Barcelona, Barcelona, Barcelona… cuánto se ha dicho y cuánto se dirá de esta hermosa ciudad. Así que mejor ser claro desde el arranque: No diré nada nuevo que no puedas encontrar en Wikipedia o en las millones de páginas web que hay sobre este lugar. Mi intención es dar a conocer mi experiencia de viajero inmigrante, desempleado y entusiasta en un sitio exótico.
¿Exótica Barcelona? ¡Hombre, claro que sí! Muchos viajeros dan por hecho que una ciudad como esta, donde diariamente se pasean sin apuros miles y miles de turistas y que de tanto escuchar y ver de ella parece que ya se la conociera, no puede sorprender a nadie. Pero cuando vives en países en vías de desarrollo, al otro lado del mundo, y llevas en tí la adicción viajera sueñas con conocer alguna vez una ciudad como Barcelona o Madrid o París por más que hayan convertido en tópicos turísticos. El nombre de esas ciudades suenan para nosotros los sudaméricanos tan exóticos como le pueden sonar a los europeos las palabras Machu Picchu, Aracataca o Cochabamba. Ellos vienen a buscar algo que en Europa no encuentran. Nosotros vamos a Europa por lo mismo.
Pero en el caso de los viajeros que venimos de países pobres llegar a esos sitios no solo hay que pasar un inmenso mar sino también otro: el de los trámites, negaciones de visas y aprovisionamiento del dinero que hay que juntar para llegar. Es obvio que el viajero del primer mundo no se encuentra con semejantes líos.
Soy un afortunado, he podido cononocer este lugar cuyo nombre sonaba siempre como un anhelo infinito. Aquí vamos entonces, a contagiarnos del encanto de esta ciudad que refulge día y noche mirando desde siempre al Mediterráneo y pensando en que cumplí un sueño: el de conocer y vivir en la "exótica” Europa…
...........................................................................
En los altavoces del avión de Ryanair (no es que quiera hacerle publicidad pero es la línea aérea que me permite volar con presupuesto de “parado” aunque en sus aviones no te den ni las gracias) suena la trompetita que avisa que hemos llegado en hora y que Barcelona espera por nosotros. Hay muchas maneras para ir del aeropuerto hasta el centro de la ciudad pero nosotros escogimos la más económica que es tomar el bus número 46 que por 1.40 euros por persona te lleva en más o menos 30 minutos hasta la Plaza España lo cual nos venía muy bien porque planeamos aprovechar las últimas luces del día (habíamos arribado a casi las 3 de la tarde) para pasear entre los jardines y museos de Montjuic, así que con nuestras mochilas a cuestas y sin pérdida de tiempo nos fuimos a este lugar donde definitivamente ocio y cultura se dan la mano y ofrecen una de las caras más bonitas de la ciudad condal. Más info sobre transporte del aeropuerto de Barcelona hacia la ciudad en esta página.
Nos apeamos en el paradero de la plaza España en donde vimos una de las tantas clásicas estampas de la ciudad: las columnas hechas de ladrillo a semejanza del campanario de la plaza de San Marcos de Venecia. Al lado está la Plaza de toros de 1899, donde ya no se escuchan “oles” pues las corridas están prohibidas en Cataluña pero lo que si se podrá oír es algún grito eufórico ya que todavía se usa la plaza para conciertos.
Desde la plaza España se entra a Montjuic a través de la avenida Reina María Cristina lugar en el que se encuentra la famosa Font Mágica cuyas aguas se iluminan y ondean al ritmo de la música mientras turistas boquiabiertos las graban con sus teléfonos moviles para luego colgarlos en youtube. Esta avenida, la de la Reina María Cristina, tiene mucha importancia en la historia de la ciudad ya que fue allí donde se construyeron diferentes edificios para la gran Exposición Internacional de 1929, evento en el que Barcelona confirmó su valor como ciudad ejemplar. Así que al pasear por esta larga arteria presta mucha atención a las fachadas de los edificios como el Palau de Victòria Eugènia y el de Alfons XIII ambos de 1923 o el pavelló Mies van der Rohe.
