En blanco y negro. A todo color.

Siempre he pensado que la gente a la que no le gusta leer es porque no ha encontrado el libro adecuado. Me niego a pensar que una persona no pueda disfrutar con la posibilidad de sentir las emociones y situaciones que los libros nos regalan, construyendo en su imaginación  mundos, existencias, aventuras etc. paralelas a su propia vida.

A esas personas que no han entendido aún el placer de la lectura me gustaría pedirles que siguiesen buscando. Quiero que experimenten el peso de un libro en sus manos, que inhalen su olor único y característico, que luchen por mantener los ojos abiertos porque sean incapaces de irse a dormir sin avanzar un poco más en la historia. Que lloren, rían, amen y odien junto a sus protagonistas, que sientan un extraño vacío cuando la palabra “fin” aparezca ante sus ojos y deban cerrar el libro sabiendo que extrañarán a esos personajes que tanto llegaron a conocer. Me encantaría que soñaran, que abrieran la mente, que se creyesen un dios todopoderoso que participa de la creación de un universo infinito. Les pediría que levantaran los pies de la tierra y volaran transportados en palabras y que el negro y blanco de las páginas lograra pintar de alegres colores sus existencias.

Quien nunca ha sentido nada de esto nunca ha leído y, realmente, nunca ha vivido.