La devoción a la Virgen María ha distinguido al culto católico del ortodoxo y de los protestantes, aun cuando los dogmas de la Concepción Inmaculada y la Asunción fueron definidos hasta los siglos XIX y XX, respectivamente. Sin embargo, la destacada poetisa novohispana Sor Juana Inés de la Cruz, ya defendía a la Purísima Concepción de la Virgen; aun cuando no era mas que una creencia aceptable, pero no formalmente dogma. Dentro de la amplia literatura, Sor Juana escribió villancicos a la Virgen, en los que reafirmaba su postura teológica.
Sin embargo, los escritos religiosos de Sor Juana apenas y se han comparado con los de santa Teresa de Ávila, en el sentido literario que contienen. Pero estos escritos, no constituyeron un profundo análisis teológico, mas bien una forma de devoción que la Décima Musa hacía, aprovechando su don literario. Estos escritos eran una forma de expresión de dicha devoción personal o de índole más clerical, esto es sobre asuntos de su convento o su vida en el mismo. Y en el caso particular de la Inmaculada Concepción de María, Sor Juana escribe sobre este asunto en su obra Ejercicios devotos para los nueve días antes del de la Purísima Encarnación del Hijo de Dios, Jesucristo, Señor Nuestro; mejor conocida como Ejercicios de la Encarnación.
Aunque la obra habla en sí de la Encarnación de Cristo en el seno de María, el mismo tema la lleva a concluir que, la Santa Virgen fue preservada del pecado original, para después llevarla al cielo como "Emperatriz Suprema de los Ángeles", "Reina Soberana de los Cielos" y "absoluta Señora de todo lo criado"; títulos dado por la jerónima al principio de esta obra, expresando de cierta forma, feminismo al exaltar a la Virgen María. Aun cuando menciona y alenta prácticas duras de devoción, repudiadas hoy día, como los cilicios.
Con todo y esto, ella sola, poco o nada pudo hacer para darle el lugar a la mujer de su tiempo, para tener derecho al conocimiento; pero no por ello se sintió indignada, pues en su devoción a la Virgen María encontró un modelo perfecto de mujer. Ciertamente Sor Juana no entró al convento por un vocación pura, como piensan muchos católicos, pero ser monja, sí fue una decisión adecuada para su época, con la que se sintió satisfecha consigo misma.
Que hoy bajo Dios a la tierraes cierto; pero más cierto es, que bajando María, bajó Dios a mejor cielo. Sor Juana Inés de la Cruz "A la Encarnación", Inundación castálida, pp 293.
Estudios de literatura hispanoamericana: Sor Juana Inés de la Cruz.