La fábrica textil Shweyi Zabe,
a las afueras de Rangún (Birmania).
Parece imposible mantener una conversación con ellas e, incluso, irrespetuoso interrumpirlas. Al final, basta con aproximarse para que el amable carácter birmano haga su aparición. Soe Moe (38 años), con su rostro completamente impregnado de 'thanaka' -pasta amarillenta procedente de un árbol que se emplea a modo de cosmético-, afloja amablemente el ritmo para explicarnos: "Llevo cinco años trabajando aquí y estoy muy feliz". Aunque con timidez, también responde a las preguntas más incómodas: ¿Salario? ¿Condiciones de trabajo? ¿Horas extras? ¿Descansos?
Soe Moe (38), lleva cinco años
trabajando en esta compañía
Birmania comenzó a despegar en el sector textil hace muy poco y lo está desarrollando a pasos agigantados, en gran parte gracias al fin de las sanciones impuestas por EEUU y los países de la Unión Europea. En 2014, alrededor de 60 nuevas empresas empezaron a operar en el país y se exportaron más de 1,5 billones de dólares, según datos de la Asociación de Fabricantes Textiles de Birmania (MGMA, por sus siglas en inglés). El 'top five' de los destinos de las prendas fueron Japón, Europa, Corea, China y EEUU.
El reciente estudio del Real Instituto Elcano 'Myanmar, la última frontera de la empresa española', en base a datos del Banco Mundial y reconocido por el World Economic Forum, subraya que el país se encuentra "entre las cinco economías con mayor potencial de los próximos años, con un crecimiento sostenido de cerca del 8% del PIB".
La población birmana está orgullosa de su industria textil y busca crear su propio 'Made in Birmania'. Los atractivos colores y los cuidados diseños, de los que siempre hace gala la líder de la Liga Nacional para la Democracia, Aung San Suu Kyi, impresionan a los occidentales, que poco a poco van confiando en la situación política del país para realizar sus inversiones. Las condiciones sociales también han mejorado, pero este país del sudeste asiático continúa siendo uno de los más pobres de la región, "con un ratio de pobreza del 25%, mayor que Camboya y Vietnam", tal y como especifica el informe del Real Instituto Elcano.
Empleadas de Shweyi Zabe
doblando y empaquetando la ropa
Este organismo tiene grandes desafíos por delante. Las grandes marcas mundiales de ropa han puesto los ojos en este país y las condiciones labores podrían estar en peligro, tal y como denuncia Oxfam Intermón a través de su informe 'Fabricado en Birmania. ¿Pobreza arraigada o empleos decentes para los trabajadores de la industria textil?' Además, la ley vigente en este sector es de 1951 y las circunstancias del país han cambiado de manera meteórica en los últimos años. En la actualidad, el salario mínimo es de 3.600 kyats por una jornada de ocho horas, lo que se traduce en 2,7 euros al día y 0,33 euros la hora; si los empleados deciden trabajar horas extras, se pagan el doble; es obligatorio un descanso por cada cinco horas trabajadas; los domingos es el día libre; las vacaciones son de 21 días, establecidos oficialmente, etc. Si no se cumplen las normas, existen multas que pueden acabar con cárcel para el infractor.
Oxfam Intermón revela en su investigación que el salario mínimo resulta insuficiente para cubrir los costes de vida básicos y que esas condiciones escritas en la ley no siempre se cumplen. El texto destaca que algunos empleados de la industria textil trabajan hasta 11 horas al día, sin recibir más dinero por el tiempo extra y que la seguridad en las fábricas es un punto preocupante.
El motor de la educación
La fábrica de Shweyi Zabe forma parte del proyecto financiado por la UE Smart Myanmar, que apoya a las pequeñas y medianas empresas a alcanzar de manera sostenible el ansiado 'Made in Birmania'. Daw Aye Aye Han es junto a su marido, U Soe Than, propietaria de esta compañía, fundada en el 2000, que empezó con tres líneas de producción de camisetas y polos para el mercado americano y que hoy, con siete líneas y más de 300 empleados, es conocida por sus trajes de baño y prendas para niños.
Yadanae Moe (19), entró hace dos
años a trabajar en la fábrica
La edad mínima para trabajar es otro de los dilemas. Por ley está prohibido que los menores de 15 años sean contratados en fábricas. La MGMA asume que es una regla difícil de cumplir, sobre todo cuando las propias familias necesitan que sus hijos trabajen para sobrevivir, pero a través de su página web se compromete firmemente a erradicar el trabajo infantil.
Daw Htay Htay Aye, hermana y
asistente de Daw Aye Aye Han
Para Oxfam Intermón el futuro de la industria textil en Birmania tiene dos caminos: ser el nuevo mercado 'low cost' o aprender de los abusos vividos en Bangladesh, Camboya o Indonesia. Todo un reto para el nuevo Gobierno, que deberá esforzarse si no quiere ser protagonista en el futuro de la cara mala del 'Made in Birmania'.
Bajo la sombra de Aung San Suu Kyi
El liderazgo de Aung San Suu Kyi ha sido recibido con ilusión por la población femenina de Birmania. Sin embargo, la participación de la mujer en la vida pública todavía deja mucho que desear, según recoge la UE en su informe final sobre las elecciones generales del 8 de noviembre de 2015. El texto remarca la existencia de "un amplio conjunto de normas consuetudinarias y religiosas que impone un tratamiento diferente a las mujeres, erosionando sus derechos personales en el ámbito del hogar y la familia". El Comité de Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW) denuncia que esto genera desventajas y advierte de la existencia de violencia contra las féminas. Una de esas leyes otorga el poder a los funcionarios del Gobierno de restringir a las madres a dar a luz en intervalos de 36 meses. Observando las últimas elecciones, la UE destaca que "las mujeres representaron poco menos de 800 de los 6.000 candidatos". A pesar de todas las dificultades, Nan San San Win, de la Red de Libertad y Justicia para las Mujeres, asegura que "hay muchos movimientos contra estas leyes, muchas organizaciones de mujeres y cada vez son más fuertes".
Artículo y fotos de Núria López visto en El Mundo