Ayer conversaba con una persona que se dedica a la formación en PNL (Programación Neuro-Linguística). Comentábamos la gran trampa que hay en esta sociedad de ir en busca de la felicidad, como un logro o meta. Miles de presuntos gurús prometen facilitar el camino hacia esa felicidad que todos ansían y buscan. Reglas mágicas, recetarios, trucos para encontrarla y miles y miles de libros, películas, conferencias y talleres que muestran ese supuesto camino…
Pero, al final, la felicidad es una meta que nunca se encuentra! Cuanto más la buscas, más se escapa de tus manos! Esa obsesión por la búsqueda dura toda la vida. De pequeño siempre había pensado que la felicidad -y, por extensión, el amor- es como un pez que resbala de las manos cuando ya lo tienes. Pero en nuestra conversación de ayer, comentábamos el peligro de prometer la felicidad que muchos prometen. Sin duda, viven de ello! Grandes gurús, iluminados, maestros y fabricantes de best-sellers saben de qué hablo!
La felicidad es algo temporal, son momentos efímeros que componen nuestra vida. Como lo es la infelicidad. Alguien dijo que la vida es un gran río con dos orillas por el que navegamos, en una de las cuales está la felicidad y en la otra, su opuesta, la infelicidad. Y se trata de no estar demasiado tiempo en alguna de las dos, pues de esa manera la vida no avanza! Supongo que para poder vivir esa felicidad momentánea que todos buscamos basta con vivir intensamente cada momento que aparece en la vida o que incluso somos capaces de crear. La felicidad es una manera de vivir, aceptando la realidad y valorando los detalles de cada instante que vivimos.
La felicidad tiene algo que ver con lo cotidiando, lo simple y lo mundano, lejos de paraísos y lugares remotos que nos evitan esa realidad que no siempre ayuda. La felicidad está en el aquí y ahora de nuestro día a día, en nuestro interior y desaparece en cuanto permitimos que el pasado vivido o el futuro por llegar o el entorno ajeno dominen nuestra vida…
Seguirá…