Partiendo de la base de que hay mucho chiripitifláutico y soplagaitas en eso de la política, estoy barajando la posibilidad de coger un folio limpio, doblarlo por la mitad, cortarlo con brío y guardar una de las mitades en un cajón. En cuanto me llegue la primera propaganda electoral para suplicar mi voto --sea del partido que sea-- meteré ese papel en blanco en ese sobre oficial de la Junta Electoral y lo guardaré hasta el 22 de mayo. La mezquindad, mediocridad y zafiedad que veo-sufro-leo a diario me invitan a no tener opción política. Los que son de mi cuerda no me gustan; y los que me gustan no son de mi cuerda. Difícil y primerizo dilema personal. Cierto que hay políticos, pocos, que merecen la pena. Pero están silenciados por los poderosos aparatos de partido, esos grandes hipócritas y trituradores de la dignidad política. Por ello no veo ninguna alternativa posible, más que el derecho cada 4 años a pasar factura por tanta pasada de frenada.
Mente en blanco = voto en blanco. Lo pensaré...
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Escrito desde mi iPad