Revista Cultura y Ocio
Quinientos veinte años de salvaje vida nocturna minaron la salud del Conde. Al batir sus alas, el dolor de los huesos y las articulaciones es insoportable; su radar de vuelo ha perdido precisión y en varias oportunidades acabó estrellado contra un árbol. Sin embargo, son sus colmillos los que le causan verdadero sufrimiento. Antes filosos y seductores, sus puntas romas no logran penetrar siquiera los cuellos de las jóvenes, quienes, humillantes, lo arrojan a través de la ventana de sus dormitorios. De visita al médico, recibe una prescripción rigurosa: debe cambiar Transilvania por algún país con clima más benévolo y suplir su dieta con polillas y otros insectos nocturnos. Siente como si le hubieran clavado una estaca en el corazón.
© Sergio Cossa 2012
Pie de página del feed