el acceso y por lo tanto el funcionamiento del Congreso Nacional. Es directamente un golpe de estado cívico-mediático. Pronto alguien se los advirtió y cambiaron el mensaje por “abrazo simbólico” alrededor de la Casa del Pueblo.

En cuanto a Venezuela, hoy todos los países de la región han reconocido al gobierno que ganó en las últimas elecciones, pero desde CNN le siguen dando espacio tanto al representante Capriles como al ex embajador Otto Reich desde el programa de Oppenheimer, por lo tanto siguen operando para voltear a ese gobierno.

Aprendida la lección, UNASUR parece haber elegido el camino de acordar sin evidencias públicas mostrando aparente derrota estrepitosa de Lugo en Paraguay, que se contradice con la impensada gran amistad entre Cristina Kirchner y el recién electo Cartes del partido Colorado.

La estrategia que viene consolidando UNASUR es que “en la unión está la fuerza”, mientras que la política exterior norteamericana no admite otra acción que “divide y reinarás”, por eso han dividido a los venezolanos y a los argentinos.

En ambos países la posibilidad de que las Fuerzas Armadas se levanten en armas contra los gobiernos legales hoy es nula, entonces operan sobre la población desde sus medios de difusión, que también están haciendo en Ecuador y Bolivia con el objetivo de golpes de estado cívico-mediáticos.

Es tiempo de hacer silencio y meditar: ¿sigo opinando en defensa de los derechos ciudadanos con la obligación moral de oponerme a los violentos mediáticos?

¿Digo una y otra vez que las acciones gubernativas apuntan directa y unívocamente a acabar con los golpistas atomizados en el Grupo Clarín aquí o contra la Cadena Capriles allí?

¿Le recuerdo al lector que Patricia Bullrich se opuso a que se regule la cantidad de tierras estratégicas que estaban comprando magnates extranjeros en nuestro país?

¿Explico que la prensa debe informar y ser crítica pero que en la ética profesional está prohibido darle espacio y respaldar sólo a los voceros opositores, sean estos barriales, provinciales o nacionales, como hacen los periodistas del Grupo Clarín?

¿Denuncio que el video cable en Argentina está mayoritariamente en manos de capitales norteamericanos, y que por ello no nos permiten ver canales de Asia, África, casi nada de Europa y casi nada del resto de América, excepto de EE. UU.?

¿Demuestro que existe una dictadura de la información y que por ello, de la forma que fuere, el gobierno tiene que acabar con este control, siendo el primer paso acabar con las medidas cautelares ya que siempre hay algún juez que acepta sobornos y por su intermedio sigue actuando el control mediático?

¿Sirve de algo explicar, recordar, denunciar y demostrar cómo están operando para voltear a éste y otros gobiernos autóctonos de la región?

Quienes alguna vez hemos impreso libros o revistas, sabemos que los diplomas y documentos nacen en las imprentas y que se puede duplicar cualquier material de estos a la perfección, por ello, diplomas y documentos tienen validez sólo si hay un escribano de por medio. Este último domingo, el periodista a sueldo Jorge Lanata estuvo mostrando en cámara supuestos documentos “oficiales” que incriminan a miembros y allegados al gobierno nacional argentino. El televidente que ignora las artes de la impresión seguramente se tragó el embuste, que apenas es un caso más de las tantas mentiras que este hombre difunde sin hacer periodismo, pues arma sus programas de camino a voltear al gobierno que no les conviene a sus patrones.

No es casual que Lanata esté atacando al resto de la prensa porteña simplemente porque no responde al Grupo Clarín. El objetivo de esta empresa política es acabar con cualquier pensamiento que no se alinee a la dictadura de derecha (EE.UU.). Creen que aquí pueden operar como en ese país donde hicieron desaparecer a todo aquel que pusiera en duda el control estatal, y por eso desde hace ya bastante tiempo por la prensa única les hacen creer que sufren atentados desde el exterior y que siempre (siempre) los malos son extranjeros procedentes de países que ellos no controlan.

Que el lector entienda de una buena vez: si hoy hubiera elecciones y ganara el radicalismo, en menos de 4 años le estarían tendiendo igual emboscada que a Cristina, y obviamente que por medio de la prensa porque -vale repetirlo- los militares ya no se prestan a estos delitos públicos. En Argentina, la cuestión no es quién gobierna sino cuán servil es a los intereses del gobierno del norte americano. ¿Acaso es necesario recordar cuántos golpes de estado hemos sufrido? ¿Es necesario remarcar que esos gobiernos fueron tanto radicales como peronistas?

Entonces, ¿vale la pena seguirse prestando a esta guerra diaria contra obsesivos en destruir? La gente sana piensa cómo construir un futuro mejor, sea personal o social. Sólo los delincuentes (insanos por naturaleza) usan sus mentes y tiempo en dañar a los otros, por eso jamás se les cae una idea superadora.

En los últimos días las acciones de estos insanos dejó de ser una cuestión de debate público y ahora sí, este gobierno que permite toda clase de expresión popular, va a tener que tomar el toro por las astas.

Las expresiones de estos anti-demócratas pasaron de castaño a oscuro y es necesario aplicarles el rigor de la ley, porque instigar al pueblo para impedir el normal funcionamiento del Congreso donde está la voz del pueblo por medio de sus representantes, eso es un delito desde cualquier mirada.

Yo también soy ciudadano y tengo derechos. Yo reclamo que a esa gentuza apátrida se la meta presa por instigadora contra la democracia. Ya basta.

¡Ya basta!

En democracia también hay límites. Como un ciudadano más le pido al gobierno y a las fuerzas de seguridad que actúen ahora, antes de que sea demasiado tarde y paren al país una vez por semana con atentados contra la propiedad (pública como privada) y la vida de los ciudadanos, como están haciendo en Venezuela.

Para los alienados hay hospitales (manicomios) y para los delincuentes hay cárceles.

Esto dejó de ser un circo mediático-callejero. Ya basta. Yo también tengo derechos, mal que les pese a los golpistas.

 

Luis Colombatto


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