Llegamos hasta la Plaza de las Cascadas y empezamos a subir por viejas y elegantes escalinatas hasta el sitio más alto de Montjuic: el Palau Nacional o Museo Nacional de Arte de Catalunya, que fue justamente el principal edificio de los fastos de 1929. Este es un sitio obligado para todos los amantes del gran arte ya que tiene los mejores frescos románicos de Europa, muchos del siglo XII, y una importante colección gótica además de pinturas de El Greco, Zurbarán, Tiziano y Velásquez.
Estamos a 173 metros sobre el puerto comercial de Barcelona por lo que desde aquí las vistas de la ciudad son ideales. Poco a poco el mundo iba metiéndose más y más en una inmensa burbuja de plomiza oscuridad; a lo lejos la Sagrada Familia parecía un trasatlántico a la deriva en un mar de niebla. El nombre de Monjtuic parece provenir de “mons jovis” nombre que los romanos le dieron a un templo en honor a Júpiter, otros creen que en verdad lo que allí había era un cementerio judío. Lo que es seguro es que aquí había un castillo desde 1640 y que actualmente se puede visitar.
Luego de visitar el Palau y sus alrededores, solo por fuera ya que se nos acababa el día y queríamos aprovechar hasta la última migaja de luz, nos fuimos hacia algunas de las instalaciones que fueron construidas con motivo de los Juegos Olímpicos de 1992: el estadio, que si bien fue inaugurado en 1929 se le renovó para las olimpiadas; las piscinas, el espectacular Palau Sant Jordi y la famosa Torre de Calatrava, un símbolo de aquellos juegos que yo miraba televisados entonces al otro lado del mundo.
Visitamos también, más por curiosos que por entusiastas, el Poble Espanyol pero solo por fuera. La verdad no nos interesa entrar a un sitio semejante: un gran espacio que trata de reducir las bellezas de España en unas cuantas hectáreas y donde por lo visto, oído y leído, todo debe ser una ingeniosa falsedad. Es una nimia fantasía hecha para reflejar un país... quizás podrían poner a caminar por las calles del "pueblo" a actores que con curriculums bajo el brazo vayan representando a los 5 millones de parados o a los plantones de "indignados" en alguna de las plazas españolas que deben tener allí dentro y la impostura se haría más soportable. Bueno, igual puede que te sea interesante, así que si te gustan estos sitios (onda Disney) y no tienes ni tiempo, ni ganas, ni dinero para poder cruzar España entera y hacerte una idea de la misma (superficialmente) quizás el sitio te pueda interesar.
La luz del día ya se había extinguido y no nos quedaba sino ir en busca de nuestro hostel del cual daremos información y opiniones en la parte de Datos (abajo).
El primer día o las primeras horas en Barcelona dejaron una gran impresión, como no podía esperarse menos. Fue una buena idea empezar la visita en un lugar tan tranquilo como Montjuic y así ir metiéndose poco a poco en la capital catalana. Al día siguiente nuestras andanzas continuarían por su corazón mismo: el centro histórico.
DATOS
- Nos hospedamos en el Hostel One, el cual tiene 4 sucursales, nosotros nos quedamos en el de Sants. Encontramos un buen precio de 12 euros por persona en una habitación de 6 personas. Al llegar el chico que nos atendió nos dejó estar en una de 4 porque había espacios vacíos. Al final estuvimos solos en esa habitación lo cual fue muy conveniente. La atención de los chicos es excelente. El hostel es muy limpio y ordenado y te dejan usar la cocina y así ahorrarte el restaurante. El servicio de internet es bueno. La estación de metro más cercana es SANTS y desde allí hay que caminar unas pocas calles. Cerca hay un par de supermercados a donde se puede ir a comprar cosas para hacerte el bocadillo y salir a patear Barcelona.