Revista Cultura y Ocio

En busca de la felicidad

Publicado el 25 mayo 2015 por Revista Pluma Roja @R_PlumaRoja

En los países de la órbita capitalista estadounidense se han extendido muchos mitos que tienen estrecha relación con la consecución de los sueños y el desarrollo de los individuos. Uno de los mitos más grandes, por ejemplo, es el de la superación personal: rascarse con uñas propias, el éxito solo depende de tu grado de trabajo y perseverancia, etc. Para extender este mito se han valido de grandes “exponentes” de estos temas quienes, a una velocidad asombrosa, publican cada año nuevos y cada vez más extensos libros en la materia, en los cuales exponen de manera muy personal las claves del éxito para lograr lo que sea que hayan logrado. Ahora bien, lo que ignora el lector o lectora de estos verdaderos “gurús” del “ganarle a la vida”, es el contexto de dónde y cómo se desarrollan sus historias.

El caso de Chris Gardner es muy buen ejemplo de este mito. Mito que, por lo demás, es el sustento de un modelo perverso que se nutre de los sueños e ilusiones de millones que no se atreven a cuestionarlo pues anhelan, algún día, ser millonarios como sus “gurús”.

Propaganda gringa: En busca de la felicidad

Lo que presento a continuación no es un análisis de crítico de cine. La película puede haber sido buena o mala. Eso no es relevante. Lo importante es los mensajes sutiles que se esconden en ella.

Chris Gardner es el personaje en el cual se inspiró la película dirigida por Gabrielle Muccino titulada The Pursuit of Happyness (En busca de la felicidad). La película protagonizada por Will Smith nos muestra a un hombre que ha fracasado en sus negocios, que ha sido abandonado por su mujer, que se queda solo con su hijo y que a duras penas trata de sobrevivir sin un lugar estable para vivir en el medio de la metrópolis. Mientras el drama de la película pretende conmovernos con las peripecias, no solo de un hombre, sino que de un padre que lucha por no hacer sufrir a su hijo y que, por otro lado, intenta resurgir del fracaso, los sutiles detalles del mensaje y la propaganda de fondo emergen poco a poco.

Pues, en el momento exacto en que todo parecía perdido y las esperanzas se reducían a cero para nuestro desdichado protagonista…  ¿En qué lugar es recibido para ser entrevistado para un puesto de practicante? Una corredora de bolsa. ¿La entrevista se llevó a cabo en condiciones “normales”? Pues no. Nuestro protagonista llega a la entrevista mal vestido, sucio y en pésimas condiciones. Sin embargo, es aceptado y se le da el puesto.

(Que su presentación haya sido pésima no es un juicio de valor que haga yo, solo estoy replicando los criterios de la gran mayoría de agencias reclutadoras de trabajo a nivel mundial, que por lo general se preocupan más del “envase” que del “contenido”). Y, finalmente, luego de un periodo de evaluación y trabajo, nuestro protagonista es considerado un buen empleado, se le extiende un contrato y logra vencer la pobreza.

Para rematar, en el epilogo de la película se revela que Chris Gardner logró con posterioridad crear su propia empresa multimillonaria de corredores de bolsa. Y fin, él y su hijo vivieron felices por siempre. Una historia que debería conmover hasta al más duro corazón que exista –se supone–.

Emprendi-miento

Ahora bien, la lógica detrás del mensaje de la película es bien simple, pero a la vez, ha sido ocultada con delicadeza: solo el esfuerzo personal rinde frutos. Solo los flojos fracasan. El sistema es perfecto. El que es pobre lo es porque quiere.

