En defensa de Javier Vayá Albert

En su defensa alegaré
que el pobre infeliz siempre quiso escribir
como Gil de Biedma
y se quedó en desmedido remedo de pantomima.
Que si nunca hizo una a derechas
es porque encima nos salió medio rojo y medio maricón
sombra impostada de Lorca sin vocación de paredón.
No se lo tengan en cuenta
si vive de cuentos de hadas devoradas en sumideros.
Si firma pagarés de sueños en Kleenex cochambrosos
con los que se suena las lágrimas de lagarto
que supuran sus ínfulas bukowskianas devenidas
en amanerado Béquer de bolsillo trasero del pantalón.
No se le juzgue severamente, señoría,
ya ven que sufre déficit presupuestario de atención,
que de mayor se comió a Peter Punk con patatas Sálvame Deluxe
y es capaz de la incapacidad de olvidar unos labios.
Que es adicto a reabrirse heridas como el vencido ante el vencedor.
Tengan compasión del pobre diablo
aunque el veredicto del espejo y el poema lleve siglos decidido.