Con esta entrada se estrena la categoría “juegos de mesa” en el blog. Es que, convengamos, buena parte de la vida de muchos ha pasado también por juegos de este tipo, más o menos complejos pero que siempre llenaron tardes cuando se habían visto demasiadas cientos de veces los VHS que teníamos en casa o pasaban por octava vez en la semana ese capítulo de Le Temes a la Oscuridad, por poner un ejemplo.
Y para comenzar, elegí subir el juego “En Busca del Imperio Cobra”, considerado un ícono ochentoso de los juegos de tablero, pero que llegó a mi casa un tiempo después. Probablemente la mecánica del juego no era nada de otro mundo y en comparación con otros del mismo tipo, no tenía demasiadas opciones. Pero lo que lo convirtió en uno de los preferidos del pueblo fue sin duda su estética y la historia que envolvía al juego.Bien a lo Indiana Jones, Imperio Cobra (para abreviar) podía ser jugado por hasta cuatro personas, siempre y cuando una tomara el rol de “los malos”. Los tres héroes restantes partían de tres islas diferentes: una árida, otra boscosa y una tercera, glacial. Todos debían tirar dados en cada turno y avanzar, con la excepción de que cuando saliera 1, 3 o 5, el jugador sacaba una carta. El tema de las cartas merece explicación aparte. Había dos mazos, uno para los buenos y otro para el villano. Algunas cartas tenían trucos que nos podían facilitar el avance en el juego (tormentas de arena, alejamiento de los personajes malvados y, la más deseada, Nautilius) y otras eran armas que nos servían para cumplir misiones. Es que cada héroe debía cumplir tres misiones elegidas al azar por un oráculo y que consistían en enfrentar a tres monstruos de las diferentes islas con armas particulares.
Una vez cumplidas las misiones (o usando a Nautilius) el héroe iba a la isla del Imperio Cobra y debía enfrentarse a la Cobra Rey y a sus guardias. Básicamente ese era el juego, que tomaba al rededor de una hora por partida. Luego de ser jugado varias veces se tornaba algo reiterativo, es cierto, pero lo genial de El Imperio Cobra, era la capacidad de su reglamento para ser alterado. Lo normal era que cada chico tarde o temprano modificara las reglas para hacer más entretenido el juego y eso era lo que lo hacía especial.
Hay incluso un versión imprimible del juego, para quienes nunca lo hayan tenido o quieran recuperarlo, acá.
También existió una secuela de este juego, aunque en lo personal, nunca lo conseguí.