David Foster Wallace (en adelante DFW) tiene una voz única y peculiar que resulta fácilmente identificable al oírla (leerla). Una voz que habla de, sobre, por, pero no para, los Estados Unidos de América (en adelante EE.UU) como si no existiese más país que los EE.UU. Todo en su obra está lleno de referencias populares americanas; la tele, las revistas, los iconos publicitarios. Pero, ojo, DFW usa esta vía para poner en tela de juicio las costumbres histéricas e histriónicas de su propio y perfectamente imperfecto país. En otras palabras; para satirizarlo. Y es que en ese mundo icónico y megalómano de los EE.UU hay de todo y para todos. Todo es grande. A lo grande. Todo es dinero. Mucho dinero. Y competitividad. Y éxito. Y el éxito es dinero. La salud es dinero. El amor y el sexo también son dinero. Pues bien, como decía, DFW gusta de comentar los más variados temas y de reflexionar sobre ellos y luego codificarlos para que llegue otro, no yo, sino otro, algún ilustrado que haya estudiado humanidades en alguna universidad de prestigio, y los decodifique. Porque DFW es como el Canal +. La diferencia es que en su caso no hay que pagar, ni comprar un aparato, para decodificarlo.
Veamos, en En cuerpo y en lo otro, una compilación de pequeños ensayos (desde los años ochenta hasta 2007) que nos acerca Mondadori a los lectores españoles, DFW bucea dentro de temas como el tenis para retratar a la sociedad americana. Pero también nos habla de Borges, de Terminator 2, del uso del inglés americano, de los jóvenes narradores de los ochenta, de las antologías de mejores ensayos, etc. Literatura, lenguaje, deporte, sociedad. Todo muy Wallace.
En Federer, en cuerpo y en lo otro, el primer texto, que, en parte, da título al libro, DFW reflexiona sobre la figura de uno de los deportistas más grandes de todos los tiempos, Roger Federer, desgranando para ello el que, dicen, fue uno de los mejores partidos de la historia; la final de Wimbledon 2006, entre el tenista suizo y el español Rafa Nadal, “la virilidad apasionada del sur de Europa”. Wallace, además de hacer interesantes apuntes técnicos (casi físicos, diría yo) sobre el juego, nos presenta a Federer como la combinación perfecta de cuerpo y mente y lo eleva, como dios del tenis que es, a un estrato metafísico que trasciende lo que sucede en las pistas. En otro texto del libro, Democracia y comercio en el Open de Estados Unidos, el autor retrata la sociedad americana por medio de su torneo de tenis más importante; el U.S Open. Un torneo más publicitario que tenístico; dinero; EE.UU.
En futuros narrativos y los autores notoriamente jóvenes, Wallace hace una revisión de la narrativa norteamericana de finales de los ochenta que le sirve de excusa para llevar al lector hacia una reflexión sobre la creatividad a través de una especie de estudio sobre los talleres de narrativa como parte de la mecanización de la creatividad: “Y el afianzamiento de una cultura construida sobre el Atractivo ayuda a explicar un fenómeno tan siniestro como curioso: el que en una época en la que América cuenta con más escritores de narrativa seria decentes, buenos y muy buenos que ninguna otra, el público americano, que disfruta de una alfabetización y unos ingresos disponibles también sin precedentes, gasta la gran mayoría de su tiempo de lectura y su dinero para libros en unas historias que son, según cualquier criterio unánime, porquería.” (p. 62). Mención especial merece La plenitud vacía: la amante de Wittgenstein, de David Markson, un estudio crítico sobre esta obra de Markson que sirve también, una vez decodificado, de estudio profundo sobre el estructuralismo y las últimas tendencias filosóficas en relación con cierto tipo de obras, las que el autor define como "INTERPRÉTENME. "La necesidad de componer, de inscribir (...) nace del aterrador dilema irresoluble que siente la mayoría de la gente que pasa mucho tiempo encerrada en su propia cabeza." (p. 89)Resulta interesante también la preocupación constante del autor por el correcto uso del lenguaje, en este caso del inglés americano, reflejada en un texto que se titula Veinticuatro palabras inglesas anotadas, a través del cual reflexiona sobre el uso de ciertas palabras y partículas como si estuviera elaborando un manual de gramática para escritores. Conviene recordar que el editor ha decidido incluir entre texto y texto, a modo de fascículos, una selección de notas de vocabulario que el autor apuntaba con palabras extrañas o que le hacían gracia, lo cual convierte a esta obra en una bizarra delicia para los amantes de la obra de Wallace. Y para los amantes de la literatura contemporánea en general. En cuerpo y en lo otro, de David Foster Wallace. Mondadori, 2013 [Traducción de Javier Calvo]