El problema con este tipo de mensajes es que se piensa que pueden ser de carácter universal y aplicable a todas las realidades. Y, por ejemplo, en las naciones pertenecientes a la órbita gringa, el modelo neoliberal en lo económico y arcaico en lo social que nos oprime, solo se ha encargado de reproducir una casta oligarca despiadada y egoísta que no trabaja en función del desarrollo de los individuos, sino que del enriquecimiento personal. Una casta que solo contempla al trabajador como un mal necesario. Pues para los empresarios, los obreros solo existen como medio para enriquecerse cada día más y no como personas con habilidades y fortalezas que ellos, como empresarios, podrían ayudar a desarrollar. Desde su visión, el empleado debe de estar agradecido porque se le da trabajo, pues de otra manera estaría muriendo de hambre, y por lo mismo, no puede quejarse ni exigir mejores salarios, pues el hecho de estar trabajando ya es un regalo. Esa es nuestra realidad. La realidad gringa es otra.

Puede que yo tenga miles de reparos con la política exterior gringa. Soy un acérrimo contrario a su modelo capitalista. Pero debo ser honesto: el capitalismo gringo parece un niño de pecho en comparación con las variantes neoliberales implantadas en el resto del mundo. Y es por eso que el caso de Chris quizá sea posible en esa realidad, pero pensar que eso podría ocurrir, por ejemplo, en Chile, es de locos.

Chris en Chile

Por ejemplo, el caso de Chris Gardner en Chile hubiese sido así. Aquí, para empezar, lo hubieran visto llegar sucio y desarreglado, y no lo hubieran aceptado para ser entrevistado. Segundo, si es que hubieran aceptado entrevistarlo, lo hubieran rechazado por: irrespetuosa forma de vestir. Y tercero, si es que le hubieran dado el contrato de practicante, una vez terminado el periodo de práctica, pese a su buen desempeño, lo hubieran despedido igual, pues en Chile, no son pocas las empresas que solo viven de trabajadores/practicantes sin sueldo fijo, pues “el marco legal” se los permite. En definitiva, Chris Gardner hubiese vuelto a la calle. Su hijo hubiese caído en la drogadicción y el alcoholismo. Hubiesen tenido que robar para vivir. Y se habrían construido una choza cercana a un puente. Fin de la historia.

Es por eso que el mito del ascenso, del crecimiento, de la idea de ser millonario, del desarrollo del trabajador, en los países de la órbita gringa, no es más que eso, un mito. Y lo que es peor aún, que ese tipo de películas se utilice para motivar a nuestra gente es un contrasentido. Aquí el sistema no acepta a quien no haya nacido en cuna de oro. En nuestros países, el que entra a trabajar, por ejemplo, como limpiador de baños, luego de 40 años, seguirá siendo limpiador de baños. Es imposible que tras muchas capacitaciones, estudios y demases, llegué algún día, a ser, gracias a su esfuerzo, jefe del departamento de limpieza. Imposible. Los ricos de los niveles superiores JAMÁS permitirán nuevos ricos. No está en su cerebro de nuez lograr que sus trabajadores crezcan y se desarrollen, muy por el contrario, solo quieren que sirvan como mano de obra barata.

En definitiva, lo que nos queda es buscar la reconstrucción del tejido social. Sacarnos de la mente el sueño del “emprendimiento” como llave para triunfar en las sociedades económicamente neoliberales, porque ese sueño es justamente lo que nubla la mente de la población a la hora de combatir el sistema imperante. Pues, ¿cómo combatir un sistema que perfectamente podría hacerme rico si me esfuerzo?

Por eso es importante primero reconocer al sistema como enemigo, y no, como una plataforma de oportunidades para todas y todos por igual, porque no lo es. En Chile ya llevamos un poco más de 40 años de capitalismo en su variante más liberal en lo económico, donde nada está regulado por el estado, ¿y qué hemos ganado? ¿En que hemos avanzado? En nada. Solo tenemos una población deprimida, pobre, ignorante, que padece los peores vicios, y peor aún, que perdió su conciencia de clase.

La felicidad no se busca de manera individual, se busca de manera colectiva. Y ya está bueno que dejemos de esperarla de la mano de la diosa economía y que por arte de magia nos convierta en corredores de bolsa multimillonarios. Así no está diseñado el sistema. Así no funcionan las cosas.

Por Pablo Mirlo/ pablomirlo.wordpress.com

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