Domingo de personajes. Hoy es la edición treinta, o sea, por encima de ciento cincuenta personajes que hemos tocado en este juego, desde que lo empezamos.
Los acertantes de la semana pasada fueron Àngels y Paco y los personajes eran cinco mujeres: María Blanchard, Ana María Matute, María Zambrano, Victoria de los Ángeles y Gemma Mengual.
Hoy, anticipo que todos los personajes tienen una característica personal que les une, a pesar de ser de sexo diferente, de diferentes épocas y de distintas profesiones y nacionalidades. Así es que he empezado con una pista. Y ya saben el texto no es sino un pretexto para dar pistas, no trata de ser otra cosa. También son pistas las fotografías y la canción.
Este es el texto:
Alan y John habían nacido en Londres, su padre Giuseppe Scarlatti fue un crítico de arte y había trabajado en Roma, como restaurador en los Museos Vaticanos. Giuseppe se había casado con Cristina Rosenblatt, una escritora de Estocolmo cuya primera novela tuvo gran éxito. Por razones laborales emigraron a Londres donde se conocieron y se instalaron. Susan, hermana de Cristina, había venido de Nueva York, para pasar una temporada con su familia. Era soltera, no muy agraciada y un poco contrahecha. Sin embargo era una informática de reconocido prestigio, dedicada al estudio de la inteligencia artificial y a las matemáticas aplicadas. Su homosexualidad --aunque primero había sido bisexual--, le había llevado en un par de ocasiones al borde del suicidio. Ahora después de una aguda alopecia, provocada por ingerir estrógenos, usaba peluca.
Giuseppe trabajaba en un plan para restaurar el Adan y Eva de Durero. Cristina estaba realizando un ensayo sobre el Palacio Farnesio titulado: La tierra prometida, y preparaba un encargo sobre Felipe IV y la Guerra de los 30 años.
Alan se recuperaba de su adicción al alcohol y a las drogas, con su terapia preferida: escuchar las sonatas de Corelli y a leer a los clásicos rusos, ahora estaba con Ana Karenina. John era cantante y tuvo mucho éxito en los años setenta. Ahora se dedicaba a ser un dandy, a vestir Versace, a traducir enigmas crípticos de las guerras mundiales, a ver películas de su actriz favorita Marlene Dietrich...
Y nada más. Ahora es su turno, quedo a la espera.
Salud y República