Ernesto Sábato : "El mundo nada puede contra un hombre que canta en la miseria."
Eso es lo que debió pensar la anestesiada población brasilera cuando decidió que ya era hora de salir a la calle y protestar contra tanta corrupción, de tanto latrocinio y de tanto amiguismo allá por dónde vayas. Y es que la gente ya está harta. El aparato público, una propiedad participada por el pueblo, que debería ser garante de la libertad, igualdad y la equidad, como el lema de la revolución francesa, está corrompido de pies a cabeza. Y es que para las élites en el poder en Brasil todo da igual porque el pueblo siempre está alegre. Un pueblo indiferente a las penurias que estén pasando, la violencia que estén sufriendo y la falta de infraestructuras vitales en sanidad, educación y demás. Eso sí, religión que no falte, religión y ¡GRACIAS A DIOS!. ¡Salud y Suerte!